La eliminación de Djokovic consuma el inevitable final de una era
Por primera vez desde hace 22 años, ningún tenista llamado Federer, Nadal o Djokovic ha ganado un Grand Slam.
Normalmente, los tenistas tardan de una hora en adelante en llegar a la rueda de prensa posterior a sus partidos en los torneos de Grand Slam. Se duchan, pasan por las manos del fisio, hablan con su equipo, a veces comen algo para reponer fuerzas y después, ya con la mente fría, caminan por los pasillos de los diversos estadios hacia la sala de conferencias. Si el cronómetro entre el último punto y la primera pregunta de los periodistas se para a los pocos minutos, suele responder a una razón: el o la tenista está muy cabreado.
En la noche del viernes, fue cuestión de minutos que Novak Djokovic irrumpiera en la sala principal del US Open. Traía cara de pocos amigos, respondió cuatro preguntas en inglés, otras tantas en serbio y se marchó a los vestuarios. Normal que lo estuviera: acababa de recibir un durísimo correctivo en la pista Arthur Ashe a manos del australiano Alexei Popyrin en la tercera ronda del Abierto estadounidense.
El resultado deja muchas estadísticas: Djokovic no perdía tan pronto en un Grand Slam desde hacía casi ocho años; para verle fuera de la cuarta ronda del US Open hay que volver 18 temporadas atrás; es la primera vez desde 2010 que Nole no gana ninguno de los cuatro grandes habiendo jugado los cuatro; todavía está séptimo en la Race de la ATP y tendrá que reaccionar si quiere defender el título de las ATP Finals en Turín…
Pero, sin duda, el dato más importante que deja este resultado trasciende al propio Djokovic y a las matemáticas. Porque no es sólo un dato, sino el final de una era, la consumación de que la época más impresionante del tenis está muy cerca de extinguirse. Con la eliminación del serbio, el 2024 será la primera temporada en 22 años en la que nadie llamado Roger Federer, Rafael Nadal o Djokovic -el famoso Big Three- gana al menos un Grand Slam.
We're in unprecedented times. pic.twitter.com/NaacIjFzYg
— US Open Tennis (@usopen) August 31, 2024
La última vez que ocurrió algo así fue en 2002, cuando Thomas Johansson ganó el Open de Australia, Albert Costa levantó Roland Garros, Lleyton Hewitt conquistó Wimbledon y Pete Sampras cerró su trayectoria con un broche de oro en el US Open. Ha llovido muchísimo desde entonces: Federer inauguró su palmarés en Wimbledon 2003 y desde entonces celebró 20 grandes; Nadal lo terminó superando con sus 22 -desde Roland Garros 2005 a Roland Garros 2022-; y Djokovic acabó arrollando a ambos y en sus vitrinas, inauguradas en Australia 2008, se cuentan ya 24 grandes.
La irrupción de la nueva generación
Pero en este 2024 ha llegado lo inevitable. Federer se retiró hace ya dos años, castigado por una lesión de rodilla. Nadal, que tiene ya 38 años, lleva prácticamente desde mediados de 2022 sin poder competir por culpa de los percances físicos; y Djokovic no ha podido sostener en este 2024 el orgullo del Big Three en una temporada en la que ansiaba, por encima de todo, el oro olímpico que se colgó en los Juegos de París.
Jannik Sinner se llevó en enero el Open de Australia, mientras que Carlos Alcaraz hizo doblete con los títulos de Roland Garros y Wimbledon. Sólo falta por conocer el nombre del campeón del US Open, donde sólo quedan dos campeones de Grand Slam en liza: el propio Sinner y el ruso Daniil Medvedev. Desde luego que el 2024 supone un punto y aparte en lo que se refiere al dominio del Big Three, es el final de un dominio de 22 años en los cuatro torneos más importantes de calendario.
Pero, ¿quiere esto decir que haya que enterrar definitivamente a Djokovic y Nadal? Ni mucho menos. ¿Alguien se atreve a descartar a Djokovic para el Open de Australia, donde ha ganado diez veces? ¿Alguien da por muerto ya a un Nadal que se resiste a colgar la raqueta y que dijo hace dos meses que le gustaría volver el año que viene a Roland Garros? Los habrá que piensen así, claro que sí.
Y hay un hecho que no juega a favor del serbio y el español: el tiempo. Cada día que pasa es más y más complicado que vuelvan a reinar en un escenario de la exigencia de un Grand Slam por varias razones: por su edad, por el físico y por la irrupción de una nueva generación abanderada por Alcaraz y Sinner que se va asentando en el circuito.