Nadal ya es un extenista: la leyenda se apaga para siempre en Málaga
España queda eliminada ante Países Bajos en los cuartos de final de la Copa Davis y se consuma la retirada del mejor deportista español de la historia.
Málaga.- El rictus erguido. Tieso como un palo. El pabellón a reventar, el himno de España sonando a todo trapo por los altavoces y él, en el medio de la pista. Con 11.000 personas mirándole en directo y millones a través de la pantalla. Después de muchos días conteniéndose, Rafael Nadal deja escapar sus primeras lágrimas.Está con los ojos vidriosos. Está emocionado. Está con las manos que le tiemblan, por mucho que las baje y las intente ocultar. La mirada perdida. Tiritan los labios. Está nervioso.
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Cómo no va a estarlo, claro. Faltan pocos minutos para el que puede ser su último partido como tenista profesional -horas después se daría cuenta de que sí-, el final de un camino de más de 20 años. Llora él y llora el tenis, que despide quizás no al tenista más laureado, quizás tampoco al más elegante, pero sí al mejor competidor de todos. Incluso los cerca de 2.000 holandeses que acuden al Martín Carpena se rinden a él. Llevan hasta pancartas.
Se retira Nadal porque su cuerpo no puede más. Está más lento, más tosco y le cuesta llegar a las bolas cuando le mueven de lado a lado. Pero su cabeza sí puede y sí quiere. Y eso, aunque no es suficiente para lo que Nadal quiere, sigue siendo muchísimo en los estándares tenísticos. Esa es la razón de que, en el ocaso, sea capaz de pelear con Botic van de Zandschulp, el hombre que apeó a Carlos Alcaraz en la segunda ronda del último US Open. En Nueva York todavía se acuerdan del petardazo.
Arropado por su equipo y su familia al completo en la grada, el campeón de 22 títulos de Grand Slam pelea, se revuelve y saca el puño. Pega algún martillazo con la raqueta, grita varios Vamos de los suyos. A Van de Zandschulp se le escapan algunos nervios: llega a cometer hasta tres dobles faltas seguidas. Pero una vez se sacude esa presión, el neerlandés se libera y aprieta. Mueve a Nadal, da en la tecla.
El exnúmero uno pierde el primer set, pero no se deja ir. ¿Cómo no va a dar guerra Nadal en su adiós? Lo lleva en la sangre. Se va a retirar, sí, pero a su manera. Con su sello. Como en el 2-1 del segundo set, cuando gana un punto que es una auténtica refriega, que le lleva a la red y vuelta atrás, con un smash invertido y con grito que se escucha hasta en Fuengirola.
What a point from @RafaelNadal and @Boticvdz 🤯
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Son los últimos zarpazos del león herido. Como cuando con 4-1 abajo en el segundo set, con todo ya perdido, logra su primer break del partido y levanta de un brinco a 11.000 espectadores. Dando pelea hasta la última gota de sudor.
El desenlace del partido es el lógico. El del número 80 del ranking ganando 6-4 y 6-4 al 154º, el del tenista de 29 años al de 38, al que se retira porque su físico le ha abandonado. Decía el balear el lunes que no cree en los finales de película, que esos solo ocurren en las películas americanas. Y auque él se ha empeñado en convertir la ficción en realidad, tenía mucha razón.
El turno de Alcaraz
Que este fuera el último partido de Nadal como tenista era algo que ya no dependía de la raqueta del balear. Carlos Alcaraz, el número uno español, derrotó después a Tallon Griekspoor por 7-6 (7-0) y 6-3 para colocar el empate y llevar la eliminatoria al dobles decisivo.
Ahí, Ferrer apostó por la pareja formada por Marcel Granollers y Carlos Alcaraz, que cayeron 7-6 y 7-6 ante Koolhof/Van de Zandschulp para que todo se acabara. Con ese resultado, España quedó eliminada. Ese 7-6 y 7-6 hace que le tengamos que poner un prefijo a Nadal. Extenista. Toca hablar del campeón de 14 Roland Garros como un exjugador, en pasado. La leyenda se apaga en Málaga.