El primer viaje de Rafael Nadal al extranjero con 11 años: "Por la noche lloraba y quería llamar a su papá a Manacor"
El balear disputó su primer torneo fuera de España en 1998, cuando viajó con su tío Toni a Auray, en la Bretaña francesa, y durmió en la casa de una familia.
Rafael Nadal lleva más de dos décadas viajando casi sin parar, de avión en avión, de hotel en hotel, de ciudad en ciudad. Es un hombre más que acostumbrado al jet lag, a vivir con la maleta a cuestas y al estar lejos de casa. El circuito profesional es tremendamente exigente en ese sentido para los tenistas, por mucho que vuelen en primera clase y duerman en las mejores suites.
Los inicios de Nadal, sin embargo, estuvieron muy alejados de lo que ha sido su realidad desde que irrumpió en el circuito a mediados de la década de los 2000. Nadal fue también un niño, y como todo niño que quiere y sueña con triunfar en el deporte tuvo que vivir la experiencia de dormir por primera vez fuera de casa: hacer las maletas y, con 11 años, decir adiós a tus padres para coger un avión e irte a un pueblo de Francia a jugar un torneo y a dormir en casa de unos desconocidos.
Eso fue exactamente lo que ocurrió en 1998. Nadal tenía por aquel entonces 11 años y viajó por primera vez fuera de España para disputar un torneo internacional. Fue el Open Super 12, una especie de mundial oficioso sub-12 que se celebra cada año en la localidad de Auray, en la Bretaña francesa.
"Rafa había perdido el primer set 6-0 y en el segundo iba 3-0 abajo, pero hizo una locura y remontó. Ya muy al estilo Rafa en aquella época"
Compañero de Nadal en 1998Por aquella época, Nadal pertenecía al Real Club de Tenis de Barcelona. Viajó en avión de Palma a Barcelona junto a su tío Toni y en la Ciudad Condal cogieron un tren junto al resto de jugadores del club que iban al torneo. Eran cinco en total: Nadal, Marcel Granollers, Meritxell Gol, Nuria Fernández y Andrés Carrasco. Como entrenadores, iban Toni Nadal y Roger Badía, de la Federación Catalana.
"Me acuerdo de que salimos en tren desde la estación de Francia hacia París. Y de ahí, otro tren a Auray", rememora en una conversación con Relevo Andrés Carrasco. Para ahorrar costes, cada alumno se instaló en casa de una familia de la zona de Auray. A Rafa y a Toni les tocó en la casa de Marie y Michel Lebourg, un matrimonio que acogía cada año a jugadores y entrenadores que viajaban a Auray para disputar el torneo. El pequeño Nadal no lo pasó especialmente bien.
"Teníamos un bóxer que se llamaba Nuts y Rafael le tenía miedo. En cuanto llegaba el perro, el pequeño subía corriendo a su habitación, ponía la barrera protectora de las escaleras, cerraba la puerta... y aun así llamaba a Nuts", recordaba la propia Marie en un artículo publicado en L'Equipe en 2005, el año en que Nadal conquistó el primero de sus 14 títulos en Roland Garros. "Nuts es el único francés que ha asustado a Rafael Nadal", escribió el redactor del diario galo aquel día, una afirmación que sigue vigente 20 años después.
Nadal, que todavía no tenía contrato con ninguna marca -al año siguiente, en Les Petits As, otro torneo júnior en Francia, ya vestía entero de Nike-, derrotó en la final a Jamie Murray, el hermano de Andy, remontando y recibió como premio una bandeja dorada. "Open Super 12, 1998. Vainqueur Garçon", se leía en la placa, con la que posó Nadal con el pelo revuelto y una chaqueta Reebok que estaría ahora mismo en cualquier tienda vintage.
"Rafa iba perdiendo 5-0, pero hizo una locura y remontó. Ya muy al estilo Rafa en aquella época", recuerda Andrés Carrasco. "Rafa era una bestia en la pista. Lo que recuerdo es que manejaba una intensidad que no manejábamos ninguno de los chavales, la intensidad dentro de la pista, el golpeo, era un ganador nato. Se le veía que tenía algo muy especial, pero muy especial. Ya en aquellos tiempos decíamos que se le veía que iba a llegar muy lejos, lo que pasa es que nadie, absolutamente nadie, empezando por él, se imaginaba que iba a tener una carrera con semejantes logros".
"Rafa era un chaval de 10, educado, respetuoso, divertido, con los valores que se le ven a día de hoy"
Excompañero de NadalAndrés Carrasco, de la misma quinta de Nadal y que llegó a jugar algunos Futures antes acabar en la Universidad de Arizona disputando el circuito universitario, recuerda mucho la intensidad del balear en los entrenamientos. Pero su recuerdo más cristalino no tiene nada que ver con el tenis. "En el aeropuerto de París le cagó una paloma en la cabeza a Rafa. Estábamos comiendo un McDonalds y le cagó, lo tengo grabado en la cabeza", dice riéndose.
Rafa, un niño entrañable y bromista
Las personas que vivieron aquellos días junto a Nadal hablan de un niño muy educado y simpático. "Rafael era un niño muy vivo y entrañable. El día que fue la noche oficial de entrenadores, Toni fue a jugar a los bolos con los demás entrenadores. A las 23:00 de la noche, Rafael estaba llorando y quería llamar a su papá a Manacor. Finalmente, cuando Toni llegó a casa, se encontró a Rafael dormido en el sofá", fue otro de los recuerdos que compartió Marie Lebourg en L'Equipe. "Una vez tuvimos a un niño rumano y cuando perdió, fue un desastre. Con los Nadal todo era muy sencillo. Tenía mucho carácter y se comportaba como un pequeño guerrero. Pero jugaba por jugar, era una cuestión de educación".
Cuando Nadal se hizo famoso, a Marie y Michel les bautizaron en el pueblo como "los nadalienses". A pesar de los llantos y de Nuts, Nadal siempre ha guardado con mucho cariño los recuerdos de aquel torneo en Auray. Fue ahí, con ese título, cuando decidió que quería ser tenista y no futbolista, pues hasta entonces se debatía entre las dos disciplinas.
"Queridos amigos, hace ya 12 años que, al ganar el Open Super 12 de Auray tomé la decisión de optar por el tenis, de intentar una carrera internacional", señaló Nadal en el año 2010 en una carta escrita a mano que envió al torneo. Y cinco años después, el balear les envió un vídeo felicitándoles por el 30º aniversario del torneo.
"Nadie ha olvidado su paso por el torneo", reconocía recientemente a Ouest France el director de Super 12, Xavier Liéval. "Él mismo nunca deja de recordarnos que su carrera comenzó en Auray. Rafael estaba dividido entre el fútbol y el tenis. Aquel éxito le conectó realmente con el tenis".
Andrés Carrasco lo recuerda exactamente así. "A nivel personal, Rafa era un chaval de 10, educado, respetuoso, divertido, con los valores que se le ven a día de hoy. Era la extensión de lo que es ahora, supersimpático, muy bromista, amante del fútbol a rebosar", señala. "Le encantaba el fútbol y Auray es su punto de inflexión. Ya había ganado el campeonato de Mallorca, pero no había jugado todavía ningún campeonato de España. En esas, vas a un Europeo y lo ganas de aquella manera ante el mejor del momento, que era Jamie Murray. Eso le hizo decantarse por el tenis".