ROLAND GARROS

Alcaraz tira de épica para conquistar su primer Roland Garros

El español derrota a Zverev por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2 pese a sufrir molestias físicas desde el cuarto set y alza su primer Roland Garros y su tercer Grand Slam.

Carlos Alcaraz, durante la final de Roland Garros 2024 ante Alexander Zverev. /REUTERS
Carlos Alcaraz, durante la final de Roland Garros 2024 ante Alexander Zverev. REUTERS
Nacho Encabo

Nacho Encabo

París.- Que levante la mano el niño que no soñaba con conquistar una Champions mientras jugaba al fútbol en el patio de su colegio. O el niño que, tirando a canasta, no se imaginaba metiendo un triple sobre la bocina en el séptimo partido de unas finales. Que diga 'hola' el niño que jugaba al tenis y no se veía rebozándose sobre la tierra batida de París después de ganar Roland Garros. Todos hemos sido ese niño, porque los niños sueñan con cosas grandes, con cosas imposibles. Luego el tiempo te pone en tu sitio, en las ligas de barrio a la mayoría, y te conformas con poder ver a otros cumplir tus sueños por la televisión.

Porque sí, hay niños que cumplen esos sueños locos. Niños que cuando llegan a adultos levantan Champions, deciden finales de la NBA y levantan la Copa de los Mosqueteros. "Mi sueño es ganar Roland Garros y Wimbledon", decía Carlos Alcaraz cuando tenía 12 años y viajó por primera vez a París a disputar un torneo alevín debajo de la Torre Eiffel. Menos de una década después, con 21 años, ya puede tachar ese sueño de su lista.

Porque Carlitos ha conquistado Roland Garros este 9 de junio, el día de la Región de Murcia, su Murcia, al vencer al alemán Alexander Zverev por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2. Es su tercer título de Grand Slam con 21 años después del US Open 2022 y de Wimbledon 2023. Su triunfo en la capital francesa es un hito sin precedentes en la historia del tenis: nadie había ganado tres grandes en tres superficies diferentes (dura, hierba y tierra) con tan pocos años. Eso sólo lo puede conseguir alguien con hechuras de leyenda, alguien a quien la ambición no le cabe en el pecho.

Sólo los grandes campeones dicen, como dijo esta semana, que unos cuartos de Grand Slam es un resultado mediocre. Hay que confiar mucho en uno mismo para responder lo que respondió en enero en Australia cuando le dijeron que había batido un récord de Björn Borg. ¿Bjorn Borg? debió pensar Alcaraz antes de decir: "Los récords que realmente quiero batir son los que está batiendo Novak. Esos son los que realmente me propongo para mi carrera".

Alcaraz, que ascenderá el lunes al nº2 de la ATP, se ha propuesto que en un futuro no muy lejano su nombre se pronuncie en los debates del GOAT y, aunque todavía le queda una infinidad, no hay duda de que va por el camino. Ahora mismo es una amenaza en cualquier superficie que exista, incluida esa tierra batida que ha asaltado este domingo.

Cero nervios de Alcaraz en su primera final de Roland Garros

Alcaraz tuvo tanta tensión en la semifinal ante Sinner, que se le debieron agotar los nervios. A la final salió como un tiro. Concentrado, impoluto, decidido. Con Carlitos suele ocurrir que los partidos dependen de su raqueta, para bien y para mal. Si está encendido, que el rival vaya sacando el paraguas. El que entró en la Philippe Chatrier acongojado fue Zverev: cometió dos dobles faltas en los dos primeros puntos y se fue a la silla a cambiar la raqueta.

Con la nueva metió más saques, pero no le valió para poner a Carlitos en apuros en el primer set. Se lo llevó Alcaraz en 42 minutos después de una master class de tenis. Es difícil jugar al tenis de una manera más inteligente: variaba las alturas, subía a la red, atacaba con la derecha y resolvía con las dejadas.

Zverev entró en barrena. Miraba a su banquillo sin saber qué hacer y a punto estuvo de reventar la raqueta contra el suelo. Pero en el inicio de la segunda manga, Alcaraz tuvo una de esas desconexiones suyas marca de la casa. Entregó dos veces su servicio yendo 40-15 y Zverev aprovechó la oportunidad para poner el empate en el marcador.

Las molestias físicas de Alcaraz

Por suerte, Alcaraz salió del agujero mental. Porque cuando se sentó en la silla con el 6-3, 2-6, hizo borrón y cuenta nueva. En el tercer set salió como un avión y llegó a estar 5-2 arriba (y 5-3 con saque). En un abrir y cerrar de ojos, el alemán remontó y le hizo cinco juegos seguidos. Pero este Roland Garros si se parece a algo, es a una montaña rusa. Que se lo digan a Zverev ante Griekspoor y Rune o a Alcaraz frente a Sinner. Así que el murciano se enganchó otra vez al romper en su primer juego al resto en el cuarto set.

Por si le faltaba picante a la final, con 3-1 arriba en el cuarto parcial, Alcaraz pidió la asistencia del fisio por problemas en el muslo izquierdo. Le masajearon la zona -que la tenía vendada, señal de que ya tenía algún problema-, se tomó un analgésico y se bebió un jugo de pepinillos para evitar los calambres. Con el muslo tocado, selló un 6-1 en la cuarta manga y envió el partido al quinto set, a su terreno favorito.

Las molestias en el muslo no le impidieron entrar enchufadísimo a la manga definitiva, en la que se iba a decidir el nuevo campeón de Roland Garros. Ahí, en el momento de los valientes, Alcaraz no suele fallar. Sacó la varita mágica, se olvidó de muslo y elevó el nivel hasta el cielo. Un mosquetero más.