El gigante Rafa Nadal se define en su despedida: "Soy solo un niño que persiguió sus sueños"
Un vídeo de homenaje sirve como sobrio broche final a una carrera deslumbrante y admirada por todo el deporte mundial.
Nadal contó a la prensa que ya se puede permitir rebajar la crítica, que justo ahora, cuando la línea de meta está a su espalda, es el momento para dejarse la autoexigencia en casa. Y simplemente disfrutar, que esto no lo dijo, pero siempre hay algo de eso. Porque ser, como él ha sido, uno de los mejores deportistas de todos los tiempos conlleva una carga fuerte, una responsabilidad altísima por la que todo el universo espera el máximo de ti.
Es el momento de rebajar las revoluciones y también de echar la vista atrás y entender que mereció la pena, que un "chico de un pueblo de Mallorca" empezó a jugar al tenis con la mano cambiada, fue poco a poco caminando y llegó tan lejos como se puede llegar, sin romper nada, sin estridencias, sin necesidad de pisotear a nadie.
En la cancha del Martín Carpena las caras de pena se sucedían en la cancha. Una masa de naranja celebraba en la grada, los neerlandeses eran felices en la pista. Pero el ambiente general era de tanatorio, era el día de la salida. Cuando terminó el partido, antes del homenaje, Alcaraz tenía la mirada perdida, en el horizonte. Hay algo agridulce en todo eso, porque una derrota es una derrota, por más que estos días quien más y quien menos pensara que lo importante esta semana era despedir a Nadal como se merece y no tanto ganar esta Davis.
Perder en el dobles lo hacía todo un poco anticlimático. Más allá de la medianoche, con asientos vacíos en la grada, sin Toni, sin Roger, sin Novak, que estaba pensado que llegase en el fin de semana. No le quita un ápice a él, más faltaría, pero en ocasiones las circunstancias no se dan, no todo sale como gustaría. El público, en todo caso, se volcó. Cómo no. Y así empezó el discurso.
"Las gracias las tengo que dar yo a tanta y tanta gente, es difícil empezar. Empezaré por los que están hoy aquí. Gracias a todos vosotros, al público", se arrancaba el tenista de Manacor al coger el micrófono después de que sonase en la pista una narración de Ángel García.
"Han sido 20 años de carrera en los que me habéis llevado en volandas. En los momentos malos me empujabais a seguir peleando. Quiero generalizar, a toda España, pero también al mundo en general, me siento un súperafortunado por haber recibido tanto cariño, especialmente aquí en España", añadía después el 22 veces campeón de grande.
Tras eso, se dirigió a los banquillos: "Quiero felicitar al equipo de Holanda y quiero agradecer a todo el equipo español que está aquí, que me habéis permitido vivir la ilusión de jugar la Copa Davis. No ha salido como todos hubiéramos querido, me hubiese gustado apoyar más, pero he dado todo lo que tenía. Me habéis dado la oportunidad de pasar estos últimos días como profesional en equipo. Haber formado parte del equipo español ha sido un privilegio. Mil mil gracias a todos, de verdad".
Por supuesto en el discurso no podía fallar la familia. "La realidad es que uno nunca quiere llegar a este momento, no estoy cansado de jugar a tenis, el cuerpo no quiere jugar más, hay que aceptar la situación. Me siento un superprivilegiado, he podido hacer de uno de mis hobbies mi carrera y por mucho más tiempo de lo que hubiera imaginado. Familia, equipo, amigos, no es un día para personalizar, es difícil y me voy a olvidar de gente, pero habéis sido una parte inolvidable de mi día a día durante todos estos años. Soy una persona que cree en la continuidad, en mantener a las personas que realmente te quieren y hacen que tu vida sea mejor. Eso me ha llevado a tener no una relación profesional con vosotros, sino una personal, que va más allá de mi carrera".
For your fighting spirit.
— Davis Cup (@DavisCup) November 19, 2024
For your humility and kindness.
For everything you've done for tennis.
Gracias, Rafa. pic.twitter.com/tDicj5KUI5
"No me quiero alargar más de la cuenta, pero quiero agradecer a todos los que en algún momento han estado a mi lado, compañías, a la federación española, sponsor. Todos, sin excepción, increíblemente agradecido por el apoyo incondicional. Ha sido importante para mí que hayan creído en mí durante todos estos años, me han hecho sentir seguro", añadía, en un latiguillo comercial que no por clásico es menos real.
También hubo algo de introspección: "He intentado hacerlo desde el respeto, la humildad, valorar las cosas buenas que me han ido pasando. He intentado lo que para mí es lo más importante, ser buena persona, espero que así lo hayáis percibido. Me voy de este mundo del tenis profesional habiendo encontrado muchísimos amigos en el camino. Tengo tanta gente a la que agradecería... es difícil acordarme de todo, pero me voy con la tranquilidad de que de alguna manera he dejado un legado deportivo, también personal. Entiendo que el cariño que recibo si solo fuera deportivo no sería el mismo"
Y ahora toca pensar en lo que viene: "He recibido una educación que me permite encarar lo que viene con tranquilidad y estoy tranquilo porque tengo una gran familia alrededor que me ayuda en todo lo que necesito diariamente".
El vídeo del adiós
Terminó su discurso con una cara de triste y le fueron a dar una foto de equipo. Ahí llegó finalmente un vídeo. El vídeo, el típico vídeo, el intento final para que el protagonista llore. Lo lograron, por supuesto, era todo demasiado fuerte.
En las pantallas del Martín Carpena fueron apareciendo Rodri, Casillas, Iniesta, Serena Williams, Roger Federer, Conchita Martínez, Andy Murray, Juan Martín del Potro, Sergio García, Novak Djokovic, David Beckham... todos diciéndole que es un ejemplo, que es un amigo, que es alguien que ha dejado una huella en la vida de la gente. No es poca cosa, todos esos gigantes mirando a Nadal, señalándose como lo que es, un grande entre los grandes.
"No se me ocurre nadie que represente mejor los valores del deporte y de la vida", decía Rodri. "Gracias por hacernos siempre emocionar", añadía Casillas. "Me has inspirado", explicaba Williams. "Ha sido increíble jugar contigo", decía Murray, algo con lo que, por supuesto, concordaban Federer, Djokovic y Del Potro. "Tu tenacidad, la energía, es algo que será estudiado y que llegará a muchas generaciones, ha sido un honor", añadía Djokovic. "Ha sido un placer jugar contigo, especialmente contra ti", apostillaba Federer.
Nada que se saliese del guion, algo convencional, serio, contenido, austero. Lo que, en realidad, también es un poco Rafa Nadal, tan exuberante con una raqueta en la mano como correcto con un micrófono.
Quedaba un poco más, solo un poco. Y quizá lo mejor. Llegó la pregunta final ¿cómo quieres que te recordemos? Una pregunta estándar, lo típico en una retirada. Fue evidente que Rafa Nadal ha pensado en ello, y su discurso estaba muy hilado. Tenía bastante claras cuáles iban a ser las últimas direcciones sobre sí mismo que quería dar.
"Los títulos, los números están ahí, la gente probablemente sabe eso, pero como quiero ser recordado es como una buena persona de un pequeño pueblo en Mallorca que ha tenido la suerte de tener un tío que era entrenador cuando era muy pequeño, he tenido una gran familia que me ha apoyado en cada momento. Solo un niño que siguió sus sueños, trabajó lo más fuerte posible para estar aquí y al final mucha gente trabaja, muchos lo intentan todos los días, pero yo soy uno de esos que ha tenido la suerte y la vida me ha dado la oportunidad de vivir estas oportunidades por el tenis. Quiero ser recordado como una buena persona y como un niño que siguió sus sueños y consiguió más de lo que había soñado".
Mañana será otro día, pero no como todos los anteriores. Rafa Nadal, 20 años después, ya no es un tenista profesional.