El Atlético revivió en su tormenta perfecta para volver a reinar en la Copa

Nunca dejes de creer. El Atlético hizo honor a su lema para levantarse de una final en la que tuvo que remar con todo en su contra. Con un partido épico, en el que se forzó la prórroga en 12 minutos, con un golazo de Banini al filo del pitido final . Con una fuerte lluvia cayendo sobre Butarque, casi 10.000 personas en las gradas y la emoción de los penaltis, la gloria fue para el Atlético, que gana su segunda Copa. Las rojiblancas fueron las mejores en eso que tan bien se les da: ponerle coraje y corazón a los partidos.

El Atlético llevó la iniciativa en la final, en la que ambos equipos se presentaron sin sorpresas: el Madrid repitió el once de la semifinal y su rival sólo cambió una pieza (Lundkvist fue la novedad). Con ello, le tembló menos el pulso las rojiblancas, puede que con ese aura de que el escudo rojiblanco tiene solera en este tipo de partidos. El equipo de Manolo Cano le robó el balón al Real Madrid y se adueñó del partido hasta la primera media hora de juego. Ajibade, con un cabezazo y varios desbordes que volvieron loca a la defensa blanca, o Banini, que hizo aflorar a la mejor Misa dieron los primeros méritos al Atleti.

Aunque sus sensaciones dieron un vuelco en el minuto 31, con una decisión muy protestada por las rojiblancas. La árbitra pitó córner a favor del Real Madrid, lo que consideraron erróneo desde el Atleti. La jugada, con un saque de esquina de Weir, acabó en la red de Lola Gallardo tras un testarazo de Toletti. El tanto de la francesa dio confianza a las blancas, que dieron un paso al frente para marcharse a vestuarios con más ocasiones claras en su casillero.

El 'baño' siguió, al tiempo que diluviaba en Butarque, con un campo que se atascaba y una grada que se desperdigaba en una gran huida para buscar refugio. Lo que no cambió fue la polémica. Con el VAR estrenándose en un partido de fútbol femenino, la tecnología no tuvo que intervenir en jugadas decisivas. Aunque las rojiblancas mostraron su descontento en el segundo de los goles de su rival. Ivana mandó la pelota a portería en una jugada en la que cayó Majarín en el área. La canterana del Atleti reclamó una falta, pero la árbitra no consideró que así fuera y determinó que era gol. El segundo madridista. Ambos en jugada a balón parado.

El Atlético siguió buscando un resquicio de esperanza y la encontró. Ajibade lo intentó, en compañía de ocasiones claras como la que tuvo Alexia o el tiro al palo de Lucía Moral con la cuenta atrás activada. Esta última, también conocida como 'Wifi', metió a su equipo en la final con un tanto cuando se agotaba el tiempo. También las tuvo el Real Madrid, con una Linda que siguió siendo un puñal y una Weir que fue todo un suplicio para la retaguardia del Atleti. La escocesa no marcó, pero asistió y regaló detalles que sólo ella acostumbra. La que sí que marcó fue Banini, que partió en dos la final para forzar la prórroga. El campo y las piernas pesaban y el encuentro miraba de reojo los penaltis durante una prórroga que se consumió sin goles.

Desde los once metros, no fallaron Menayo, Weir, Irene Guerrero y Eva Navarro. Lola Gallardo le paró dos penaltis (Olga Carmona y Teresa). Misa mantuvo la fe con otro detenido a Banini. Y Svava mandó la pelota a las nubes, esfumando el sueño del Real Madrid en su primera final.

¡Qué golazo! Estefanía Banini se abona a las obras de arte para forzar la prórroga en el derbi copero. Su talento, que también le quitó las telarañas a la portería en semifinales, no está sólo. La argentina tuvo la personalidad de inventarse lo inimaginable cuando la presión más apretaba. Por eso, su celebración, su coraje tras poner el 2-2 es una de las grandes imágenes de este partido. Banini fue lo que necesitaba su equipo en liderazgo.

Más bien, se reafirma. Misa lo volvió a hacer. La portera canaria mantuvo en pie a su equipo con paradas salvadoras en los primeros minutos de la final. En el momento más crítico de las blancas, apareció ella. Sus actuaciones le sirvieron para ser ovacionada por su afición una vez más. Pocas compañeras se le acercan en carisma con su afición. Misa es una de las grandes estrellas del Real Madrid. En la final se erigió como ello. Tan sólo unos días después de ganar su segundo Zamora como meta blanca. Un nivel que no pudo marcharse tras dos golazos en los que poco pudo hacer. En la portería contraria tenía a una gran maestra. Lola Gallardo demostró que eso de la experiencia tiene un valor incalculable. La sevillana fue también decisiva con sus atajadas y su papel en los penaltis fue medio título para el Atlético.

El Atlético maquilla una temporada sombría, con un título que abre la vía para su recuperación. Tras no conseguir la clasificación europea en Liga por tercer año seguido, las rojiblancas suman una Copa para el consuelo. Y lo hace tras un partido en el que encontró la fe en su cantera, con una Wifi que viene pidiendo paso en el primer equipo. Su gol y carácter dieron otra pequeña victoria al Atleti en el camino de reconstruir un proyecto muy tocado desde hace temporadas.

Ha ido de menos a más para acabar la temporada en modo goleadora. Pese a que las lesiones no han dejado de torpedearle desde su llegada al Madrid, siempre que estuvo disponible supo demostrar que tiene algo innato en sus botas. Y en ello tuvo el Madrid mala suerte. Con la francesa en el verde, el juego de las blancas gana en dinamismo desde la sala de máquinas. También en gol. O por lo menos así ha sido en los últimos tres partidos consecutivos con la elástica blanca. Ya marcó en la semifinal y se gustó para repetirlo ante el Atlético. Toletti ha dado un paso al frente como madridista y su premio ha llegado en forma de historia: es la primera goleadora del Real Madrid en una final. Casi nada.

Madrid necesitaba un partido así. Con un gran ambiente en las gradas, Real Madrid y Atlético vivieron una bonita final en el estadio de Butarque. Era su primera y no faltó detalle. Desde una Ana Mena que amenizó la espera en la previa con un concierto de una hora sobre el verde hasta la presencia de Florentino Pérez en el palco de autoridades. Con la criticada ausencia de Enrique Cerezo y la Reina Letizia, el partido estuvo rodeado de un ambiente idílico. Rivalidad sana entre las aficiones, espectáculo a todos los niveles e incluso homenaje a las subcampeonas de Europa Sub-17.

Un encuentro en el que, tal y como se acostumbra en el fútbol femenino, hubo un público muy joven en las gradas. Las niñas, niños o adolescentes eran mayoría, con ese futuro que se empieza a cocinar ya la masa social que rodea a esta categoría. Y me explico en lo de Madrid. Da igual el que ganara. El fútbol femenino madrileño disfrutó como nunca de un partido y añade empuje a su crecimiento en este deporte. No es fruto de un día, pues Madrid ha sido una de las zonas pioneras. El futuro ahora está servido. Después de lo de este sábado, seguro que habrá muchas niñas madrileñas que sueñen con vivir una final como esta.