Supercourtois vuela y lleva al Real Madrid a la final

Thibaut Courtois, otra vez el belga, despejó un disgusto y llevó al Real Madrid a la final de la Supercopa de España después de protagonizar un nuevo partido milagrero y detener a Gayà un penalti en esa tanda que, como confesó Ancelotti, el equipo blanco nunca ensaya. El portero es la bombona de oxígeno de este Madrid espeso, guadiana y sin ideas que este miércoles, en Riad, se enredó ante un Valencia muy mejorado, aplicado y que tuvo tanto compromiso como intención.

Los árboles que forman la clasificación a la final no deben ocultar el bosque. Este Madrid está mal y se encuentra muy lejos del que conquistó el doblete la temporada pasada. Y ni la precaución pre Mundial ni el cansancio post Mundial son suficientes para explicarlo. Ganó al Valladolid agarrado a Courtois, un destello de Rodrygo le sacó del barro en Cáceres ante un Primera RFEF, el Villarreal le tiró a la lona en un partido a la tremenda y hoy no supo cómo meterle mano al Valencia. Gattuso está orgulloso. Salvo Courtois, Kroos y Benzema, el resto del equipo madridista está irreconocible.

Precisamente fue el francés quien abrió el marcador con un penalti provocado por él mismo tras atropello de Cömert. El Madrid tuvo un gran inicio de primera parte y un lamentable comienzo de la segunda. Lino, el mejor en el ataque che, se aprovechó de un descuido en defensa (siempre la defensa) de Lucas y empató en el 46'. Después, le llegó el turno a Mamardashvili, a quien alguno bautizó como Medinaceli, y a este Supercourtois que, con sus paradas en el partido y su acierto ante Gayà en la tanda, adquirió el billete para la final. Barcelona o Betis serán los rivales del Madrid. Mucho deben cambiar los blancos de cara al domingo si quieren revalidar el título. Pero que cambien todos... menos Courtois.

Un equipo se disfruta con el ataque y se construye desde la portería. La seguridad es menos atractiva que el frenesí. Sin embargo, es más importante. Y bajo los palos del King Fahd International estuvieron hoy dos monumentos. Mamardashvili y Courtois. Una lucha de gigantes por llevar a sus equipos a la final de la Superocopa. Durante el partido, el portero georgiano desesperó a Vinicius con dos paradones (la estirada en el primer minuto de la prórroga fue espectacular) y le frustró la alegría a Kroos en tiro desde larga distancia. Más que Mamardashvili fue Medinaceli. El mejor del Valencia.

 

Enfrente, en cambio, estuvo el mejor jugador del partido. Courtois se mantuvo en ese pedestal del que no se baja casi desde que fichó por el Real Madrid. Dos intervenciones majestuosas a remate de Fran Pérez mantuvo en pie a su equipo hasta llegar a los penaltis, donde cerró la clasificación del Madrid tras detener el disparo de Gayà. El belga es un tesoro, uno de los mejores fichajes de la historia reciente del club y uno de los mejores guardametas del mundo. Tibu siempre aparece y sus paradas son goles. Acuérdense de la DecimoCourtois. A ver si el milagro va a ser él...

Y qué mala suerte, por cierto, la del lateral valencianista. Fuera del Mundial por la gatera y, después de ser uno de los mejores del Valencia en Riad, fallo definitivo en la tanda. Una pena.

El Real Madrid de Ancelotti hizo fortuna la temporada pasada (Liga y Champions) con una seguridad defensiva notable. El técnico insistió en ello y el equipo cumplió a rajatabla los planes. Sin embargo, parece que el discurso ha dejado de empapar. El Madrid tiene un problema atrás y muy serio. Ya no es cuestión de nombres, pues un día es Alaba quien se desestabiliza, otro es Mendy el que pierde los papeles, Rüdiger... Hoy ese desajuste ha llegado en la figura de un tipo fiable como Lucas. Y eso ya da que pensar.

Un despiste suyo en el marcaje a Lino facilitó al Valencia, nada más madrugar en la segunda parte, el gol del empate. Si hay algo que está molestando a Carletto en esta temporada, como buen italiano que es, son esas lagunas atrás que, además, contribuyen a restar la confianza del resto del equipo. Para defenderse bien hay que ayudarse mucho. Y para ayudarse hay que correr mucho. Este Madrid no sólo corre menos, por cansancio o por cuestiones que al común de los mortales se nos escapa. También corre peor.

Como metáfora de esta fragilidad atrás, las lesiones están derrumbando uno a uno a los recursos defensivos: Alaba y Tchouaméni fueron bajas; Lucas, lesionado; Militao, aturdido; Mendy y Carvajal están recién salidos de la enfermería... Ancelotti tiene una asignatura pendiente. Y preocupante.

Qué complicado es descolgarse una etiqueta. Y más si uno no hace por quitársela. Eso es lo que le sucede a Camavinga. El francés es visto, también por su entrenador, más como un agitador que sale con todo abierto que como un conductor que abra los primeros caminos. Por eso sorprendió que Ancelotti dejara de salida al pensador Modric en el banquillo y apostara por el corredor galo. El partido confirmó lo que todos vemos. Hasta la estadística. Camavinga es un jugador tan talentoso como desordenado y eso le hace cometer pecados de juventud en el puesto de interior. Impreciso y, en ocasiones, imprudente. Ese juego casi suicida le hace cargarse pronto de amarillas y estar condicionado. Sucedió de nuevo contra el Valencia. Un pisotón sin sentido a Lato, en el 27', le hizo ver tarjeta. Ancelotti le acabó sustituyendo en el descanso por Modric... con un fuerte golpe en la rodilla derecha.

Sigue sin alcanzar su versión de culto, pero Benzema está dejando atrás poco a poco su reverso. La imagen quebradiza con la que acabó el año está mutando de nuevo en un Karim tan imaginativo como colaborador. Frente al Valencia, sin ser un partido que le cuente a sus nietos, volvió a ser ese delantero esencial para todos los entrenadores que ha tenido en el Real Madrid. Se descolgaba buscando la pelota y abriendo espacios, le ofrecía caminos a Vinicius y, cuando le saltó la chispa, dejó jugadas versallescas. Como la que dibujó en el minuto 13. Danzó en el área y la coreografía se llevó por delante a Lato y Almeida. Décimas de segundos después, y con un movimiento casi sexy de cintura, le hizo un caño a Cömert antes de disparar alto. Su trabajo, blanco y negro, tuvo recompensa en su gol de penalti. Él obligó al turco a cometerlo y él mismo lo transformó. Karim le tiene tomada la medida al Valencia: es el octavo partido seguido ante los che que marca.

Por su parte, Lino es el ataque de este Valencia. Y también el futuro del Atlético. Qué bien le vendrían los goles del brasileño a Simeone pero, de momento, sólo puede admirarlos desde el sillón. Está exprimiendo su cesión en el club de Mestalla como una naranja recién cortada del árbol. Contra el Madrid fue el mejor argumento ofensivo de Gattuso. Mostró el trabajo, solidaridad, filo y gol. Lo que quiere el Cholo. El brasileño, un desconocido en el Gil Vicente hace poco más de una temporada, está desatado. Suyo fue el gol del empate che al aprovecharse de que Lucas estaba en Babia y por él se gestaba todo el peligro. Su lesión al final de la segunda parte le puso un punto de amargura a su actuación.

Vinicius ha vuelto del Mundial en frío. Está en ese punto en el que los intentos de desequilibrio se quedan en eso, conatos. Al brasileño se le ve físicamente cansado, como si vistiera pana mojada, y desafortunado de cara a puerta. El Madrid, que ha vivido en los últimos tiempos colgado de las ocurrencias, diabluras y goles de Vini está acusando la delgadez futbolística con la que ha regresado de Catar. Errático en el uno contra uno (le funcionó a Gattuso el doble lateral), sin fuelle en el desborde. De nueve regates que intentó sólo le salieron dos... El foco se centra en Vinicius por lo exuberante de su figura, pero el mal momento se extiende por la plantilla como un contagio. Sólo Kroos, Benzema y Courtois se salvan del desplome. Este Madrid necesita mejorar.

Sorprendió Ancelotti en la previa de esta semifinal al verbalizar sin reparos su distanciamiento con Gattuso: "Son problemas personales". Todos esperábamos la respuesta del técnico del Valencia, que comparecía dos horas después. La contestación estuvo lejos de la polémica y muy cerca del perdón: "No es personal. No tengo más que hablar. Hemos ganado mucho. En lo humano y lo futbolístico, le tengo mucho respeto". Y todo con la mirada hacia abajo. Consciente, tal vez, de que todo podría haber sido distinto. En 2019 Ancelotti se sintió traicionado por el que fuera su extensión en el campo del Milán al no contarle que De Laurentiis le había llamado para entrenar al Nápoles… antes de despedir a Carletto. Así pues todos los focos antes de esta semifinal entre Real Madrid y Valencia apuntaban a los banquillos. ¿Se saludarían?

 

Ancelotti suele decir a sus jugadores que no confundan al entrenador que es con el hombre. Y lo mismo sucedió con Rino. Una cosa es lo que siente el hombre (enfado) y otra lo que hace el entrenador. Enemigo de las estridencias, aceptó con respeto el saludo de Gattuso. Lo personal no mancha la pelota.