El tío Toni cinceló la ambición de Nadal con papel y boli: "No quería que creyese que iba a ser muy bueno"
No hay persona más fundamental en la carrera del mejor deportista español de la historia que su tío Toni. Así moldeó una mentalidad como no ha habido otra en el mundo del deporte.
La anécdota ocurre en el mes de noviembre de 2007 y tiene como escenario un ascensor de un hotel de lujo en Shanghái. Dentro están Rafael Nadal; su tío y entonces entrenador, Toni Nadal; y su jefe de prensa, Benito Pérez-Barbadillo. Están bajando de sus habitaciones para ir a cenar y Nadal, que entonces ya era una estrella mundial, triple campeón de Roland Garros y nº2 del ranking ATP, lleva pantalones cortos.
"¡Oye! En el restaurante hay que ir con pantalones largos, aunque a ti no te dirán nada", le dice Benito a Nadal. Entonces es Toni el que toma la palabra: "¡Vaya educación que le das! Sube y cámbiate". Y Rafa obedece a su tío: regresa a su habitación y unos minutos después baja por el mismo ascensor pero con un pantalón largo. Ya pueden ir a cenar.
"Eso hizo. Respetó el principio de autoridad", dijo Toni Nadal años después en una entrevista con la revista XL Semanal. "Se ha educado así toda la vida y le pareció bien. Si a un niño, porque triunfe, le das carta blanca a los 17 años, lo normal es que a los 24 sea un imbécil. No es el caso de Rafael".
Aquel intercambio es un reflejo perfecto de la relación entre Nadal y su tío, el pilar fundamental de su carrera. Toni Nadal (Manacor, 1961) es la persona que ha moldeado al mejor deportista español de la historia, que ha erigido una mentalidad de hierro que no resiste comparación alguna y que ha cincelado una ambición sin límites. Todos esos ingredientes se unieron a lo que traía de serie el pequeño Rafael, un talento descomunal y una capacidad para trabajar, levantarse y remontar que se estudiará en las universidades, como dicen algunos. ¿El resultado? No sólo uno de los atletas más exitosos de todos los tiempos, sino también un animal competitivo, un deportista feroz como pocos.
Nadal, crecer sin halagos
Desde bien pequeño, Toni Nadal era un fanático del deporte. Veía por la televisión el fútbol, el atletismo, el baloncesto y practicaba la natación, el ping-pong, el ajedrez y el tenis, claro. Quiso ser tenista -llegó a competir a cierto nivel y era un jugador rocoso, muy batallador-, pero al final tuvo que conformarse con la docencia. Aunque empezó a estudiar Historia y Derecho y se inició en los negocios con su hermano Sebastià (el padre de Rafael), a él lo que le gustaba era el deporte y se pasaba el día en la escuela de tenis de Manacor que él mismo dirigía.
Rafael tuvo su primera raqueta a los tres años y su tío estaba ahí. "La primera bola que golpeó... dije 'Ostras, este niño'. Me sorprendió cómo golpeaba la pelota cuando tenía 3 años. A los siete años ya jugaba cuatro veces por semana y ya vi que había un buen potencial. ¿Para crack? Eso lo sabes nunca", dijo Toni en un programa de Trans World Sports cuando la carrera de su sobrino todavía estaba despuntando.
Cuando cumplió diez, su padre y su tío se sentaron y decidieron que Toni sería el entrenador. El chico empezaba a despuntar y necesitaba un técnico, una persona que le ayudara a recorrer el camino hacia su sueño. Toni aplicó mano dura. Él no es amigo del halago. Lo que hace crecer a un deportista, cree, es la crítica y las ganas de querer ser cada día un poco mejor. Y eso es lo que le inculcó a Rafael desde el día uno. Y como Toni siempre ha sido una persona más analógica que tecnología, lo hacía con papel y boli.
Una lista de campeones y un folio
Cuando Nadal derrotó a Ricardo Villacorta en la final del campeonato de España alevín en 1997, el muchacho estaba tan eufórico que su tío le quiso devolver a la tierra. Así que llamó a la Federación Española haciéndose pasar por un periodista para que le facilitaran unos datos. Quería los nombres de los últimos 25 tenistas que habían ganado el campeonato de España alevín. Y los apuntó en una libreta.
"Nosotros comíamos los sábados juntos en familia, y un día saqué la lista y se la hice recitar delante de todos para se ubicase. Había alguno que conocía, como Bruguera o Corretja, pero de los 25 conocía a cuatro o cinco", relató Toni en Trans World Sport. "Entonces le dije: 'Esa es la posibilidad real de que tú seas bueno'. No quería que creyese que iba a ser muy bueno". Toni quería relativizar el éxito, que su sobrino tuviera siempre los pies en la tierra.
"A mí no me gusta tener jefes y creo que a mi sobrino le iba bien que yo tuviera la tranquilidad de decirle en todo momento lo que yo quería decirle, sin estar pendiente. Si yo cobro, tengo que ir con cuidado"
Por eso, al día siguiente a su primer Grand Slam, el Roland Garros 2005, con el mundo rendido a los pies de Nadal, el tío Toni volvió a sacar papel y boli. Mientras su sobrino se desperezaba en la habitación tras una noche larga en París, Toni escribió en una hoja todo lo que había hecho mal Nadal durante la final ante Mariano Puerta y todo lo que tenía que mejorar en el futuro. Que era sólo el principio, que Puerta había jugado mejor, que tenía que mejorar mucho el saque. Rafael lo leyó aquel lunes camino de Halle, la ciudad alemana donde iba a iniciar la gira de hierba.
Sin cobrar por entrenar
Esa exigencia de uncle Toni caló muy hondo en Rafael. Y una de las claves de ese éxito, en opinión del propio Toni, es que jamás cobró un euro de su sobrino. "No lo hice por dos razones. Primero porque yo tenía negocios con su padre, él hacía funcionar los negocios y yo no iba por allí. Y en segundo lugar porque, cuando mi hermano me dijo que tenía que cobrar, yo le contesté: 'Creo que le irá mejor a tu hijo si no cobro, porque yo tendré la tranquilidad de decirle lo que quiera'. En el mundo del deporte el que paga manda y en el mundo del tenis el jefe es el jugador, no es el entrenador. A mí no me gusta tener jefes y creo que a mi sobrino le iba bien que yo tuviera la tranquilidad de decirle en todo momento lo que yo quería decirle, sin estar pendiente. Si yo cobro, tengo que ir con cuidado", relataba Toni en su visita a El Vestuario de Quique Peinado.
Toni fue el entrenador de Nadal hasta diciembre de 2017, cuando le entregó el testigo a un Carlos Moyà que llevaba en el equipo justo un año. Con su tío en el banquillo, Nadal ganó 16 Grand Slam, 30 Masters 1000, dos oros olímpicos (uno en individuales y otro en dobles) y alcanzó el número uno del ranking. Tras dejarlo con su sobrino, Toni se dedica a dirigir la Rafa Nadal Academy.