Para el club hubo algo peor que el 2-0 de Liverpool: que Ancelotti y el vestuario se conformen y vean brotes verdes
"Estamos en el buen camino", sostienen técnico y jugadores pese a la derrota en Anfield. Una reacción que no gustó en la entidad: "Esto es el Madrid; algunos no saben dónde están... ".
En el Real Madrid cada derrota es un drama y, como tal, siempre que sobreviene se activa un proceso ya establecido. En primer lugar, al golpe le suceden los mensajes de móvil desde la cúpula del club a la base; después, se dejan pasar las horas para que el pulso se calme y, al día siguiente, llega el análisis del batacazo desde todos los ángulos. Este escenario suele ser eventual en un club tan ganador. Sin embargo, en esta temporada se ha llegado a este punto en demasiadas ocasiones. Y hay quien ya se remueve en su asiento. No sólo porque en el balance de resultados hay más casillas en rojo de las deseadas, sino porque hay comportamientos que chirrían en el club.
La pesadilla del Madrid en Liverpool, devorado en Anfield, dejó al aire la realidad de este equipo, devastado por las lesiones, con mal juego, sostenido por Courtois y con un agujero, el de Mbappé, tan inesperado como preocupante. El bloqueo y la falta de confianza del francés se reflejó cuando el árbitro señaló el penalti a Lucas Vázquez. Mientras la mayoría de los jugadores celebraron la decisión, a Kylian se le vio bajar la cabeza, consciente de que suya era la responsabilidad de empatar. El lenguaje corporal delató a sus fantasmas y acabó fallando. Esa falta de carácter empieza a inquietar a más de uno. Pero para el club hubo algo peor que este error o el 2-0 final, que descuelga al equipo hasta el 24º puesto de la Champions. El gran reproche nace del conformismo que apreciaron en las declaraciones de Ancelotti y algunos futbolistas al acabar el desastre.
"El equipo me ha gustado, porque hemos competido bien contra el rival más complicado del continente. El camino es este, volver a ser un equipo", manifestó Ancelotti. Es el mismo mensaje que sale de la caseta: "Competimos bien dentro de la situación; estamos en el camino correcto". Nadie en la zona noble rebate que enfrente estaba el mejor Liverpool de los últimos tiempos, líder de la Champions y de la Premier. Sin embargo, lo que enciende al personal es que tanto el técnico como gran parte del vestuario vean brotes verdes en una noche que fue negra. "Esto es el Madrid, algunos no saben dónde están...", fue una de las críticas que se pudo escuchar ayer en los pasillos de Valdebebas.
El discurso del staff y de la plantilla no es hacia la galería. Argumentan que desde la derrota contra el Milán el equipo cambió, se juntó en defensa y se engrasó la coordinación. Tras aquella noche, se encadenaron dos buenos triunfos, contra Osasuna (4-0) y Leganés (0-3), que respaldaron unas sensaciones que también, aseguran, sintieron en Anfield. Pese a la derrota. No jugó el verdadero líder (Vinicius); la defensa estaba fabricada de remiendos (Valverde de dos, el canterano Asencio...); el '9', falso, fue Brahim; se rompió uno de los pilares en Liverpool (Camavinga)... Todos asumen su cuota de culpa, pero ven la situación reversible. De ahí esa consigna que quisieron trasladar a los medios. No obstante, en el club no gustó esa puesta en escena. El malestar no alcanzó el listón de aquellas palabras de Schuster en 2008 que provocaron su destitución ("No es posible ganar en el Camp Nou"), aunque sí han rechinado los dientes.
Mbappé y Ancelotti, entre el runrún y un exigente calendario
La paz, por tanto, ha vuelto a quebrarse y por las grietas entra el runrún que, sobre todo, envuelve a Mbappé y Ancelotti. Aunque de forma distinta. Mientras que con el francés hay preocupación y fe a partes iguales, pues confían en que el tiempo le quite la nube negra, acelere su adaptación, despierte un liderazgo que nadie sabe dónde está y le devuelva la eficacia, con el entrenador aumentan las miradas de desconfianza. El ambiente ya estaba caldeado con las tristes caídas en el Clásico (0-4) y frente al Milan (1-3). Tanto que, como informó Relevo el pasado 23 de noviembre, Carletto acabó tan tocado que Solari, director de fútbol del club, fue alertado de que sería el entrenador si el italiano cae, un extremo que nadie en el club desea que se produzca.
Por delante amenaza un calendario de aúpa que actuará como señal vial. Los resultados indicarán un camino (continuismo como se pueda) u otro (fichajes y decisiones). Hasta siete partidos en 22 días: Getafe (1-D), Athletic en San Mamés (4-D), Girona (7-D), Atalanta (10-D) y Rayo (14-D) antes de que el Madrid se juegue otro título, la Copa Intercontinental (18-D). Acabará el año recibiendo al Sevilla, el 22. Cinco encuentros que revelarán su estado de salud en LaLiga, un choque de Champions, en Bérgamo, clave para su futuro en la competición, y un trofeo que se ve como oasis y trampolín anímico.
El propio Ancelotti es, como siempre, el que más confía en remontar. Se ve con fuerza y jamás ha pensado en dar un paso a un lado. Tiene fe en que habrá reacción y palpa el apoyo de los jugadores. Por eso, y pese al enfado por las declaraciones, el técnico y los suyos insisten en que van por buen camino.