DEPORTES DE INVIERNO

El grito de auxilio de las estaciones de esquí de Madrid mientras esperan una nieve que no cae: "Esto es agonizar para morir"

Empleados de Valdesquí y Navacerrada, ésta última con parte de las instalaciones en la provincia de Segovia, atienden a Relevo para repasar el futuro inmediato de sus oficios.

Así luce estos días la estación de esquí del Puerto de Navacerrada./DANIEL ARRIBAS
Así luce estos días la estación de esquí del Puerto de Navacerrada. DANIEL ARRIBAS
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Mediodía del lunes. La densidad de la niebla engulle la carretera. Ni un ciclista, ni un paseante. Nadie asciende los ocho kilómetros que separan Navacerrada de la cima del puerto al que da nombre. Solo un camión de mercancías y un puñado de coches que esperan para poder adelantarlo. Arriba, el tráiler se aparta, los vehículos aceleran y el espesor desaparece de un plumazo. Brilla el sol y la capital de España queda enterrada bajo un impresionante mar de nubes.

"Hace diez años había atascos infernales para llegar aquí arriba; eso ya no pasa nunca", confiesa a Relevo Ángel, el chileno que desde 2009 se gana la vida vendiendo cacahuetes, nueces y almendras garrapiñadas a las puertas del restaurante Dos Castillas. A sus espaldas, la parte segoviana de la estación de esquí del Puerto de Navacerrada sobrevive gracias a las máquinas de innivación, esto es, a la nieve de cañón. Por ella descienden en algo más de media hora una decena de personas. No más. Algunos juegan, ríen y se tiran bolas de nieve no muy lejos de allí. Eso sí, sobre el asfalto. En el telesilla de El Telégrafo reina el silencio. Solo un operario se encarga de mantener el flujo de los remontes. "Aquí la nieve no se queda más", apunta Ángel. "Cae y se va".

A pocos metros de su puestecito de frutos secos se encuentra el edificio donde alquila esquís Román, que heredó el negocio familiar hace años y ahora resiste ante lo que a ojos de todos parece inevitable. "Cada vez viene menos gente, porque la nieve va a menos. El cambio climático, supongo", asegura mientras se encoge de hombros en el habitáculo de madera desde el que recibe a los clientes. Allí guarda material para cientos de personas, aunque durante la conversación solo una mujer y su hija pequeña se quitan las botas junto a un muro de taquillas que encandilaría a Wes Anderson. "¿Dinero? Aquí cada vez entra menos".

Panorámica de la estación de esquí del Puerto de Navacerrada.DANIEL ARRIBAS / RELEVO

Las mediciones del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) marcan que la superficie con nieve en España es ahora mismo un tercio de lo que era el año pasado por estas fechas. Hablando claro, lo que hoy son 5.400 kilómetros cuadrados de nieve eran 15.000 en 2024 y 16.000 en 2023. "Esto es agonizar para morir", sentencia José Luis, trabajador de la estación de esquí del Puerto de Navacerrada, cuyas oficinas se sitúan en la vertiente madrileña, es decir, a los pies de la Bola del Mundo, la interminable rampa de hormigón que ascenderán Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard en la próxima Vuelta a España.

"No sé si va a durar tres, cuatro, cinco, ocho o diez años, pero esto se va a acabar", añade, desencantado, cuando el reloj ya marca las cinco de la tarde. Es momento de cerrar la oficina, subirse al coche y marchar a casa. O lo que es lo mismo, dejar atrás una ladera que, sin cañones, no luce ni un metro cuadrado de nieve. "No nos dejan", denuncia José Luis antes de arrancar. "El Ministerio [de Transición Ecológica] no nos permite unir las dos estaciones ni instalar máquinas de innivación en esta vertiente. Al final, ¿quién va a querer invertir aquí? ¿Quién va a meter un céntimo viendo lo que hay? Tenemos seis millones de habitantes ahí abajo, a media hora, y no hay manera de aprovecharlo".

Tampoco queda nada de nieve al otro lado de la ladera, en el madrileño Puerto de Cotos, al que se llega tras siete kilómetros de serpenteo por suelo segoviano. "Ya lo veis, ayer teníamos unos poquitos centímetros y hoy ya no queda prácticamente nada", lamenta en redes sociales el gerente de Venta Marcelino, el bar de paso que desde hace más de cien años recibe a montañeros, ciclistas y curiosos en la puerta de entrada a la estación de Valdesquí. "La temperatura ha subido mucho, la niebla hace estragos… Y solo queda decir que es lo que hay".

La estación de esquí del Puerto de Navacerrada, desde la subida a la Bola del Mundo (vertiente madrileña).  DANIEL ARRIBAS / RELEVO
La estación de esquí del Puerto de Navacerrada, desde la subida a la Bola del Mundo (vertiente madrileña). DANIEL ARRIBAS / RELEVO

"Hemos pasado de [presumir de] las anécdotas de la nieve a la nieve anecdótica", añade el responsable del local en referencia a Luis Pantoja, miembro de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en el Observatorio del Puerto de Navacerrada y guía de montaña que tituló así su texto en el libro centenario de Venta Marcelino. "Por desgracia estamos en ese punto. La nieve ha pasado de durar meses a durar semanas, de semanas a días… Y ahora ya, casi unas horas".

"Ahora mismo tenemos abierto 1,7 kilómetros de los 24 que tiene la estación", explica, ya en Valdesquí, uno de los trabajadores de las instalaciones que prefiere no dar su nombre mientras trabaja con la excavadora. "Solo está abierta la Pradera, que es la pista que va de esta cafetería hasta la de arriba… y es la única que tiene cañón. Además, dan lluvia casi toda la semana, así que no nos queda más remedio que cerrar hasta el fin de semana, porque la nieve se va. ¿Cerrar? Esto es privado, así que de momento diría que no, pero allí, en Navacerrada… Eso es otra cosa. Aquello es público y no te voy a engañar, saben que tienen los días contados".