TENIS

Los mejores momentos del Big Three de tenis

Los nombres de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic permanecerán unidos siempre en la historia.

Federer y Nadal en la final de Wimbledon 2008./REUTERS
Federer y Nadal en la final de Wimbledon 2008. REUTERS
Javier Mercadal

Javier Mercadal

Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Tres nombres que están unidos para siempre. Independientemente de quién termine con mejor palmarés, el Big Three del tenis pasará a la historia como un todo. La mayor rivalidad en el mundo del deporte, tanto por el nivel que alcanzaron los tres jugadores como lo prolongada de la misma en el tiempo. Un fenómeno único, que tiranizó el circuito de la ATP por casi 15 años trufándolo de partidos históricos. Tener a los tres mejores de la historia de una disciplina compitiendo cara a cara durante el prime de sus carreras es un fenómeno tan raro como maravilloso. Estos son los mejores momentos de la época dorada del deporte de la raqueta.

Wimbledon 2008: la obra maestra de Fedal

Sin duda, la rivalidad entre Federer y Nadal fue especial. Tan fiera dentro de la pista como amable fuera de ella. Hasta la irrupción de Djokovic en 2011, Fedal dominó el circuito de la ATP con puño de hierro. Cuando los dos colosos coincidieron en la gran final de Wimbledon en 2008, habían ganado 14 de los últimos 16 Grand Slam. Un dato demoledor, que deja a las claras que no tenían rival. Entonces, la ventaja la tenía sin duda alguna el suizo, mucho más versátil entonces que el español. Sin embargo, Nadal tenía claro que quería ser mucho más que el mejor jugador en tierra batida de la historia. Un legado que comenzó a escribirse durante una lluviosa tarde en Londres.

El tenista de Manacor había jugado la final de Wimbledon tanto en 2006 como en 2007, aunque en ambas se quedó corto. Siempre con Federer como oponente. En 2008 no estaba dispuesto a que se repitiese la historia. Vestido con pantalones piratas y una camiseta sin mangas, en una imagen que ya es historia del tenis, Nadal comenzó ganando los dos primeros sets por 6-4. Tras un descanso por la lluvia de 80 minutos, Federer elevó su nivel de juego, apuntándose la tercera y la cuarta manga por 7-6. Especialmente emocionante fue el desempate del cuarto set, que vio alguno de los mejores golpes del partido. Finalmente, el suizo se apuntó la muerte súbita por 10-8, llevando el encuentro a un emocionante quinto set.

Como no podía ser de otra forma, el desenlace fue extremadamente emocionante. Entonces Wimbledon no poseía la regla del super tie-break, por lo que el choque se extendió ad eternum. Además, la lluvia hizo una breve aparición, que obligó a pausar el choque durante 20 minutos cuando marchaba 2-2 en el electrónico. Finalmente, Nadal logró ganar la manga definitiva por 9-7, consiguiendo el primer Wimbledon de su carrera. Entre retrasos y lo igualado del partido, ya era casi de noche cuando el choque terminó. Con una duración de 4 horas y 48 minutos, se trataba de la final de Wimbledon más larga hasta la fecha (actualmente es la segunda). Para muchos, el mejor partido de tenis de la historia.

Open de Australia 2009: Nadal hace llorar a Federer

La batalla de Londres todavía estaba en la retina de los aficionados cuando Nadal y Federer se volvieron a encontrar en la final de un Grand Slam. En esta ocasión, el Open de Australia 2009. El suizo se había resarcido de la derrota en el All-England Club llevándose para casa el US Open de 2008, ganando en la final a Andy Murray. Aquel de Nueva York fue el decimotercer grande en la carrera del de Basilea, que tenía entre ceja y ceja igualar el récord de Pete Sampras, que a lo largo de su carrera ganó 14. El partido, por lo tanto, era sumamente importante para Roger, que en frente tenía a un chaval joven con melena que, a sus 22 años, ya se había convertido en su gran rival.

Sin embargo, Nadal fue mejor y terminó llevándose la victoria en Melbourne al ganar a Federer por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6, 6-2. Aquel fue el sexto Gran Slam en la carrera del tenista español, el primero en superficie rápida. En el duelo particular, se trataba de la duodécima victoria de Rafa sobre el que, hasta entonces, era el gran dominador del circuito de la ATP. Al terminar el encuentro, el suizo se dirigió al público para agradecerle su apoyo como es habitual. Sin embargo, se mostró mucho más emocionado de que cabría esperar.

"Dios, esto me está matando", acertó a decir antes de romper a llorar de la impotencia. Nadal, pese a ser cinco años más joven, consoló a su rival, al que dedicó palabras de admiración que sonaron tremendamente sinceras. "Roger, siento mucho lo de hoy. Sé perfectamente cómo te sientes. Esto muy duro, pero recuerda que eres un gran campeón, uno de los mejores de la historia, y ya lo has demostrado", dijo el de Manacor. Una rivalidad única en la historia del tenis.

US Open 2011: la sonrisa de Djokovic contra Federer

Novak Djokovic probablemente sea el mejor tenista de la historia. O, al menos, el que tenga el mejor palmarés una vez decida colgar la raqueta. Algo curioso si se tiene en cuenta que, en cierto modo, fue un late bloomer. A diferencia de Rafael Nadal, que desde que era un adolescente parecía predestinado para estar en la élite absoluta, al serbio le costó un poquito más. Tampoco mucho, es cierto. De hecho, ganó el Open de Australia en 2008. Sin embargo, después estuvo dos años sin apuntarse un grande. Era un tenis muy diferente, claro, pero en 2011 nadie pensaba que, pese a ser uno de los jugadores con más nombre del circuito, habitual de las rondas finales de todos los torneos, el de Belgrado fuese a ser el mejor. Ni siquiera que pudiese rivalizar con Roger Federer, entonces el más destacado de los tres.

Visto con perspectiva, 2011 fue el año que cambió todo para el tenista serbio. Una temporada de ensueño, en la que llegó al US Open tras haberse apuntado dos grandes: el Open de Australia y Wimbledon. Sin embargo, si hay un momento que marcó la carrera de Nole, este sucedió en Flushing Meadows. Spoiler: Nole terminó ganando aquel torneo en la final a Nadal. Sin embargo, el momento decisorio vino en semifinales frente a Federer. El suizo ganó los dos primeros sets del encuentro, mientras que Djokovic ganó los dos siguientes. En el quinto y definitivo, el partido se puso 3-5, 40-15 para el de Basilea. O, lo que es lo mismo, dos match points para Roger con el saque a su favor.

En su primer servicio, Federer lanza la pelota abierta y Nole resta con un winner demoledor. Quizá, el mejor resto de la historia. El público, que hasta la fecha iba claramente con el suizo, se vuelve loco. Djokovic alza los brazos y comienza a reír. Sigue estando contra las cuerdas, pero no está derrotado. De hecho, el serbio no pierde la sonrisa ni al ponerse a restar. Tiene otra bola de partido en su contra, pero claramente ha ganado la batalla mental. Federer elige sacar al cuerpo y Djokovic se la quita de encima como puede con un revés. Entonces el de Basilea, considerado entonces de manera unánime el mejor de la historia, la manda a la red. Djokovic había salvado dos bolas de partido y terminó remontando el choque para imponerse por 6-7(7), 4-6, 6-3, 6-2 y 7-5. Todavía más importante, había demostrado que, mentalmente, estaba preparado para competir con lo mejor de lo mejor.

Open de Australia 2012: la cúspide de la rivalidad Djokovic-Nadal

Aunque su head to head siempre ha estado muy parejo, en el imaginario colectivo Djokovic es la bestia negra de Nadal. Buena parte de esa reputación se encuentra en la final del Open de Australia que los dos colosos libraron en 2012. Una auténtica oda al tenis, que con 5 horas y 53 minutos de duración posee el honor de ser la final de Grand Slam más larga de la historia. Todo un monumento a la épica, en la que el tenista serbio demostró ser capaz de sobreponerse a la legendaria tenacidad de Rafa, que como es habitual en él nunca se dio por vencido.

De hecho, el serbio protagonizó el gran comeback del choque. En la quinta manga, Nadal le rompió el saque y logró ponerse 4-2 a su favor. Sin embargo, el de Belgrado demostró que, incluso en el campo de la épica, su lugar estaba junto al balear. Una remontada que colocó el 4-4 en el marcador y fue clave para el desenlace final. Finalmente, Djokovic ganó el partido por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7(5), 7-5. Al término del choque, Nadal dijo que era la derrota más dura de su carrera, al mismo tiempo de que se trataba del mejor partido que había jugado nunca. El triunfo, unido al conseguido en el US Open del año anterior, solidificó a Nole en lo alto de la cadena trófica, junto a los que desde entonces serían sus grandes rivales.

Open de Australia 2017: los 26 golpes entre Nadal y Federer

Cada vez que Nadal y Federer se encontraron en una final, sin duda se trató de un momento especial. Sin embargo, muy alto en el escalafón se debe situar el partido por en título en el Open de Australia 2017. Sobre todo, por el contexto en el que se produjo. Federer, que tenía entonces 35 años, llegó al torneo después del peor año en su carrera. En 2016, el suizo no ganó ningún título y se perdió seis meses, incluidos los Juegos Olímpicos, por una lesión de rodilla. Muchos creyeron que, quizá, su momento se había terminado. Nada más lejos de la realidad.

Federer regresó en el Open de Australia y, pese a tener un cuadro complicado, se plantó en la final. Allí le esperaba Nadal, reeditando la final de 2009 en la que el español había ganado su primer grande australiano. El partido, en líneas generales, fue una oda al tenis. Un monumento al deporte de la raqueta encapsulado en un momento para la historia. Federer se había apuntado los sets impares, mientras que Nadal iba empatándole en los pares. En la quinta y definitiva manga, nadie había roto el saque todavía. Nadal al servicio, con 40-40 en el marcador (4-3 para el suizo). Entonces, se produjo un intenso intercambio de 26 golpes que acabó de lado del suizo. La celebración del tenista de Basilea, apretando el puño para contener la euforia, es icónica. Finalmente, Federer logró robarle el set a Nadal y terminó apurándose el 18 grande de su carrera (6-4, 3-6, 6-1, 3-6, 6-3).

Wimbledon 2019: Djokovic levanta un 8-7, 40-15 en contra frente a Federer

Roger Federer estaba a punto de cumplir los 38 años cuando se coló en la final de Wimbledon 2019. Entonces no se sabía, pero aquel se trató del último baile del suizo en el que se consideró el jardín de su casa. Lo más cerca que estuvo de ganar su vigesimoprimer Grand Slam. Visto con perspectiva, aquello fue casi un milagro deportivo. Pero se trataba de Federer, por lo que en cierto modo tenía sentido. Su rival en la gran final fue Djokovic, que todavía peleaba por situarse a su altura histórica. La leyenda del tenis contra el que, en cierto modo, era su sucesor (con permiso de Nadal). La historia del partido se escribía sola. Sin embargo, el desarrollo del encuentro logró de algún modo superar las expectativas.

El momento clave llegó en la quinta manga. Hasta entonces, el partido había tenido las idas y venidas propias de una batalla épica. Los dos contendientes desplegaron su mejor tenis, por lo que el choque se iba alargando irremediablemente en el tiempo. Después de remontar un break de desventaja en la quinta manga, Federer se colocó con dos bolas de partido a su favor (8-7, 40-15). Lo lógico hubiese sido que el suizo se llevase el partido. Era su momento y en su torneo. Sin embargo, la presión le puede en el primer saque, que se estrelló con la red. El segundo, a asegurar, acaba en punto del serbio. La situación no era nueva para Nole, que ya había levantado una situación similar en el US Open de 2011. Igual que entonces, volvió a sobrevivir a la segunda bola de partido en contra.

Djokovic ganó el partido por 7-6 (5), 1-6, 7-6 (4), 4-6 y 13-12 -3-. En total, 4 horas y 57 minutos de acción, que superó a la final de 2008 como la más larga en la historia de Wimbledon. Aquel título supuso el Grand Slam número 16 en las vitrinas de Djokovic. Con perspectiva, también se puede fechar como el momento en el que la carrera de Federer comenzó a decrecer y, por tanto, el final del Big Three tal y como lo habíamos conocido.