Ayoub Ghadfa se cansa de los estereotipos antes de pelear por el primer oro olímpico del boxeo: "De pobrecito nada, soy un afortunado"
El púgil español atiende a Relevo antes de saltar a la Philippe Chatrier para jugarse el oro con el uzbeko Jalolov, campeón en Tokio 2020.
Sale de la Villa Olímpica en sandalias, vestido de arriba a abajo con los colores de España, saluda amablemente y camina sin colgar una videollamada en la que solo se escuchan proclamas de ánimo. "Lo tienes, hermano, ya es tuyo", resuena por el altavoz del teléfono. "Vamos a ir a por ello, hermano", responde él tranquilo, como un mar en calma.
Antes de sentarse frente a la cámara de Relevo, Ayoub Ghadfa rasga sus ojos, sonriente, cada vez que alguien le pide una foto. No son pocos quienes lo hacen en los escasos metros que separan la casa de todos los deportistas del lugar reservado para la entrevista con este medio. "Esto está siendo una pasada", resume él. "Es como un sueño".
A sus 25 años, el marbellí, un híbrido de puro músculo y mirada infantil, peleará esta noche por darle a España su quinto oro en París. La plata ya está asegurada, como indica su perfil de Wikipedia, que le define, ya a esta hora, como medallista olímpico. "Ostras, no lo había visto", reconoce, incapaz de ocultar su entusiasmo. "Buah, menudo privilegio".
El objetivo, no obstante, es otro bien distinto. Ghadfa entrará al ring poco antes de las once de la noche con la victoria como único fin, y lo hará, ahí es nada, en la pista central de Roland Garros, la Philippe Chatrier, sede de las rondas finales del boxeo olímpico. "Cuando miras para arriba y ves que está a reventar de gente se te pone la piel de gallina", explica el español, finalista en la categoría de más de 92 kilos. "Estoy muy contento por poder colgarme mi primera medalla olímpica en un lugar así".
Los pasillos, claro, rezuman otro deporte. "Huele a tenis. Ves raquetas, cuadros antiguos, fotos. Es una pasada", declara Ghadfa. "Sobre todo porque te recuerda a Rafa Nadal. Su espíritu está vivo [ríe]. Los vestuarios son un poco peores que los del primer pabellón, eso sí, pero da igual. Es un orgullo pelear ahí, en el lugar en el que un referente para el deporte español ha conseguido tantas cosas".
"Que sea hijo de inmigrantes no me define ni me parece relevante"
BoxeadorTodo está listo. Todo parece alineado. Pero no. Hay una china en el zapato, algo que ha alterado el ánimo del boxeador marbellí durante las horas previas a la gran final. "Estoy cansado de que siempre me presenten como el chico que sufrió bullying y el chico que es hijo de inmigrantes", lamenta, torciendo el gesto. "Yo he sido un buen chico, se metían conmigo en clase, sí, pero no he tenido una infancia dura, la verdad".
"Me cansa porque me ponen de pobrecito, pobrecito, pobrecito, míralo dónde está... Y no. De eso nada. He sido un afortunado", añade, molesto. "Mis padres me han educado bien, se han esforzado para que pudiera estudiar, yo me he sacado una carrera en Madrid y mira, al final me topé con el deporte, pero he tenido una vida muy feliz. Estoy muy satisfecho con todo lo que he conseguido y con el apoyo de mi familia. Soy un afortunado".
Tal fue el hartazgo, que tras su semifinal ante el francés Aboudou Moindze, Ghadfa tuvo que llamar la atención a una emisora española, harto con los términos que habían empleado durante sus combates previos. "Es que vamos a ver, que sea hijo de inmigrantes o que se metieran conmigo de pequeño no me parece relevante", sentencia. "Es solo una parte de mi historia, no mi historia completa ni lo que me define".
Superado el mal trago, y centrado en una final histórica para el boxeo español —podría convertirse en el primer campeón olímpico en nuestro país—, el púgil de Marbella sueña a lo grande en la misma ciudad donde hace solo unos días su compañero de entrenamientos, Enmanuel Reyes Pla, El Profeta, conquistó un meritorio bronce en el peso inferior, los 92 kilos.
"Quién sabe si daré el salto [al profesionalismo]; habrá que pensarlo, porque no es fácil"
Boxeador"Admiro muchísimo a Enmanuel", cuenta Ghadfa. "Cuando entré en el equipo recuerdo que era muy novato, tenía aún muy pocos combates, y él era ya un superclase. Al principio me curtía mucho [ríe], pero mira, a base de palos también se aprende mucho, y luego nos hemos curtido mutuamente. Es un privilegio mejorar con él y con nuestro entrenador, Rafael Lozano, también medallista olímpico".
En el horizonte, un oro conquistado en el pasado por algunos de sus ídolos. "Hombre, en kickboxing me encantaba Badr Hari, pero en boxeo mis referentes siempre han sido Mike Tyson y Muhammad Ali [oro en Roma 1960]", admite. Otros como Wladimir Klitschko o Anthony Joshua ya probaron las mieles del oro en su peso. "¿Seguir sus pasos? Quién sabe, quizás en uno, dos o tres años... No sé, habrá que pensarlo y valorarlo, porque no es fácil", sentencia, centrado en el presente. "Al final, éste no tiene por qué ser mi último combate en amateur".