Los 58 días de locura de Carlos Alcaraz empezaron con un chupito de pepinillos y acabaron con un baño de lágrimas
El tenista murciano conquistó Roland Garros, Wimbledon y la plata olímpica en menos de dos meses.
El reloj de la pista Philippe Chatrier marca las 3 horas y 36 minutos de partido cuando Carlos Alcaraz engancha una de esas dejadas endiabladas que solo él sabe inventar.Jannik Sinner, al otro lado de la red, arranca desde el fondo de la tierra batida, pero desiste a los dos pasos. Esa dejada deliciosa coloca a Carlitos 3-0 arriba en el quinto set y le deja a un paso de la gran final de Roland Garros. Pero sus músculos están al límite. Hay peligro.
En el banquillo, Juanjo Moreno, su fisioterapeuta, recuerda perfectamente lo que le ocurrió al chico hace justo un año, cuando, peleando también en las semifinales de Roland Garros, Alcaraz se acalambró como nunca antes le había pasado. En aquel duelo ante Novak Djokovic, el murciano sintió rampas por los brazos y las piernas, todo fruto del agarrotamiento mental, del miedo escénico, y acabó arrojando la toalla y despidiéndose casi sin poder moverse. Pero de todo se aprende.
Por eso, cuando Juanjo Moreno ve que Alcaraz boquea para coger aire mediado el quinto set ante Sinner, saca de su bolsa unos pequeños botes y se los entrega a un recogepelotas. Este corre raudo a la silla en la que está sentado el murciano, que abre uno de los botes, se mete el líquido en la boca, se la enjuaga, y se lo traga. Alcaraz pone cara de asco. No es para menos: lo que se acaba de beber es jugo de pepinillos, vinagre puro aderezado con un extra de sales y vitaminas. Está asqueroso, pero es efectivo para prevenir los calambres.
Alcaraz termina ganando un el partido por 2-6, 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3 y se demuestra a sí mismo que su cabeza ha dado un paso de gigante respecto al año pasado. La lección del colapso ante Djokovic en 2023 está más que interiorizada. "Los calambres en este partido no han sido tantos como los del año pasado. Soy más fuerte mentalmente, sabía como lidiar con estas situaciones. Sabía que los calambres se irían si seguía ahí. Tenía que acortar los puntos, sabía mucho mejor qué hacer con respecto al año pasado", razona después en la rueda de prensa.
Con ese chupito de pepinillos y esa victoria ante Sinner empezaron 58 días de absoluta locura para el murciano. Porque aunque había aterrizado en Roland Garros entre algodones por una lesión en el brazo que le había hecho renunciar a Montecarlo, Barcelona y Roma, no fue hasta esas semifinales contra Sinner cuando se vio realmente al borde del acantilado. Su camino hacia la penúltima ronda había sido bastante placentero. "Pero aquel partido fue uno de esos que hacen clic. Gran parte de lo que pasó después se empieza a explicar ahí", dicen en su entorno echando ahora la vista atrás a un verano que jamás olvidarán.
El triunfo ante Sinner fue el pistoletazo de salida. Dos días después, Alcaraz volvió a remontar en la final de Roland Garros para imponerse a Alexander Zverev y alzar su primera Copa de los Mosqueteros. Pero es que un mes después, el domingo 14 de julio, arrasaría a Djokovic y conquistaría su segundo título consecutivo sobre el césped de Wimbledon. Pocos, muy pocos, han conseguido el doblete Roland Garros-Wimbledon en la misma temporada: sí, el Big Three, Nadal (2008 y 2010), Djokovic (2021), Federer (2009), y otras dos leyendas absolutas, Björn Borg (1978, 1979 y 1980) y Rod Laver (1969).
Las lágrimas de París
Sin tiempo para descansar, Alcaraz volvió a hacer la transición de la hierba a la tierra para su siguiente objetivo: los Juegos Olímpicos de París, que arrancaron el 29 de julio en las instalaciones de París. Tal y como venían las cosas, era el gran favorito al oro... ¿Un verano de Roland Garros, Wimbledon y oro olímpico? La posibilidad de igualar lo que hizo Nadal en aquel mágico 2008 -cuando ascendió además por primera vez al primer cajón del ranking mundial- estaba ahí. Era real. Incluso fantaseaba con una doble medalla, porque nadie se atrevía a descartar una sorpresa de la pareja Nadalcaraz.
La opción del dobles se esfumó en cuartos de final, pero Alcaraz, en solitario, fue desnudando rivales como quería y se plantó en la final sin perder un solo set. Ahí le esperaba el coco, un Djokovic que llevaba sin ganar un título en todo el año, pero que le movía por dentro una fuerza de valor infinito. Quería regalar un oro a Serbia, una espina que llevaba clavada en su corazón casi dos décadas.
Las lágrimas de toda España 🥺
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) August 4, 2024
❤️🩹 @carlosalcaraz se rompe con @alexcorretja74 tras perder la final olímpica. Cabeza alta, chaval, porque eres el campeón de un país entero.#Paris2024 | #tennis pic.twitter.com/j2AHZnluG7
Alcaraz y Djokovic disputaron uno de los mejores partidos del año y el que se acabó imponiendo fue el serbio por 7-6 (7-3) y 7-6 (7-2). Habían pasado 58 días desde aquella semifinal de Roland Garros, escenario idéntico, y Alcaraz fue incapaz de contener la emoción. Llevaba muchos sentimientos dentro, mucho sufrimiento, mucha tensión acumulada que no había podido liberar. Y fue ahí, sobre la arcilla de París, ante el micrófono de Álex Corretja, donde explotó. Con toda España mirando, el murciano tuvo que interrumpir la entrevista porque era incapaz de articular palabra. No podía hablar. Tenía que llorar.