Lo que se cuece en el Barça: la improvisación deja en evidencia a Flick y mosquea a Dani Olmo y toque a Lewandowski por sus 'gestitos'
El técnico decía que creía que Gündogan se iba a quedar cuando éste ya había hablado con Guardiola. Mientras, el gran fichaje del curso sigue sin estar inscrito.
Hace años, en nuestro caso desde el siglo pasado, tenemos como evidencia innegable que la clave de este negocio no es saberlo todo, sino saber quién lo sabe y justamente por eso, porque hoy no sabemos quién lo sabe o si alguien en verdad lo sabe, resulta especialmente difícil hacer información del Barça sin ahogarse. El club, sea por la asfixiante presión económica que le acogota o por la falta de planificación deportiva, vive en permanente improvisación cosa que, como es lógico, provoca situaciones de incoherencia. Ahogados por las fuentes en versiones/suposiciones más que en realidades, lo que a estas horas está más claro que el agua, dentro de un rato es más negro que el sobaco de un grillo. Lo peor del caso es que eso no sólo nos ocurre a nosotros.
Le pasa, le ha pasado ya a Flick, que tampoco tiene respuestas a preguntas que, con la competición en marcha, deberían ser inequívocas. Ayer, por ejemplo, cuando le preguntaron por la inscripción de Olmo, el entrenador del Barça mandó pelotas fuera como si su papel fuera de defensa escoba en vez de técnico del primer equipo. Y es que el míster, que ya la semana pasada excusó la ausencia de Dani en la lista de convocados diciendo que el jugador andaba corto de entrenamientos, ayer a mediodía no tenía luz verde para incluirle entre los citados para jugar hoy mismo contra el Athletic.
Algo verdaderamente ridículo y que, en la víspera de viajar a Mestalla, ya encendió a Dani Olmo porque él, físicamente, se encontraba en condiciones para debutar con el primer equipo y entendía, como ya entendemos todos, que su baja era burocrática, no deportiva. Consecuencia inmediata, Flick, absorbido por el día a día, entraba de lleno en el mundo de la improvisación para formar una alineación que probablemente no tenía pensada. Y después de ganar en Mestalla con los chavales tirando del carro, otra improvisación sobre Gündogan.
Explicamos aquí que el jueves 15, el entrenador alemán y su paisano de origen turco habían tenido un cara a cara en la Ciutat Esportiva. Flick, en la sala de prensa de Mestalla, no quiso desvelar detalles de aquella conversación pero concluyó que Gündogan, que no fue convocado por molestias físicas, se acabaría quedando en el Barça. Error. A esas alturas, Ilkai ya había llamado el viernes a Guardiola para pedirle que le llevara de vuelta al City. Pep le dijo que si regresaba sin coste alguno ya podía hacer las maletas. Y las hizo. El centrocampista perdonó los dos años que le quedaban en Barcelona, pidió el finiquito con fecha 21 de agosto y el miércoles pasado ya estaba en Inglaterra. Guardiola y su hermano Pere pasaron por el restaurante Tast para saludarle. Conversación de media hora y listo. Ferran Soriano y Txiki tomaron el relevo para cerrar el nuevo contrato (1+1) mientras cenaban en el emporio gastronómico con Ilkay y su representante, que también es su tío.
Con la salida de Gündogan, a coste cero, resulta que, a excepción de Iñigo, se han marchado del Camp Nou, perdón, de Montjuïc, todos los refuerzos del año pasado. Antes salieron Oriol Romeu, Joao Félix, Cancelo y Vitor Roque, que está a punto de hacerlo. ¿Podríamos hablar de otro ejemplo de improvisación? Sí. Y más todavía si tenemos en cuenta que en el segundo mandato de Laporta, en el que debía y debe gestionar la miseria, el Barça ha fichado cerca de 30 jugadores y apenas siguen la mitad de ellos. Ahora bien, también es cierto que esto no pasa sólo con Laporta. Con sus antecesores, también. No se olvide que tipos como Malcom, Trincao, Todibo, Yerry Mina, Pjanic o Paulinho duraron menos de lo que se tarda en contarlo. Vamos, que la improvisación no es de ahora. Viene de lejos, cosa que, por supuesto, no justifica la política actual. Sólo refleja los años que el Barcelona lleva prendido con alfileres. En lo económico, en lo deportivo y en lo argumental.
Las consecuencias
Cuando preguntamos en la ventanilla correspondiente cómo era posible que no hubiese cuajado ningún fichaje del ejercicio anterior, la respuesta barrió para casa: "Ya dijo el presidente que perder tendría consecuencias. Han salido futbolistas y ha salido el entrenador". Llegados a este punto, la falta de solidez del argumento se demuestra con la pregunta siguiente al interlocutor de turno: ¿perder tiene consecuencias para todos menos para el presidente? Silencio en el club y alboroto en la oposición. Víctor Font, excandidato a la presidencia y líder de 'Sí al futur', piensa que "lo que debería tener consecuencias no es perder sino hacer mal las cosas. Engañar a la gente, vender ilusión sabiendo que no podrás cumplir, no poner al frente del club a los mejores profesionales, no saber aprovechar el enorme potencial del club… Esto es lo que debería tener consecuencias".
Pues nada, así está el patio el sábado 24 de agosto de 2024. El día que podría deducirse que, efectivamente, al mago Laporta, por repetición de estratagemas, se le están viendo los trucos. El más evidente, vender gato por liebre. Ilusión por el ilusionismo de esa varita con la que es capaz de conseguir que esta pesadilla mañana parezca un sueño.
¿Sabías que...?
Menos gestos, Lewandowski
Con 36 años recién cumplidos y un expediente goleador sobresaliente, Lewandowski no sólo trata de responder a su bien ganada fama de artillero descomunal. Además de eso, hace más cosas. Viéndole jugar también parece como si tratara, en no pocos momentos, de esquivar la responsabilidad colectiva que le corresponde, señalando en el campo, con evidentes aspavientos. Como si la cosa no fuera con él, como si él no cometiera los errores que afea activamente a sus compañeros. Especialmente a los jóvenes, Yamal incluido. Lo vimos el año pasado y no ha dejado de hacerlo en el nuevo ejercicio. Sobre el terreno de juego, en partido oficial, y también en las sesiones preparatorias. Robert, como si fuera, que no tiene por qué serlo, un cascarrabias, gesticula quejosamente más de lo necesario. Y eso ni le gusta a los compañeros ni le gusta a Flick. Conclusión, que se le ha pedido al delantero polaco que modere su lenguaje no verbal para centrarse en su trabajo y aparcando definitivamente los espontáneos reproches que un buen compañero debería ahorrarse. No es hora de quejarse, sino de arrimar el hombro.
«Se me ha congelado un músculo»
Vitor Roque llegó a Barcelona en diciembre de 2023 y, hasta hoy, nadie ha asumido su incorporación en el último mercado de invierno. La versión del club es que fue petición de Xavi, pese a que el equipo necesitaba más un centrocampista defensivo, pero el técnico ha traslado siempre todo lo contrario. Que fue cosa del club. Sea como fuera, lo cierto y verdad es que vino con 18 años, recién casado y tiritando. Viniendo de Curitiba, donde es un milagro que el termómetro baje de los 8 grados, el brasileño se encontró jugando en Barbastro con sensación térmica de bajo cero. Había tenido unos minutos contra Las Palmas y el siguiente partido, por decirlo así, conoció 'Siberia'. Mal partido suyo y del equipo. Al día siguiente, evidenciando que en su juventud no había tenido tiempo ni de conocer su cuerpo, acudió a los servicios médicos convencido de que «se me ha congelado un músculo de la pierna». Los médicos, perplejos primero y tronchándose después, le dieron ver que tal calamidad era imposible. Que esas molestias, más propias de Frozen que del fútbol profesional, se correspondían con un simple golpe en el muslo. En fin, cosas de Vitor Roque quien, por cierto, se despidió el jueves de sus compañeros para irse decidido al Betis. En Sevilla, desde luego, no pasará frío.
De Jong, el porqué de cuatro meses
Lesionado el 21 de abril en el Bernabéu, en la disputa con Valverde de un balón dividido, Frenkie cayó por tercera vez en la temporada afectado por la misma lesión. Según el parte médico, esguince grado II en el tobillo derecho. No ha vuelto a jugar desde entonces. Se perdió la Eurocopa con Holanda, pese a ser convocado en primera instancia, y sigue recuperándose en Barcelona. Los últimos días, en los que comparte sesión con Gavi, dice sentirse mucho mejor pero aún con molestias. Algo que, después de tanto tiempo de baja, tiene escamado a más de uno. Es decir, que hay quien piensa que con más capacidad para superar el umbral del dolor ya podría, al menos, estar entrenando con el equipo. Eso, sin embargo, no ha sucedido porque Frenkie sólo quiere ponerse manos a la obra cuando se sienta al cien por cien. Entiende que tras lesionarse en Vigo primero, luego en Bilbao y finalmente en Madrid, sus reapariciones fueron precipitadas y que eso acabó provocando la lesión actual. Ahora Frenkie no quiere correr el más mínimo riesgo. El club, a la vista de la situación, asume de no muy buen gusto la postura del futbolista, pero tiene decidido que en septiembre debe estar trabajando día a día con el grupo. Y hasta hay quien cree que otros, con más carácter y similar dolor, en esas circunstancias han jugado infiltrados.