Vuelve a escribir Miguel Rico, el periodista que consiguió que su diario se empezara por la contraportada: "Hablando con Cruyff me dejó claro que no tengo ni idea de fútbol"
Una de las firmas más prestigiosas del periodismo deportivo ficha por Relevo para publicar una columna semanal.
Miguel Rico nació en Segovia (15 de octubre de 1955). Su padre, asturiano, ejercía de veterinario rural, pero de muy crío se instaló en Lleida con la familia y allí creció, así que presume de ser lleidetà. Estudió Periodismo en Barcelona y antes de acabar la carrera empezó a trabajar en Telexpress. Tom Hernáez le fichó para Don Balón y se lo llevó al Equipo 10, la redacción de deportes del Noticiero Universal.
Luego fue cofundador del Sport, entre otros líos, y acabó siendo el histórico contrapunto de Josep María Casanovas, el editor, desde su despacho de director adjunto de Sport; tándem perfecto de José Luís Carazo, al manejo de la nave como subdirector. Durante más de 20 años prestigió con su artículo de opinión diario las contraportadas del rotativo que llegó a ser el segundo periódico deportivo más vendido de España.
Pero su influencia siempre fue transversal: llenaba portadas y el periódico se empezaba a leer por la contra, por el artículo que marcaba el pulso del barcelonismo con una mezcla idónea de opinión e información.
Fue despedido el día que cumplía 53 años, el año 2008, y la competencia, Mundo Deportivo, tardó un suspiro en ofrecerle contra y despacho. Coherente e insobornable, hace casi 4 años decidió renunciar y dijo adiós; pasó a dedicarse a la familia, a Roser, su esposa, y a las nietas, las que le regaló Mariona, su hija, que estuvo a punto de escogerme de pareja pero se echó atrás en un error vital que la llevó a emparejarse con un tío feo, pero serio y adinerado. Desde su renuncia a escribir Miguel mima a Roser, Ares, Ainet y Aran y colabora a días con Rac1 por las mañanas, en Catalunya Radio por las tardes y en la Cadena Cope algunas noches. Es intuitivo, trabajador, listo y generoso y ha tenido a bien aceptar la oferta de Relevo para regalar sus reflexiones sobre el deporte y el periodismo. De eso y de vino sabe mucho más que la mayoría de los que nos dedicamos a esto. Con permiso de nuestro jefe en Relevo, claro. Y sin permiso.
Su padre era veterinario, ¿usted quiso ser periodista para seguir la tradición de estar cerca de los animales?
No lo había pensado pero es una forma de verlo, ciertamente. Creo que empezó en el cole, en cuarto o quinto de Bachillerato. La Coca-Cola organizaba un concurso nacional de redacción y aquel año el tema era Castillos de España. Y como yo nací en Segovia escribí una redacción sobre el Alcázar. Gané y fui a la fase provincial. Allí el tema era La electricidad, fuente de luz y energía, sus aplicaciones. Yo escribí sobre las máquinas tragaperras.
Normal.
Tendría 15 años. No gané, quedé tercero o cuarto. Me dieron una bolsa de Coca-Cola y una cámara de fotos. De plástico.
¿Y? ¿Qué tuvo que ver eso con su inicio en el periodismo?
Pues que en Lleida salía la Hoja del lunes y un compañero de clase, José Carlos Miranda, sobrino del director, de la Hoja de Don Arnau, nos ofreció a los dos escribir crónicas de partidos de categoría regional. Así que los fines de semana me iba a La Bordeta, un barrio de Lleida, y mandaba crónicas de partidos de Tercera. Luego ya empecé a hacer vestuarios en el campo del Lleida .
¿Y entrevistas?
Sí, al poco. A futbolistas y a personajes de otros ámbitos: Andrés do Barro, Mari Trini…
¿¿Perdón??
Sí. Entrevisté también al puente de Lleida.
¿Disculpe?
Sí, al puente de Lleida le hice una entrevista por su centenario, entonces sólo había uno, y el título fue "Cien años de soledad", como la novela de García Márquez.
¿Es cierto que trabajó con el padre de Sique Rodríguez, el de la Cadena Ser?
Sí, sí, trabajé con él. En la mañana de Lleida. Un crack, un fuera de serie, antes, ahora y siempre.
¿Llegó a estudiar Periodismo o es usted un José María García de la vida?
No, estudié Periodismo en Barcelona. Tuve de compañeros a Frederic Porta y a Siro López. Con Fede compartí piso (NdR: Frederic Porta fue, entre otras muchas cosas, corresponsal de TVE en Nueva York y presentador del Telediario). Un día Fede y yo le hicimos una entrevista a Carlos Caszely, el delantero chileno del Español, y la presentamos a Don Balón. Nos ficharon a los dos. Yo empecé como archivero. Y terminé de director.
Yo nunca he sido director... ¡Así nos va!
No, deja. ¡Mucho mejor para todos! ¡Y tampoco te has perdido nada! Porque cuando eres director tarde o temprano te das cuenta de que se te exige estar más cerca de la empresa que de la redacción. Y no sirvo. Hubo un momento en que decidí que yo era de la redacción antes que de la empresa porque me encontré con huelgas, con problemas de conciencia periodística y no estaba dispuesto a transitar por según qué caminos. Y claro, al final eso te pasa factura. La empresa no perdona. Yo siempre he sido de la redacción.
Muy de calle era usted. Cuenta la leyenda que un día se meó en el depósito del agua de un coche para llegar a casa tras currarse unos reportajes, ¿es cierto?
Leyenda. Oriné en el motor para apagar un incendio. Salía una llamita del motor después de que se quemara la junta de la culata. Estábamos en Mulhouse, en Francia, muy cerca de la frontera con Alemania y Suiza, volvía con el legendario fotógrafo Antoni Campañà de entrevistar a Netzer, a Keegan y a Rummenigge. Era el año 79. El coche no se quemó gracias a mi potente micción y a la puntería que demostré desde el capó del coche. Apagué el incendio, sí.
¿Y el coche?
Allí se quedó, claro, en la cuneta.
En el Sport usted escribió un libro con Cruyff…
Sí, "Mis futbolistas y yo". Una idea de Casanovas. Iba a las concentraciones en Valldoreix, creo. Nos sentábamos Joan Patsy, ex periodista de TV3, ahora delegado del City en Sudamérica, él y yo y hablábamos de jugadores. Allí salió el famoso tema de Manolo, el del Atlético de Madrid. Johan me preguntó por su mejor cualidad y yo le contesté: goleador. No, me dijo, no. ¿Remate?, respondí. "No tienes ni puta idea", sentenció. Y me dijo: "Su mejor cualidad es el desmarque, por eso no hay que marcarlo, ¡no sirve de nada!" En esas conversaciones Johan me dejó claro que no tengo ni puta idea de fútbol. El primer libro que me entregó la editorial, el que me firmó Johan, se lo regalé a Fermi Puig para el reservado de su restaurante. Qué pena, en los fogones del cielo esté. No tengo tampoco el que escribimos tú y yo con Guardiola. No tengo nada de lo que he escrito. Nada, no guardo nada, ¿para qué?
¿Cómo era su relación con Johan?
Yo le tenía devoción. Recuerdo que en un canal pirata holandés que tenía en casa un día estaba viendo una entrevista con él, en holandés claro, y le escuchaba y asentía a lo que decía. Roser, mi esposa, me dijo: pero ¡por qué dices sí a todo si no entiendes nada…!" Y respondí: "Porque seguro que tiene razón". Y es que como dijo Michael (Laudrup) siempre tenía razón, es el que más sabe, sabía, de fútbol y de todo.
¿Es verdad que tuvo una reunión muy tensa con él? ¿Con marselleses de por medio?
Bueno, hubo momentos. Un día tuvimos un rifirrafe y Casanovas, el editor de Sport, que se llevaba bien con Charly Rexach, organizó una reunión a la que asistimos Johan, Charly, Quique Guasch, Carazo, subdirector del Sport y un servidor. En un momento determinado Charly fue al lavabo y Johan aprovechó para echarme en cara unas cuantas cosas y yo le eché en cara otras; la cosa subió de tono, hubo algunos insultos, amenazas, marselleses por aquí, amigotes chungos por allí... pero al final nada, acabamos jugando a golf muchas veces. Johan iba de frente y se fiaba de la gente que iba de cara. Con Cruyff no podías arrugarte ni engañarle, así que nos respetamos. Sigue siendo mi ídolo.
Si no recuerdo mal, usted también tuvo buen rollo con Clemente. ¿Incluso trató de mediar con la prensa española en la Euro 96?
Sí, sí lo intenté, pensé que ayudaría... No sirvió de nada, claro. Sí, tuve buen rollo con Clemente, pero bueno, también nos las tuvimos tiesas. Clemente, siendo distinto a Johan, era parecido. No te dejaba achantarte. En EEUU me levanté de una rueda de prensa y me fui. Le di un palo tremendo. Me dijo: "No me puedo cabrear contigo porque me das hostias, pero argumentadas". Un día le pregunté: "Este Luis Enrique es muy raro, ¿no?". "Mira si es raro que de todas las personas que conozco es la que más se parece a ti", me contestó.
¿Fue allí donde vio a Michel haciendo un rondo con la camiseta del Barça?
No, creo que eso fue en Inglaterra, en el 96. Estábamos alojados en una especie de bungalows en el jardín del hotel, los del As, los del Marca, alguna radio, nosotros, una especie de redacciones portátiles que nos habíamos inventado los del Sport. Y un amigo mío de Lleida, José Luis González, el inglés, que viajaba con nosotros, lo acondicionó: No faltaba de nada: nevera, jamones... así que por allí venía todo dios a merendar. Un día pasó Michel, apareció una pelota, jugamos un rondito y me hizo un juego de manos con los pies, con caño incluido. Hubo aplausos y le reté: "¿si te hago un caño te pones la camiseta del Barça?" No lo dudó: "¡Claro!" Le hice un caño y se la puso. Siempre fue un tío de palabra.
Currábamos en el Sport pero teníamos muy buen rollo con los del Madrid, con Hierro, con Alkorta, con Raúl... Michel era un fenómeno. En el Mundial de Italia yo estaba viendo unos ordenadores y me preguntó: "¿Qué, buscando las copas de europa del Barça?" Era un cachondo. Con los del Barça ni te cuento... Había una relación que ya no existe, es verdad. Sigo teniendo muy buena relación con aquel grupo del Dream Team, con Tali (Talín Alexanco), con José Mari (Bakero), Use (Eusebio Sacristán), Pep (Guardiola)...
¿Se llevaba mejor con los del césped que con los del despacho?
En aquella época sí. Siempre mejor con los futbolistas que con los de las corbatas. Con el tiempo aprendí a tener distancia con los jugadores, cerca, pero no dentro...
¿Cómo le fue con el presidente Núñez?
Pues en más de 20 años, imagínate, de todo hubo. Me fue bien, mal, regular y muy mal. Pero siempre cada uno en su sitio. Recuerdo la última vez que le vi, poco antes de que muriera. Estuvo tan entrañable y cariñoso que casi me arrepiento de los muchos palos que le di.
Con Núñez se vivió un tránsito al nuevo fútbol, y seguramente al nuevo periodismo, en el que tuvo su influencia. En su opinión, ¿cuándo se impuso el negocio a la noticia? (de lo de Florentino mejor ni hablamos)
Cuando los periódicos empezaron a lanzar promociones. Eso fue por los 90, con Núñez, con el Dream Team de Cruyff. Entonces, cuando empezaron las promociones, en el minuto uno Johan me advirtió: "La habéis cagado". Y yo, que veía los números, alegué: "¡Si vendemos más que nunca!" Y Johan me contestó: "A partir de ahora, el día que no publiquéis lo que a él no le convenga, os quitará las promociones. Estáis muertos. Os tiene pillados por los huevos". Y enseguida vi que como siempre, tenía razón, pero ya era tarde.
Y entonces fue usted y se inventó el trivial del Barça...
Bueno, no me inventé nada, en una reunión di una idea y luego conseguimos la patente. El Sport lanzó el del Barça y El Periódico de Catalunya el de Catalunya y se lio parda. El grupo Zeta se forró. Yo no vi un duro, pero el Sport llegó a vender 300.000 ejemplares y El Periódico superó a La Vanguardia. Daba igual la portada.
Recuerdo una frase suya: el titular era algo así como «hoy vende más una cuchara que una noticia…».
Sí, es que vendíamos cucharas, pins, el trivial, bufandas, colchas... el periódico era la excusa, era el repartidor. En eso convertimos el periodismo. Daba igual tu entrevista. Y entonces Cruyff tuvo razón porque cuando empezaron los palos a Núñez se acabaron las promociones.
También es cierto que el éxito permitía invertir en el seguimiento de acontecimientos.
Hombre, sí, íbamos al Mundial de motos, al Giro, al Tour, con la Selección ibais dos redactores y un fotógrafo, con el Barça a todos lados, cinco a un stage... Había pasta. Seguíamos a Indurain, a Arantxa (Sánchez Vicario), en las motos a Crivillé... Estábamos en todos lados.
¿Y cómo ha acabado el cuento de aquel periodismo?
Mal. Con las promociones los medios informativos en general se dedicaron a buscar clientes en vez de a buscar lectores. Se repartió el público según nichos de conveniencia, importan más los patrocinadores que las noticias, ya no se trataba de buscar lectores, sino clientes que compraban por lo que les vendías: enciclopedias, platos…
¿Cuándo entró la bufanda en las redacciones de deportes?
Al mismo tiempo que las máquinas de escribir, pero con más decencia y discreción que ahora.
¿Cómo se gestó su traición al Sport y su salto a Mundo Deportivo?
En su día, Laporta me dijo que era el Figo de la prensa catalana, pero yo no traicioné a nadie, no compré mi baja ni me dieron un plus por fichar por el Mundo Deportivo. A mí me echaron del Sport de manera improcedente, con una cartita que me dieron el día que cumplía 53 años. Después de 8 meses de litigio, en la primera línea de la sentencia el Grupo Z reconoció un despido improcedente. Por supuesto, la sentencia está a disposición de quien dude de mi versión, obviamente.
¿Qué piensa de Laporta?
Es un mago. El problema es que ya se le ven los trucos.
Por cierto, ¿es verdad que se iba de fiesta con Pelé?
Sí. La primera vez en Madrid, después del sorteo del Mundial del 82, en enero de aquel año. A Pelé me lo presentó Hans Henningsen, que era el delegado de Puma en Sudamérica, un crack, un canario que vivía en Brasil. Empezamos en Casa Lucio y volvimos al hotel de día. Luego, durante el Mundial en Barcelona, pasamos la primera fase de partido en partido y de fiesta en fiesta. Cenábamos en un restaurante de Minguella en la calle Beethoven y luego pues... Pelé era muy cercano y un día me lo demostró. Una madrugada me dijo: "Llámame Edison". Yo pensaba que se llamaba Edison y le llamaba Pelé. "No, Pelé no, Edison". Era como un gesto de confianza. Y es que en verdad se llamaba Edison. Porque el día que le registraron al nacer llegó la luz a su barrio. Por eso lo de Edison. Pero el notas del Registro se equivocó y se dejó la i. Su madre siempre le llamo Edison según me contó aquella madrugada.
¿Aquello de que acabó en comisaría con Maradona será mentira, no?
Pues no. Con él y con sus colegas. Una injusticia. ¿Se puede contar?
Claro.
El Periódico organizó una entrega de premios cuando Maradona ya estaba en Nápoles, volvió y después del premio nos fuimos a tomar una copita. Íbamos al Charly Max, en la calle Beethoven, había una pareja en medio de la calle, besándose, Maradona conducía, yo iba en el coche con él, con Guillermo Blanco, periodista argentino que acompañó a Diego en Barcelona y Nápoles, y con Jorge Cyterszpiler, su representante entonces. Y el tío, chulito, no se apartó. Diego se paró, el tío vio que era Diego, Diego dio la vuelta y el tío le denunció. Un jeta. Se inventó un atropello. Entramos en la disco con Gordillo, Marcos, Juan Barbas, aquel argentino del Zaragoza, y llegó la policía urbana. Nos detuvieron a él y a los del coche y se lio un buen pollo. Acabamos todos en comisaría. Diego no había hecho nada, pero era Diego. Había un programa, "Reporters de nit " en TV3, que nos trincó a todos... Tuve que dar alguna explicación aquella noche en casa desde el domicilio de Marquitos, donde acabamos la fiesta. Gordillo llamó a Pepe Alzate, su entrenador en el Betis, porque había perdido el vuelo, si no recuerdo mal. Cosas que pasaban, en fin…
¿Cuántas portadas se ha guardado por no traicionar momentos como aquellos?
Muchas. Por eso te digo que hay que estar cerca, pero no dentro, porque si estás muy adentro pierdes rigor y objetividad periodística. Eso con twitter hubiera acabado mal. No sé qué sería de nosotros. Ni de ti.
Si tuviera que escoger un mundial, una Eurocopa, un viaje... ¿Con cuál se quedaría?
Me lo pase muy bien en Italia (Mundial del 90), mucho.
¿Y un compañero de viaje?
Antoni Campañà. Fotógrafo, olímpico español en esquí, el mejor amigo de Paquito Fernández Ochoa. Si escojo uno mañana, no tengo duda.
Mucho se habla del machismo en el periodismo deportivo de aquellos años, pero yo recuerdo muy buen rollo y una redacción repleta de mujeres y de referentes, con responsabilidades además. ¿Le ofende que ahora se señale a aquella generación por haber perjudicado la llegada de la mujer al periodismo deportivo o por cómo las trataban?
Sinceramente… No me doy por aludido, he tenido compañeras a las que personalmente he tratado como si fueran tíos, para lo bueno y lo malo. Para mí eran amigas y eran muy buenas periodistas.
¿Es consciente del respeto que le tienen sus coetáneos, que le tenemos sus discípulos y la gente que ejerce ahora y no le ha conocido nunca? ¿Eso de qué vale?
No, no soy consciente. No, siempre he dicho que soy un jugador de equipo. No soy Messi, soy Cocu.
¿Puede recomendar a colegas a los que se debe leer y escuchar? Y no se deje a Ortego que yo me lo olvidé y se pilló un rebote de la hostia.
Pues entonces, que sólo se lea a Quique Ortego, un grande.
¿Qué nos espera en sus artículos en Relevo?
Espero, de entrada, que los lea alguien. Me siento como si debutara. Hace tres años que sólo escribo la lista de la compra y tengo cierto pánico al primer texto, la verdad. Estoy nervioso.
¿Me recomienda un vino para cenar esta noche?
Claro. Uno buenísimo: Dominio del Pidio 2021. Cillar de Silos, Ribera del Duero. Nadie debería pasar sin probarlo.