REAL MADRID

El Real Madrid detecta que el gran problema es la falta de liderazgo y quiere que Mbappé sea ya el capo y no un complemento de lujo

El club cree que uno de los defectos del equipo es que nadie hace de referente, y que lo peor es que lo hay pero no ejerce. El cambio en la megafonía es el primer paso. ¿Será otro más que luzca el 10?

Florentino Pérez y Mbappé, en la presentación del francés. /GETTY
Florentino Pérez y Mbappé, en la presentación del francés. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Cuando al inicio de esta temporada Mbappé y Vinicius se alternaban en el lanzamiento de penaltis con suma camaradería, se sucedieron los halagos por tal muestra de compañerismo. El día que el francés, a ojos de todo el mundo, casi molestaba a la hora de decirse los lanzadores de las faltas en los debates que suelen generarse al borde del área, una amplía mayoría puso por montera la palabra equipo. Se celebraba que ya no había dependencia de nada ni nadie. Y en el último partido, cuando Lucas Vázquez no tuvo bastante con botar los córners sino que también se postulaba para iniciar la estrategia desde los costados y la gran estrella ni se acercaba por allí, nadie lo vio raro dentro de esta nueva normalidad en la que no hay galones. El futbolista que en el PSG y Francia hacía de todo, de repente continúa aquí bastante precavido. Y eso, claro, aunque agrada en el vestuario, no gusta nada de nada en el palco.

Algunos de los expertos trajeados que allí se sientan saben que en la empresa, como también sucede en el deporte, hay que dejar claros los roles desde el principio para que nadie se confunda, para que cada uno asuma su responsabilidad, para que haya una jerarquía y, llegado el caso, para que no haya pelea de gallos. De ahí que esa timidez de Mbappé parece que vaya a quedar pronto para la historia. En el club consideran que Kylian no ha llegado al Bernabéu para ser uno más o un complemento de lujo, sino el mejor y el más importante de todos los jugadores que visten de blanco. No quieren a Anelka sino a otro Cristiano Ronaldo. Por lo que esa tendencia de Ancelotti a que el liderazgo se reparta y reordene de forma natural tiene los días contados. El Madrid desea que Mbappé sea el capo cuanto antes.

Cuando los resultados, que no el juego, eran más o menos decentes, no había tantas urgencias en recolocar el ecosistema. Todo trabajador necesita un periodo de adaptación. Sin embargo, las derrotas ante Lille, Barcelona y Milan obligan a cambiar el paso. El club ha confirmado un defecto que ya había detectado el cuerpo técnico y es que en el vestuario, a diferencia de otras temporadas, faltan referentes y no hay quien de un puñetazo en la mesa a su debido tiempo. Y no se trata de las intermitentes arengas de Rüdiger, el colmillo de Valverde o la personalidad de Bellingham. Más bien hace referencia a que haya alguien que hable y al que todos escuchen. Kroos, que llegó a encararse con Vinicius en su día para que sus ventoleras no perjudicaran al equipo y les echase al colegiado o a las aficiones rivales en contra, fue el último capo junto a Nacho. Antes salieron Benzema, Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo, que también tenían su peso. Y Modric, que manda mucho, lo tiene que hacer durante demasiados minutos desde la banda porque ya no es indiscutible. Aunque Ancelotti le requirió el otro día, se le ve más comedido porque se siente menos importante que en otras temporadas.

Segundo entrenamienro de la semana del Real Madrid. EFE

No es casualidad que Dani Carvajal, el gran jefe de la caseta en estos momentos, esté muy encima del equipo y no se conforme con estar en rehabilitación o pasarse por el gimnasio. Ancelotti necesita ayuda para empoderar a una plantilla a la que le sobra talento, currículum y hambre, pero que carece de rebeldía, poso y cierta madurez. Por eso, sin obligarle pero deslizándolo, Florentino Pérez le ha venido a decir al técnico italiano en algún que otro careo reciente en Valdebebas que este Mbappé no es el que compró, que debe abandonar la sombra -donde se halla por prudencia y porque no le están saliendo las cosas- y que debe dar un paso al frente y ser el líder del equipo cuanto antes. No sabemos si el presidente ha visto el documental de Luis Enrique, pero lo que está claro es que también quiere que su fichaje más importante en años sea Michael Jordan y no Thomas Heurtel.

Poco a poco

El propio club ya va contribuyendo con sus gestos a este cambio de escenario. En el último partido ante Osasuna, como recordó Relevo, Mbappé fue el último jugador del once titular nombrado por el speaker en el Santiago Bernabéu. Antes, ese lugar privilegiado en el que la ovación y los aplausos se alargan en el tiempo en comparación con los anteriores, estaba relegado a Vinicius o al capitán Modric. No se sabe si es una decisión firme, un simple intercambio provisional de cromos o una anécdota más en plena resaca del Balón de Oro con el brasileño. Pero lo cierto es que ha sucedido en el escenario donde se estudian más cada uno de los pasos dados. Los cánticos a favor de Güler desde la Grada de Animación financiada por el Madrid, con la victoria encarrilada, es otro buen ejemplo de que la espontaneidad es un trampantojo.

Este simple gesto de cariño y para arropar a Mbappé es uno más en la estrategia que se quiere seguir para que vuelva a ser el que fue. El club desea explotar al delantero dentro y fuera del campo. Y para ello, necesita que el internacional abandone su timorata posición para que verdaderamente tire del carro. Por eso cada vez que se cruza en la Ciudad Deportiva con Raúl, todos lo celebran. Él legendario 'siete' puede darle un Máster. Eso sí, más allá de que Mbappé no está tan fino como acostumbra, nadie en Valdebebas quiere atosigarle con exigencias sabedor de que sus ausencias con la selección, sus enredos en los tribunales con el PSG y los líos extradeportivos que le señalan le tienen preocupado y, por tanto, más seguro estando en un segundo plano. Pero entre todos, con Ancelotti a la cabeza, quieren ponerle en el lugar que le corresponde por calidad, futuro, coste y expectativas.

Ancelotti asegura que no habla con Mbappé sobre su ausencia con Francia. EFE

Ancelotti, que siempre trata a Kylian como la estrella que es, desea que esa nueva condición de líder de la escudería empiece a verse en el campo. De ahí su insistencia en que todo, esta estrategia incluida, ha de demostrarse con hechos y no con palabras. En su opinión, el liderazgo del francés va a llegar solo. En cuanto se remangue en tareas defensivas, entienda que la recuperación de balón empieza por su presión y que no puede descolgarse del solidario trabajo de los que vienen por detrás. Sobre esa base, no hay ninguna duda de que pronto volverá a reventar todos los registros ofensivos. Se habla de él como el ariete con menos acierto de Europa y, sin embargo, con sólo 25 años lleva ocho goles y dos asistencias en noviembre con la posibilidad de ganar siete títulos esta temporada. Habrá que ver si en junio Kylian sigue encogido o está tan elevado como el Madrid desea y pasa de lucir el 9 al 10 que deje Modric. Esa sería la culminación a esta necesaria metamorfosis.