US OPEN

Sinner pincha el globo americano desde su burbuja y conquista el US Open

Veinte días después de que se conociera su exoneración tras dar positivo por dopaje, el italiano vence 6-3, 6-4 y 7-5 a Taylor Fritz y alarga la agonía estadounidense.

Jannik Sinner, durante la final del US Open 2024 ante Taylor Fritz. /Reuters
Jannik Sinner, durante la final del US Open 2024 ante Taylor Fritz. Reuters
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Es 8 de septiembre en Nueva York, pero el Arthur Ashe, el estadio de tenis más grande del mundo, parece más bien un 4 de julio. Día de orgullo nacional, con Matthew McConaughey luciendo una bandana de motero con las barras y estrellas, Taylor Swift, Travis Kelce y una infinidad de celebridades en las gradas a la espera de festejar, por fin, que uno de los suyos vuelve a ser campeón de Grand Slam.

También está, con gorra -¡cómo iba a estar si no!-, Andy Roddick, el hombre que está harto de ser el último estadounidense en levantar un grande. Pero Roddick y compañía tendrán que buscar consuelo en otro sitio, porque la sequía continuará... Jannik Sinner, impasible ante todo, ha impuesto la lógica en la final del US Open, venciendo a Taylor Fritz por 6-3, 6-4 y 7-5 para confirmarse como el rey del tenis en este 2024, el indiscutible número uno y la gran alternativa de futuro para Carlos Alcaraz.

El italiano se había cargado ya a tres estadounidenses camino a la final, McDonald, Michelsen y Paul, y este domingo no tuvo piedad alguna de un Fritz al que le falta garra y chispa. Porque tenis tiene, y de sobra, para discutir de tanto en tanto con los mejores. Y ahora mismo el mejor es Sinner: con el US Open acumula ya seis títulos en lo que va de curso, incluidos dos Grand Slam y dos Masters 1000 y este lunes aparecerá en lo más alto del ranking ATP con un colchón de más de 4.000 puntos sobre el segundo. A ver quién lo frena.

Que no os engañe ese rostro gélido e insípido, que por momentos parece que ni siente ni padece, ni esos andares más de robocop que de un atleta extraordinario. Jannik Sinner es una bestia y es un competidor formidable. Lo que ha conseguido estas dos últimas dos semanas es de una complejidad tremenda: porque al hecho de ganar un Grand Slam hay que añadir la presión con la que ha tenido que lidiar, porque hace tres semanas, unos días antes de que empezara el torneo, explotó la bomba de su caso de dopaje.

La sombra del dopaje

Fue el 20 de agosto cuando la ITIA, el organismo encargado de la lucha antidopaje en el tenis, anunciaba en un comunicado que Sinner había dado positivo en marzo en dos controles -uno en Indian Wells y otro fuera de competición- pero que le exoneraba de cualquier sanción porque entendían que había sido una contaminación en la que nada pudo hacer el italiano para evitarlo.

La versión del número uno fue que su fisioterapeuta se había hecho una herida en un dedo y que se puso un medicamento con clostebol -un esteroide anabolizante- antes de darle un masaje sin guantes. Muchos no entienden todavía cómo la ITIA compró esa versión ni cómo Sinner no fue sancionado de forma provisional nada más dar positivo.

Son preguntas que todavía no tienen respuesta. La única certeza es que a Sinner le ha importado poco y menos todo lo que se ha dicho. Él se ha aislado en su burbuja y ahí, a cubierto, ha edificado el camino hacia su segundo título Grand Slam cuando la tinta de su exoneración está todavía fresca.