REAL MADRID

Detrás de los cuatro meses que han cambiado la carrera de Mbappé hay un temor y varios incendios

El jugador del Real Madrid ya avisó sobre la necesidad de adaptación. Sus grietas en Francia por la selección, su guerra con el PSG y la sombra del 'caso Suecia' le han borrado la sonrisa.

Mbappé, en el partido contra el Milán. /REUTERS
Mbappé, en el partido contra el Milán. REUTERS
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Seguramente, cuando Kylian Mbappé (25 años) se presentó en el Santiago Bernabéu, entre flores, discursos y alegría, no se imaginaba que a 8 de noviembre su sonrisa se iba a encontrar en paradero desconocido. Del "he soñado muchas veces con esto", que dijo el francés a la afición presente en el estadio, al runrún que le rodeó en los revolcones ante el Barça y el Milan han transcurrido casi cuatro meses con más curvas de las previstas y demasiados frentes abiertos. Con la pelota y sin ella. En el Madrid, en Francia y hasta en un juzgado, peleando a brazo partido con el músculo qatarí del PSG.

El francés desembarcó con un relato humilde, consciente de la herida que provocó al plantar al club blanco dos años antes. Quiso con ello ganarse pronto el perdón, si algún aficionado aún tuviese el gesto torcido, y advertir de que una cosa es la expectativa y otra lo que dice el balón. En su primera comparecencia quiso dejar claro que su objetivo principal era adaptarse tácticamente a un equipo estructurado. Su mensaje, meses después, suena a un temor cumplido: "Yo veía todos los partidos del equipo, pero luego hay cosas que se ven en el campo. Conozco a todos, pero no sé qué tipo de pases prefieren, sus movimientos... Tengo que adaptarme tácticamente, esa es la clave, lo demás vendrá".

Pero el acoplamiento aún no ha hecho clic. Su entrada en el once como '9' (y la salida de Kroos) ha cambiado la morfología del Madrid, no marida bien con Vinicius en el ataque y Ancelotti, que no quiso incendios y dejó que sus dos estrellas decidieran sobre la marcha quién tira los penaltis, está metido en un lío de pizarra del que aún no ha encontrado la tecla para salir. Si bien es cierto que Mbappé suma ocho goles (tres de pena máxima) y dos asistencias en 15 partidos, los números no retratan las sensaciones. Arranca, se desmarca, remata, pero aún está lejos de la efectividad que acostumbra. Y lo más preocupante es su renuencia a remangarse.

Ancelotti ya ha llegado a la conclusión de que para reconducir la nave, sobre todo, hay que poner el foco en el sistema defensivo, que no sólo implica a la retaguardia. La presión alta se evapora con cierta facilidad y en ese análisis Mbappé no sale muy bien parado: es el segundo delantero de las cinco grandes ligas que menos acciones defensivas gana (1,11), el primero que realiza las acciones defensivas más lejos de su portería (a 75,8 metros) y el primero en realizar menos acciones agresivas (2,9). Un ejemplo fue el Clásico. Como informó Relevo, según los registros que manejan los preparadores físicos del Madrid, corrió sólo ocho kilómetros, el que menos, con bastante diferencia del resto, que suele sobrepasar los 10 con facilidad y se eleva hasta los 12 o 13 kilómetros. Aparte de caer reiteradamente en la trampa del fuera de juego de Flick. De ese encuentro salió señalado y su semblante no mejoró contra el Milan. El jugador ya deja algún síntoma de precipitación y cierta ansiedad por volver a marcar, por encajar.

Grietas en Francia y la sombra de Estocolmo

En medio de este proceso, al jugador se le han ido acumulando fuegos, casi como cuentas de rosario. Llegó de Francia con cuentas pendientes con el PSG que han acabado en un juicio interminable. Mbappé le reclama 55 millones de euros que, según él, le corresponden en función del contrato suscrito en su renovación de mayo de 2022. La Comisión de la Ligue 1 le dio la razón, pero el club francés se negó a pagárselos y anunció que irá "a los tribunales competentes". El pulso con el emir de Qatar no está siendo un asunto fácil para el delantero, con cruces de declaraciones, reuniones con abogados y sentencias varias.

Lo cierto es que su país se ha convertido casi en terreno hostil para la estrella. Ha pasado de ser el niño bonito a sospechoso habitual. Sus últimos capítulos con la selección han contribuido al desapego. Las críticas a su actitud, tanto de la afición francesa como de la prensa, son continuas. En el último parón pactó con Deschamps no acudir con Les Bleus para recuperarse físicamente de unas molestias y L'Equipe atacó con intención: "A partir de ahora, la selección para él será a la carta". El mismo periódico que en septiembre publicó que el portero, Mike Maignan, había criticado en el vestuario la actitud de algunos de los veteranos del equipo, poniendo el foco en Mbappé, capitán.

La polémica se ha agravado en la nueva convocatoria que el seleccionador dio ayer jueves. Le dejó fuera de la lista para los partidos ante Israel (14-N) e Italia (17-N), ambos correspondientes a la Nations League, y las explicaciones fueron tan vagas que no solo no zanjó las especulaciones sino que las esparció. "Él quería venir. He tenido un intercambio de palabras con él y he entendido que es la mejor decisión", declaró sin especificar motivos. Fuentes cercanas al Real Madrid aseguran a este medio que la decisión no fue exclusivamente cosa del entrenador, que quiso proteger al equipo del ruido en torno a Kylian, sino que el jugador también influyó. Es decir, Deschamps prefirió ponerse de parapeto ante la prensa y asumir las críticas.

De fondo sobrevuela la sombra del escándalo de Estocolmo. Deschamps aseguró que su decisión no tenía que ver con cuestiones extradeportivas, mencionando sin hacerlo al caso que desveló la prensa de Suecia, que aseguró que el atacante estaba siendo investigado por una presunta violación en el país nórdico, aunque la realidad es que el sumario es secreto y en ningún momento ha habido confirmación de nombres ni hechos. "Lo único que puedo decir es que el 10 de octubre se denunció un crimen en el centro de Estocolmo", dijo la fiscal. Sea como fuere, esto también se ha convertido en un elemento desestabilizador para un Mbappé que ve en Madrid el mejor refugio para aislarse de los decibelios y centrarse en su club y en ese objetivo que se puso hace cuatro meses: "Tengo que adaptarme rápido, esa es la clave. Lo demás vendrá con naturalidad".