El Atlético vence a un Mallorca que no levanta cabeza y obliga al Madrid a no fallar

Otro partido del Atlético de Madrid en el Metropolitano. Entre Liga, Copa y Champions, el conjunto de Simeone está teniendo muchos partidos en Canillejas y eso a la gente le gusta, que además está disfrutando de varios encuentros por la tarde, con una hora y temperatura más agradable de lo que es a las nueve de la noche. Y más cuando había que aplaudir a Simeone por llegar a los 500 partidos en liga con el club, el único que lo ha conseguido en un mismo equipo.

Hoy la visita llegaba desde las Baleares y un Mallorca vestido de amarillo fosforito. Los hinchas bermellones acompañaban con un buen número de aficionados la zona alta del fondo norte del Metropolitano y el ambiente que se vivía era muy bueno. Arrasate plantaba el doble '9' con Muriqi y Larín, pero las bajas de Maffeo y Morlanes eran importantes para un equipo que tenía que ganar para seguir la estela del Rayo Vallecano.

Pero el Atlético golpeó primero. Sin De Paul y sin Griezmann, con unos primeros 30 minutos bastante planos y con pocas ocasiones, apareció Samu Lino en la primera contra que el Atlético pudo hilvanar gracias a una carrera de Giuliano Simeone, que asistió al brasileño para que este, en vez de buscar su pierna más hábil, confió en la izquierda para batir a Greiff.

A un punto se queda el Atlético del Real Madrid a unas horas de que juegue el equipo blanco. Los goles de Lino y de Griezmann fueron más que un Mallorca que se acordó de jugar tarde, desde el minuto 75. Los mallorquinistas lo intentaron pero entonces apareció Oblak para salvar a los locales.

En el Atlético había una preocupación: los apercibidos. Koke, Le Normand y sobre todo Julián Alvarez. Los tres, si veían una tarjeta amarilla se perdían el derbi contra el Real Madrid pero a Simeone eso le daba igual, el partido que le importaba era este y los puso a los tres en el once titular. Finalmente fue el central que tras un caño que le tiró Mojica y el francés no pudo parar.

El Atlético controló el primer tiempo de manera implacable. En remates, remates a puerta, tiros de esquina, ocasiones claras y goles. Arrasate en la banda le pedía mucho más a los suyos, que estaban siendo superados sin paliativos. El nivel mostrado por teóricos suplentes como Reinildo, Lino o Koke estaba siendo muy bueno y eso para el Atlético de Madrid es oro. Ya lo dijo el Cholo: que se enchufen todos es lo más importante para el equipo.

El segundo tiempo comenzó sin cambios en los once. Arrasate porque quería ver cómo reaccionaban sus jugadores tras un primer tiempo malo y Simeone, porque si está contento, no hace cambios al descanso y eso que es uno de los que más mueve el banquillo en toda la liga.

El Mallorca necesitaba reaccionar pero no sabía cómo. El islote Muriqi las bajaba todas y conseguía que sus compañeros jugasen, pero no había conexiones fructíferas y el delantero siempre estaba solo teniéndose que buscar la vida. El equipo mallorquín tenía que cambiar algo porque el 1-0 era un resultado corto para el Atlético y agradecido para los visitantes.

Las cosas iban bien en el Atlético pero Simeone tenía que rotar. En el minuto 60, el que le gusta a Simeone, Gallagher y Griezmann entraron por Giuliano y Julian Alvarez, que estaban jugando un buen partido ambos, aunque el delantero centro no tuvo tantas ocasiones de gol como suele ocurrir y se fue sin ningún tiro a puerta en todo el partido.

La entrada de Gallagher le dio dinamismo al equipo. Jugando en el medio del campo y no en la banda, el inglés le metió ritmo al partido junto a un Pablo Barrios que estaba fresco tras no jugar en Salzburgo y estaba más cerca el segundo de los rojiblancos que el primero del Mallorca. Le Normand en una jugada muy poco común en él tiró el pase de la muerte para un Griezmann que por milímetros no llegó.

Tras esa jugada, hubo un cambio drástico. El Mallorca comenzó a jugar 70 minutos después y empezó a meter en problemas al Atlético a base de centros. La sensación era que si el cuadro rojiblanco no cerraba el partido se le podía complicar debido al empuje del cuadro bermellón, que con la entrada de Asano ganó velocidad y peligro.

Los últimos diez minutos más el descuento fueron de acoso del Mallorca. El Cholo se ponía nervioso, le pedía más a los suyos y Arrasate, mientras tanto, sin gritar en la banda, esperaba que su equipo siguiese así porque poco a poco venía llegando más al área de Oblak, que tuvo que salvar a su equipo en dos ocasiones.

Cuando el cuarto árbitro levantó el cartel que decía cinco minutos de añadido, el Metropolitano se quedó en silencio y después aplaudió y animó a los suyos. Quedaba aguantar, no había otra. Pero claro, también quedaba tiempo para un momento de magia de la mano de Antoine Griezmann, que se encontró un balón suelto, la salida de Greiff a tierra de nadie y el francés la picó como nadie, finiquitando el partido y metiéndole toda la presión al Real Madrid.