BOXEO

El experimento de Muhammad Ali con un wrestler que acabó siendo un fracaso

Muhammad Ali se enfrentó a Antonio Inoki, leyenda de la lucha libre japonesa, en un combate en 1976. Las normas hicieron que el pleito fuese catalogado como "el peor de la historia".

Antonio Inoki intenta golpear a Muhammad Ali durante su combate./Getty Images
Antonio Inoki intenta golpear a Muhammad Ali durante su combate. Getty Images
Álvaro Carrera

Álvaro Carrera

Tyson Fury, campeón mundial WBC del peso pesado, se enfrenta este sábado a Francis Ngannou, excampeón de la UFC, en Arabia Saudí. El pleito, como es lógico, paralizará todo por el morbo más que por lo deportivo. Al igual que sucedió en 2017, en un combate de boxeo convencional, el púgil es claro favorito. Mayweather se impuso con facilidad a McGregor y se espera que el Gipsy King haga lo propio. El inglés, de 35 años, ha sido fuertemente criticado por elegir el "dinero" a la "gloria", ya que este duelo hace que el Fury vs Usyk que reclaman los aficionados tenga que esperar. Tienen razón, pero en la historia el inglés no es el único que ha optado por algo "exótico" para embolsarse varios millones de dólares.

Muhammad Ali abrió una puerta que muchos boxeadores de su generación intentaron replicar, aunque con mucho menor éxito. The Greatest acudió a una recepción en abril de 1975 con Ichiro Hatta, antiguo secretario de la escuela de judo Kodokan y pionero de la lucha libre en Japón. Ali, con 34 años, buscaba hacer dinero y vio la oportunidad. El púgil lanzó un desafío por medio de Hatta: "¿No hay ningún luchador oriental que quiera desafiarme? Daré un millón de dólares a quien me gane", espetó.

La noticia, como era lógico, empezó a recorrer Japón y Antonio Inoki aceptó el órdago. Inoki es una de las mayores leyendas que ha dado la lucha libre japonesa. Creó New Japan Pro Wrestling (principal empresa del sector actualmente) y era su principal rostro en ese momento. El duelo, mas allá de Ali, era muy llamativo para el público asiático. Inoki logró reunir aproximadamente unos seis millones de dólares gracias a varios patrocinadores. Así, y tras unas largas negociaciones, firman en marzo de 1976 el acuerdo para pelear el 26 de junio.

La controversia por las reglas del combate continúa

El duelo era una especie de mezcla de estilos. Muhammad Ali y su equipo, de hecho, no acabaron de aclararse con el concepto… al menos eso dicen las diferentes versiones, sus dos protagonistas (ya fallecidos) nunca hablaron del tema. El periodista John Murphy ha publicado que al principio la idea era hacer un combate coreografiado. Bajo esa premisa, Ali iba a golpear de manera accidental al árbitro. Mientras estaba noqueado, el japonés utilizaría un golpe por la espalda y así cuando volviese el árbitro daría el triunfo al wrestler. Según Murphy, el plan hizo enloquecer a Ali. The Greatest no valoraba la opción de perder y entonces ordenó que la lucha fuese real.

Antonio Inoki. New Japan Pro Wrestling
Antonio Inoki. New Japan Pro Wrestling

Por otro lado, la versión que sale desde Japón es diferente. Ali visitó a Inoki en su campo de entrenamiento. Vio cómo estaba entrenando duro y cuando preguntó cuándo iban a practicar para el combate se enteró que "nunca", ya que iba a ser un duelo real.

Sea de un modo u otro, el equipo de Ali impuso unas normas muy restrictivas para el combate. Básicamente, Inoki sólo podría golpear al boxeador con la mano abierta, siempre que no apuntase a la garganta. También le dejaban hacer zancadillas y lanzar patadas siempre y cuando una de sus rodillas estuviese en contacto con la lona. También se le permitía lanzarlas si estaba sentado. Por contra, Muhammad podía golpear con sus manos y piernas como quisieran.

El esperpento del Nippon Budokan

El Nippon Budokan, construido para los Juegos de 1964, se llenó (alrededor de 15.000 personas) y millones de personas vieron el evento en directo (se ofreció en directo en 34 países). Todos esperaban algo espectacular, pero con las normas tan restrictivas no sucedió. Ali se había garantizado tener siempre alejado a Inoki y que su seguridad no estuviese en duda en ningún momento.

Inoki perseguía una y otra vez golpear con sus piernas, y lo logró, pero estaba en clara desventaja. Al final, los jueces dieron nulo y el espectáculo fue lamentable. Se vio un espectáculo pésimo, ya que no había manera de ver un intercambio real y se veía al japonés muy lastrado. Con este plan todos quedaron contentos, aunque Ali tuvo que ir al hospital. El boxeador recibió patadas durante 15 asaltos, lo que le formó hematomas y heridas que incluso hicieron que se temiese por la salud del púgil. Los médicos temían que tuviesen que amputar una pierna debido a una infección.

Finalmente, Ali se pudo recuperar, aunque las marcas le quedaron de por vida. Otra de las muchas leyendas que circulan viene de parte de Bret Hart. El histórico luchador de wrestling estaba peleando en New Japan Pro Wrestling en esa época y asegura en sus memorias que miembros de la Nación del Islamamenazaron a Inoki antes del combate para que no golpease a Ali fuera de las normas.

Ali provocó réplicas del modelo

La firma del combate entre Muhammad Ali y Antonio Inoki fue un boom para la industria del entretenimiento deportivo en ese momento. Por ello, Vicent J. McMahon (padre de Vince McMahon, dueño hasta hace un mes de WWE) ofreció el combate en el Shea Stadium de Nueva York. Congregó a casi 33.000 fans y ofreció un combate del mismo estilo. Su estrella, Andre El Gigante, se enfrentó a Chuck Wepner, quien había peleado un año antes contra Ali y fue inspiración para el personaje de Rocky. En el pleito neoyorkino si hubo igualdad y ganó Andre El Gigante al lanzar a Wepner fuera del ring.

Años después, Antonio Inoki se volvió a enfrentar a un boxeador. En este caso el elegido fue Leon Spinks, quien había destronado a Ali en febrero de 1978. En esa ocasión, el pleito sí fue coreografiado. Por otro lado, en diciembre de 1991, Nobuhiko Takada, discípulo de Inoki, se enfrentó, en el un duelo real, a Trevor Berbick, último oponente que tuvo Ali en su carrera. Takada ganó por abandono. No pudo resistir el dolor por las patadas que el wrestler le propinó.