Carlos Alcaraz envía un mensaje encriptado a sus rivales: "Me pondría un 8,5 o un 9"
Antes de debutar este lunes en las ATP Finals (14:00 ante Ruud en Movistar+), el murciano hace balance de la temporada y demuestra lo inconformista que es.
Hace exactamente un año, Carlos Alcaraz llegó a las ATP Finals con los plomos totalmente fundidos. Estaba sin gasolina. Ni en las piernas ni en la cabeza. Hace dos años, incluso, ni siquiera pudo competir en el torneo de maestros de Turín porque su abdominal reventó unos días antes en París-Bercy. Las temporadas de tenis son largas y duras. Castigan mucho, mucho más de lo que nos hicieron creer Roger Federer, Novak Djokovic y Rafael Nadal.
La última prueba es lo que ha ocurrido con Daniil Medvedev este domingo, cuando su cabeza desapareció del Pala Alpitour tras cometer tres dobles faltas seguidas en el final del primer set ante Taylor Fritz. Tiró la raqueta al suelo en varias ocasiones, reventó un micrófono y amenazó con irse de la pista. No quería estar ahí. "Quiero que termine la temporada. Estoy cansado de luchar, estoy cansado de luchar contra algo que no depende de mí", diría después en sala de prensa el ruso.
Consciente de la trituradora que es el circuito, Alcaraz se puso hace un año un objetivo: aterrizar en Turín fresco y con energía para poder luchar por la copa de maestros. Y lo ha conseguido. "He aprendido mucho, me conozco mejor como persona y como tenista, sé lo que tengo que hacer, lo que necesito dentro y fuera de la pista... He aprendido lo que tengo que hacer en los entrenamientos y en los días de descanso. El tenis no es solo ir a la pista y jugar, hay mucho detrás. Es lo más importante que he aprendido este año", señalaba el número tres del ranking mundial en Turín, donde debutará este lunes ante Casper Ruud (14:00 horas, en Movistar+).
"La temporada no es un diez de diez, porque siempre puedes mejorar. Ha sido un gran año para mí. Me pondría un 8,5 o un 9, podría haber ido mejor con la medalla de oro"
Los datos dicen que el último trimestre del curso tenístico, desde el US Open hasta las ATP Finals, es la parte que más le cuesta al murciano. Este año, sin embargo, acumula 13 victorias y un título -el de Pekín- desde que terminara el US Open. Y está en Turín con muchas mejores sensaciones que en 2023. "El año pasado fue un final de año complicado y no pude jugar a mi mejor nivel. Me di cuenta de que tenía que cambiar cosas y lo he hecho. Llego de una manera diferente y vengo con mucha motivación".
La frase que resume su ambición
Que va en serio a por el título lo demuestra que la Ferrero Tennis Academy, en la que entrena habitualmente, instaló una pista exactamente con las mismas condiciones que en Turín. La levantó, de hecho, la empresa Greenset, la encargada del tapete del Pala Alpitour y de la superficie en la que se jugarán las Finales de la Copa Davis en Málaga la próxima semana.
Está hambriento Alcaraz. Las apuestas le colocan como el segundo favorito, un poco por detrás de Jannik Sinner, el número uno del ranking y que además juega delante de su público. El italiano es, precisamente, uno de los destinatarios de un mensaje encriptado que ha enviado Alcaraz en las últimas horas.
Durante la presentación del torneo, en una entrevista con los medios de la ATP, le pidieron que hiciera balance de la temporada y que se pusiera nota. "No es un diez de diez, porque siempre puedes mejorar. Ha sido un gran año para mí. Me pondría un 8,5 o un 9, podría haber ido mejor con la medalla de oro. Pero sí, sería un 8,5 o un 9", insistió el pupilo de Juan Carlos Ferrero.
Esa reflexión explica bien el hambre y la ambición de Alcaraz. Obviamente, el año perfecto no existe -siempre vas a perder partidos- y ningún hombre desde Rod Laver en 1969 ha sido capaz de ganar los cuatro Grand Slam en un mismo curso. Pero las metas de Alcaraz están en la estratosfera: ganar Roland Garros, Wimbledon y una medalla de plata en unos Juegos Olímpicos, además de los títulos de Indian Wells y Pekín, es prácticamente un año redondo.
Pero con ese "8,5 o 9" está enviando un mensaje. Quiere más, quiere el 10. Y con su estado de forma en Turín está enviando otro mensaje: ha aprendido de los errores del pasado.