El zurdo español que ganó a Federer y Agassi antes que Nadal: "Rompía tantas raquetas que hubo un momento que no me salía a cuenta"
Pato Clavet ganó a Federer, Agassi, Kuerten o Hewitt, levantó ocho títulos y alcanzó el puesto 18 del ranking. "Cuando perdía, mejor no estar cerca de mí. Los tenistas somos egoístas".
Esta es la historia de un hombre que no quería ser tenista y que acabó ganando a algunos de los mejores de la historia. El relato de un hombre que llegó a la élite del tenis por un camino imposible. Mientras los de su generación se curtían en el circuito júnior, él seguía en Aranjuez, donde nació en 1968. Mientras sus coetáneos hacían su incursión en el profesionalismo, él estaba preparándose para irse a estudiar a Estados Unidos. Pero el destino, la suerte, el azar, llamadlo como queráis, tenía otros planes para él.
Hablamos de Francisco Clavet. Pato. El zurdo que pasó de no gustarle el tenis a sentirse "el rey del mundo", a tumbar a Federer, Agassi, Hewitt o Kuerten, a paladear cada segundo en el circuito. "Me encantaba entrenar, viajar, los torneos, las giras. Cuando jugaba no sabía muchas veces ni en qué semana, ni en qué mes estaba", dice en una entrevista con Relevo en el Club de Tenis Chamartín, su casa de siempre y en la que ahora, a sus 55 años, mata el gusanillo dando clases de tenis.
Recuerda que nadie hablaba de salud mental en su época, mira con tristeza la "burbuja" que se ha creado alrededor de los tenistas de ahora, asegura que el tenista es egoísta por naturaleza y entiende que las raquetas rotas forman parte del camino. "Preocúpate cuando no te enfades", comenta.
Tu historial de victorias asusta. Hewitt, Kuerten, Federer, Agassi... No hay mucha gente que pueda decir eso
La verdad es que estoy contento y orgulloso de la carrera que tuve y de esas victorias, porque la verdad es que fueron contra jugadores muy buenos. Algunos de ellos han hecho historia y el hecho de jugar y competir contra ellos, y durante tantos años, para mí ha sido un orgullo. Tengo victorias contra ellos, pero la mayoría de las veces me ganaban ellos a mí. Pero siempre es bonito recordar esa clase de triunfos y la verdad es que al final echas la vista atrás un poquito y te sientes contento de lo que has hecho.
Si miras para atrás, ¿qué ves con más orgullo?
Creo que es un poco un conjunto de todo. Hay victorias muy especiales, como tú has dicho, haber ganado a jugadores de ese calibre, sobre todo a Federer, pues es algo que está ahí y que quedará para la historia. También los torneos que tuve la suerte de ganar. El primero, en Hilversum (1990), fue muy especial porque llegaba como lucky loser. Y el último torneo que gane también, en Scottsdale (2001), el único torneo de pista rápida que he ganado y en el que gané a tres top ten. También me siento orgulloso de haber formado parte del equipo español de Copa Davis que ganó la primera en Barcelona en el año 2000, fue un hito muy importante en mi carrera. Pero de lo que más orgulloso me siento es de haberlo dado todo en en mi carrera, de que cada partido que he jugado, cada entreno que he hecho, daba el cien por cien de lo que tenía. El haber entregado cuerpo y alma. Hice y llegué hasta donde pude, hasta donde los límites me permitieron, que no es poco. No me puedo reprochar nada, ni nadie me puede reprochar nada, porque lo di todo y lo intenté todo hasta el final.
«Creo que es el día más feliz de mi vida como tenista». ¿Te acuerdas de cuándo dijiste eso?
Estamos hablando de hace ya más de 20 años y estuve jugando muchos años. No me acuerdo bien.
Tras ganar el título en Scottsdale en 2001.
Yo tenía 32 años, fue en el 2001 y me retiré en 2003. Fue al final de mi carrera y fue muy especial porque fue mi único título en pista rápida y gané a tres top ten en días consecutivos, Agassi, Hewitt y Norman.
¿Con qué victoria te quedas?
Hoy por hoy con la de Federer, pero esa fue en Cincinnati. Y de Scottsdale la más especial fue la de Agassi porque podría haber perdido en primera ronda. Le gané 7-5 en el tercero. Lo normal, tendría que haber perdido ese partido, pero lo remonté, gané y después gané el torneo. Esa victoria fue muy especial, pero para mí todas las victorias son muy especiales cuando juegas. Eso es lo que tiene el tenis. Por la experiencia que tengo, cuando juegas, cuando ganas, cuando compites, es una sensación única, es diferente. Yo siempre decía que me sentía como si fuera el rey del mundo. Igual que cuando pierdes es una sensación horrorosa, lo pasas mal, sufres, pues tiene esas dos vertientes, los dos extremos, y eso creo que es lo que hace tan bonito el mundo del tenis. Eso se nota más en deportes individuales, donde aunque estás con un equipo que te rodea, que te ayuda, que te apoya todo el rato, al final todos esos sentimientos, tanto los buenos como los malos, son más profundos en un deporte individual.
Además se pierde todas las semanas salvo que ganes el título. Eso pasa en muy pocos deportes.
Exacto, la convivencia con la derrota es semanal. Al final te acostumbras entre comillas, porque nadie quiere perder y cuando compites, pues compites para ganar. Pero es cierto que la mayoría de los jugadores, excepto los extraterrestres, tienen que lidiar con la derrota y tienen que estar acostumbrados. Por eso te digo que hay derrotas que cuando tú ves que lo has intentado, que lo has dado todo y que el otro te ha ganado porque ha sido superior, no te puedes reprochar nada. Es cierto que duelen, pero es diferente. Otra cosa es que pierdas porque hayas jugado mal, porque no te hayas entregado, por otra serie de circunstancias, pero si al final lo has intentado, lo has dado todo y el otro ha sido superior, pues hay que aceptarlo, sacar una lectura positiva e intentar ir a por la siguiente.
¿Tú te cabreabas mucho cuando perdías?
Sí, me cabreaba, tenía un carácter fastidiado, por no decir otra palabra. De hecho, cuando era más joven lo tenía todavía peor, rompía muchas raquetas. Llegó un momento cuando empecé a jugar profesional que seguía un poco con esa misma actitud y, claro, no me salía a cuenta, porque cada vez que tirabas una raqueta o decías algo, era multa. Hubo un momento en el que tuve que calmar un poquito los ánimos, templarme un poquito y decir: 'Si queremos jugar al tenis, o cambiamos o...'. Y es cierto que a partir de ahí cambié absolutamente, pero tenía mucho carácter. Cuando perdía, mejor no estar cerca de mí en un ratito, pero yo creo que también por eso pues eso me ayudaba también a ser mejor, a intentarlo cada vez más, a esforzarme.
Es que la derrota tiene que enfadar, ¿no?
Preocúpate cuando no te enfades. Es normal y lo que pasa es que hay que gestionarlo bien. Que te enfades, pero que sea positivamente para intentar mejorar y para cada vez intentar aprender de los errores.
¿Tú veías el tenis como una profesión o como un hobby?
Yo el tenis lo veía como un hobby. De hecho, a mí el tenis me gustaba lo justo. No era un deporte que me gustara mucho en su momento, cuando empezaba. Mi hermano Pepo, que también es entrenador y fue jugador, era realmente al que le gustaba. Tenía mucha más afición y era el que un poco me inculcó a mí esa afición. Pero cuando era más joven, incluso te puedo decir hasta los 18 años, no sabía si iba a jugar al tenis o si iba a estudiar... La idea era irme a estudiar una carrera a Estados Unidos, no jugar profesional. Por circunstancias del destino, tuve la suerte de que Pedro Muñoz, que en paz descanse, que era el patrocinador de mi hermano, pues me dio a mí también la oportunidad de poder viajar. Y ahí empezó un poco mi carrera. Pero fue un poco un golpe de suerte. Realmente no tenía intención de dedicarme al tenis.
Y al final llegaste más lejos que tu hermano Pepo...
Yo siempre sigo diciendo que el bueno es y ha sido mi hermano. Lo que pasa es que él tuvo mala suerte por temas de lesiones. Jugaba muy bien, pero tuvo una lesión en el tobillo de la que no se recuperó bien y lo dejó pronto. Yo en esa época era un poco alocado y la verdad es que ni lo pensaba. No jugué nada en la época de juniors. Jugué cero. No jugué con Javier Sánchez ni con los que estaban ahí. De hecho, yo me acuerdo que iba al Club de Campo a verlos jugar. Con 16 o 17 años, ellos ya jugaban profesional y yo estaba estudiando en mi pueblo, en Aranjuez. Para mí eran como ídolos y luego ya empecé. Estuve unos años entrenando con Pato Álvarez, con el grupo de Emilio Sánchez. Hoy lo cuentas y piensas que es imposible. Yo creo que también me ayudó saltarme esa época de juniors, esa competición, que es muy difícil y hay mucha presión del entorno, familia, patrocinadores.
Ahora los tenistas viajan con dos entrenadores, preparador físico, fisioterapeuta, agente... ¿Tú con cuántas personas viajabas?
Nosotros éramos más humildes. Íbamos con el entrenador y alguna vez, si te lo podías permitir, ibas con el preparador físico. Ahora todo eso ha cambiado muchísimo desde mi época. Como tú dices, ahora viaja una troupe de gente, de 8 o 10 personas, que además son como una especie de burbuja, que cada uno va por su lado. Y la verdad es que, por lo que veo, hay poca interacción. Antes era todo mucho más relajado. Yo me acuerdo de que cuando íbamos a jugar torneos, quedábamos para cenar y nos íbamos a cenar seis o siete. Como había muchos españoles, nos íbamos a cenar juntos. Eso yo creo que se ha perdido. Y bueno, a mí me da un poco de pena, porque realmente eso era bonito.
Hablabas antes de la soledad de tenis. ¿Tú lo llevabas bien?
Sí es solitario, pero yo también tuve la suerte de que viajé muchos años con mi hermano, con lo cual eso ya te ayuda mucho. Y luego, ¿sabes qué pasa? Que me encantaba. Me encantaba entrenar, me encantaba viajar, me encantaban los torneos, las giras. Yo me acuerdo que cuando jugaba no sabía muchas veces ni en qué semana, ni en qué mes estaba. 'Ahora toca la gira de tierra, ahora la de hierba'. Iba por torneos, no por semanas o por meses. Disfrutaba mucho y la verdad es que en ese sentido no sufría estando fuera. Evidentemente que echas de menos a la familia, que quieres verlos. Luego cuando venía, lo disfrutaba casi más. Yo creo que si amas lo que haces y te gusta, pues lleva mejor.
El tenis es un deporte egoísta, pero luego en la vida uno pretende no serlo. ¿Cómo es ese balance?
Es cierto que es así. En los deportes, sobre todo individuales, el deportista es ya de por sí egoísta. Mira por sus intereses, por estar bien. Y tiene a un equipo que está un poco alrededor, que está en función de lo que quiera el profesional, el tenista. Hay veces que es difícil disociar la parte profesional de la parte personal. A veces, ya una vez retirado, pues me decían, '¿tú te crees que todavía juegas? Relájate un poco. Que ya puedes cenar un poquito más tarde, que no pasa nada'. Lo que pasa es que yo siempre he sido muy cuadriculado con el tema de los horarios y las comidas, y me costaba saltarme un poquito esas pautas. Con el tiempo, ya poco a poco te vas relajando, pero es cierto que en la época profesional es complicado porque si vas muy bien, siempre quieres tener todo controlado, que todo vaya según lo previsto. Sí es cierto que somos egoístas y todos lo reconocemos, que eso por lo menos es bueno.
Ahora se habla mucho de la salud mental en el deporte, ¿en tu época era un tabú?
Es que ni se planteaba. De la salud mental no había debate porque realmente no era un tema que estuviera identificado. Evidentemente ha existido siempre la presión. A muchos tenistas la presión les podía, muchos no han llegado por el tema de la presión, otros por el tema de defender puntos, de defender ranking... Todos los deportistas yo creo que lo hemos pasado y lo hemos sufrido, pero antes como no estaba identificado había otros mecanismos. Decías 'Esto hay que superarlo' y buscabas la manera, buscabas el camino para llevarlo y gestionarlo de la mejor manera posible. No había los medios que hay ahora. Ahora hay muchos más medios, que creo que es mucho mejor. Antes era tirar para adelante como los burros y decir 'aquí o te sacas las castañas del fuego o no te las va a sacar nadie'. Entonces era un poco por tozudez, cabezonería. Es que no había otra.
¿Tú pasaste algún bache?
Sí tuve momentos malos, críticos, de llevar cinco derrotas seguidas en primera ronda y empiezas a darle vueltas a la cabeza. Aparte el tenis no es un deporte como el fútbol o el baloncesto que tú tienes un salario asegurado y que sabes que eso lo vas a cobrar sí o sí. En el tenis cada semana eres tú y si ganas, bien; y si no, pierdes dinero. Y eso cada año porque tienes que defender un ranking para entrar en los torneos. Cada año es una pelea, una lucha. Empiezas un poco a darle vueltas a la cabeza. Dices 'me voy a ir en el ranking'. 'Si me voy en el ranking no entro'. 'No tengo dinero para viajar'. Es una pescadilla que se muerde de la cola y evidentemente eso añade mucha presión a jugar. Yo me metí pronto entre los 100 primeros y me mantuve ahí durante muchos años, con lo cual tuve garantizado el poder jugar en los torneos en los cuadros principales. Pero cada año tenía que defender los puntos y tenía que estar ahí entonces es una cosa que claro que la sientes y cuando no van bien las cosas te empiezas a plantear.
Dime lo primero que se te venga a la cabeza si te digo Rafael Nadal.
Leyenda. No sé, lo que quieras. Para mi Rafa es... no sé si hay un adjetivo. De Rafa me lo creo todo. Si me dices que va a ganar Roland Garros este año, me lo creo. Es factible. De Rafa lo veo factible. Es una persona en la que tengo fe ciega en lo que pueda hacer y en lo que pueda conseguir porque ya lo ha demostrado tantas veces... Es difícil una palabra solo.
¿Qué es lo más bestia que ha hecho?
Para mi lo de 14 veces Roland Garros es una barbaridad. Mira que ahora Djokovic tiene casi todos los récords, los ha roto todos, es increíble, pero para mí el récord más bestia de todos son los 14 de Rafa en un Grand Slam.
Hay grandísimos tenistas que no han llegado a jugar 14 veces un mismo torneo...
Por eso te digo, es que 14 torneos de un Gran Slam... Comparativamente hablando con el resto de los mortales, es que es una auténtica barbaridad. Para mí sólo se explica desde el punto de vista que ha sido tan superior en tierra que él jugando al 60% ganaba a todos los normales. A lo mejor con Djokovic o Federer tenían que jugar mejor. Pero que podía tener muchos días malos en tierra y no solamente te digo en Roland Garros, te digo en todos los demás torneos que ha ganado diez o doce veces. Podía jugar y tener malos días y ganar al 99% de los jugadores. Era tal la superioridad... Siempre digo que ellos tres han nacido adelantados a su tiempo. Como dos generaciones adelantadas a su tiempo. Era como si yo jugara contra los de la raqueta de madera.
¿Qué tenista te ha enamorado?
Federer. Es el que más. Para mí es la perfección. Ver a Federer es decir 'Qué maravilla'. Si yo quisiera enseñar a alguien a jugar, le diría: 'Mira esto porque es la perfección hecha tenis'. Para mí técnicamente no hay nadie que juegue tan perfecto como él. Y luego las cosas que hacía, la manera de desplazarse, lo elegante que era. Yo creo que al final es un conjunto de todo.
¿Era ya ese Federer elegante cuando jugaste contra él?
Ya había ganado Wimbledon Junior y tenía una proyección muy buena. Evidentemente no era lo que luego se convirtió. Pero le veías que ahí había madera de algo especial. O sea, algo diferente. Era elegante como jugaba, la manera de golpear, todo. Luego lo ha ido afinando y perfeccionando. Pero sí se le veía que iba a ser muy bueno.
¿Crees que el tenis de ahora es aburrido?
Veo mucho tenis y veo partidos que son bonitos, que son divertidos. Cada generación tiene sus jugadores y tiene sus retos y siempre surgen jugadores nuevos, diferentes. Savia nueva, fresca. Ahora están Alcaraz,, Shelton, Sinner... Y decían que después del Big Three iba a ser como ir para atrás. No creo. No creo que sea ir para atrás. Realmente estos tres han marcado una época que ha sido brutal. Pero incluso cuando jugaban los tres, también se podía decir que era aburrido. Siempre llegaban los mismos a las finales y siempre son los mismos partidos. Se han repartido entre los tres el 80% de los torneos, es una locura. Es cierto que los partidos eran épicos, Pero para el espectador en un momento dado podría decir que es lo de siempre. En esta época, en la que están esos chavales jóvenes irrumpiendo, es bonito ver quién va a estar ahí, quién se va a posicionar, quién va a ser el próximo número uno estable. No nos vamos a aburrir.