COPA DAVIS

Las extrañas últimas horas de Rafa Nadal como tenista: las lágrimas que no se vieron, butacas vacías y un último alegato

El tenista español vivió con una enorme intensidad sus últimas horas como profesional. "Lo viviría todos los días si pudiera".

Rafael Nadal se lamenta durante el partido de dobles en las Finales de la Copa Davis. /Reuters
Rafael Nadal se lamenta durante el partido de dobles en las Finales de la Copa Davis. Reuters
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Málaga.-Rafael Nadal salía de la pista central del Martín Carpena a las 19:12 horas del martes tras perder el último partido de su carrera. Sin embargo, a su trayectoria como tenista profesional le quedaba todavía un rato, concretamente cuatro horas y 40 minutos, el tiempo que transcurrió hasta que, a las 00:02 horas del miércoles, se consumó la eliminación de España.

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A partir de ese momento, Nadal se convirtió oficialmente en un extenista. Fueron cuatro horas y 40 minutos del todo extrañas para el campeón de 22 Grand Slam. Para empezar, porque las vivió sabiendo que su retirada ya no dependía de él, sino de las raquetas de Carlos Alcaraz y Marcel Granollers. Y para continuar, porque sus últimos minutos como tenista profesional no fueron corriendo en la pista, sino sentado en la grada.

"¡Carlos! ¡Anima al público!", le gritaba Nadal a Alcaraz desde el banquillo. "¡Marcel, tú también!", le insistía a Granollers. El partido de dobles, el punto decisivo tras la derrota de Nadal y la victoria de Alcaraz en los dos singles, se iba a decidir por tres detalles y el balear quería jugar la baza de un público algo descafeinado.

Después de semanas en las que se han publicado una y otra vez los exorbitados precios de las entradas en la reventa, el Martín Carpena de Málaga no lució lleno para el adiós de Nadal. Ya en el partido del manacorí había algunas decenas de butacas vacías, algo que se hizo todavía más palpable durante el final del dobles. Ahí, cuando el reloj marcaba el miércoles, ya se contaban centenares de sillas sin ocupar.

El llanto desconsolado de Ana María

Donde no se movió nadie fue en las filas que había justo detrás del banquillo español. Ahí estaba la familia y el equipo de Nadal al completo: estaba Xisca, su mujer; Maribel, su hermana; Ana María y Sebastià, sus padres; Carlos Costa, su agente; Rafa Maymò, su fisioterapeuta; Benito Pérez-Barbadillo, su jefe de prensa; Marc López y Gustavo Marcaccio, dos de sus entrenadores; Nuria Granados, su nutricionista; Joan Forcades, su preparador físico; Francis Roig, uno de sus exentrenadores. Sólo faltaban dos rostros ahí, el de Carlos Moyà, que estaba en la pista; y el del tío Toni, el gran ausente. Según él, porque tenía que trabajar en Roma.

Durante el homenaje final al ya extenista, las lágrimas empezaron a escapar por los ojos de muchos de los citados. Maribel y Sebastià, siempre rígido él, se emocionaron, Pero lo que no captaron las cámaras fue lo que ocurrió en tres últimos juegos del dobles. Ana María Parera, la madre, estaba llorando totalmente desconsolada ante lo que se venía.

Para entonces, Nadal ya se había levantado decenas de veces desde la silla en la que vivió su final. Era la persona más nerviosa del banquillo español. Daba órdenes, lanzaba arengas, gritaba y animaba."Es un lujazo tenerlo", había dicho en la previa Marcel Granollers en una entrevista con Relevo. "Teniéndolo cerca te puede dar en el momento dado esa ayuda, ese comentario que te pueda dar tranquilidad".

Efectivamente, Nadal no se cortó en ningún momento. En varios cambios de lado, incluso se acercó a la silla en la que estaban Alcaraz, Granollers y Ferrer para dar indicaciones tácticas. Jugador y capitán.

Un documental y un alegato

Esas conversaciones saldrán algún día a la luz, cuando Nadal estrene el documental que está grabando con su propia productora sobre el año de su adiós. Porque durante todos estos días en Málaga, incluido el martes, una cámara le ha seguido por todas partes. El día de su adiós le grabó en el túnel, en el vestuario y también en la sala en la que ha dado su última rueda de prensa como tenista.

Había tanta expectación por escuchar las palabras de Nadal que la organización tuvo que cambiar el protocolo de entrada y entregar tickets extra. Muchos periodistas se quedaron fuera y no pudieron escuchar ese último alegato que reflejaba a la perfección sus sensaciones: él quiere seguir, pero su cuerpo ha dicho que ya basta, que hasta aquí.

"Lo viviría todos los días si pudiera, pero una cosa es lo que me apetezca a mí y otra es lo que yo crea que es mejor para el equipo. No es por ganas, claro que tengo ganas. Pero creo que, visto lo que yo he visto de nivel mío en competición, si yo fuera el capitán no me elegiría a mí", dijo antes de saber que su adiós se iba a producir horas después, que ya no habría más elecciones.