FEDERACIÓN

¿Y si también cae Louzán? Turno para otro barón como Merchán, De Miguel... y ojito a Paco Díez

En la RFEF lo tienen claro en caso de que el Gobierno logre apartar al gallego como desea: pese a que otras elecciones, con esta misma Asamblea, abriría el abanico, el futuro pasa por 'la familia'.

Paco Díez, presidente de la federación madrileña de fútbol. /GETTY
Paco Díez, presidente de la federación madrileña de fútbol. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

En septiembre de 2023, cuando Luis Rubiales había sido inhabilitado por la FIFA, el presidente de la Federación de Madrid, Paco Díez, fue de los más contundentes y activos a la hora de expresar el disgusto de la Federación. Aunque no acostumbra hacerlo y el cuerpo aconsejaba prudencia y poca exposición, se prestó a contestar públicamente a todo aquel periodista que se lo solicitaba e incluso extendió su dureza a los programas televisivos de máxima audiencia. Ahí, como quien no quiere la cosa, dio un paso al frente con el objetivo de ser una solución de ayuda y consenso para pilotar la nave si una mayoría se lo requería. Aquello, con tal jaleo, no se dio. Pocos le dieron mayor importancia a su propuesta entre líneas y, aunque le agradecieron la valentía, lo vieron más como un desahogo.

Desde entonces, paso a paso, sin prisa pero sin pausa, ha cambiado su exposición mediática y a veces combativa por el trabajo en la sombra. Su objetivo fue, es y será consolidarse justo como lo que vendió entonces: ser un pacificador. Si en abril de 2024 fue de los que firmó junto a ocho barones una carta para que el Consejo Superior de Deportes pusiera orden en la parálisis de la convocatoria de elecciones, en los últimos tiempos ha apostado por la unión. Por convicción personal pero, sobre todo, por entender que es lo mejor para la institución a la que representa. Aunque coqueteó con Salvador Gomar, al final se arrimó a Rafael Louzán, como la mayoría, aconsejado por LaLiga. Así, fue uno de los triunfadores de las elecciones tras la victoria aplastante de su bando (90-43). Ahora, más de uno ya le mira con otros ojos. Sobre todo por el hecho de que el CSD esté empeñado en sacar al gallego como sea de Las Rozas.

Paco Díez no es el candidato número uno en esa hipotética sucesión a la que el Gobierno quiere obligar a la RFEF. De hecho, alguno de los dirigentes que no esté al tanto del peso que ha ganado, no le dará muchas opciones según estén leyendo estas líneas. Sin embargo, la probabilidad, los currículums de unos y otros y la deriva actual no le sitúan nada lejos de la cabeza de carrera. Así lo reconocen los que de verdad mandan. Paco Díez firmaría ahora mismo con sangre para que nada ni nadie mueva a Louzán del sillón que acaba de estrenar. Pero, como todos, también ve que hay que ir pensando de nuevo en otro Plan B para anticiparse a los problemas ya que el Gobierno sacará los tanques a la calle si es necesario para lograr su objetivo con ayuda del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) y/o del Supremo. El alto tribunal debe ratificar o revocar a partir del 5 de febrero su condena de siete años por prevaricación.

La primera alternativa, por mera lógica, pasaría por Sergio Merchán, presidente de la federación de Extremadura. Después de prestarse a concurrir a las elecciones como banderillero de Louzán por si alguien impugnaba su candidatura y le apartaba de la carrera electoral, ahora debe recibir el premio a su "generosidad". Primero, con una vicepresidencia de máximo rango. Y segundo, con ese estatus de delfín si en el futuro vuelven a complicarse las cosas. Sin embargo, sus compañeros —ni él mismo— lo ven como un líder de este transatlántico y a más de uno le genera dudas por ser un recién llegado a la Federación tras ser secretario general de Rocha y luego sustituirle cuando el extremeño se afincó en Las Rozas. Una mayoría ve otras opciones con más peso. El problema es que, del grupo que ha apoyado a Louzán en las elecciones, unos no quieren ese cargo ni por asomo —por preparación, exposición o ajetreo de sus tranquilas existencias— y otros aún arrastran asuntos judiciales del pasado.

Enrique Cerezo, presidente del Atlético, junto a Paco Díez.  GETTY
Enrique Cerezo, presidente del Atlético, junto a Paco Díez. GETTY

¿Y Gomar? Pues aunque quisiera insistir en unas hipotéticas nuevas elecciones en marzo o abril de 2025, sus opciones de victoria seguirían siendo limitadas con este frente de presidentes que no están ni estarán a su lado. El valenciano, como cualquiera de las opciones ajenas al actual núcleo de poder que se animaran a presentar batalla, seguirían sin ser favoritos en las apuestas. Y eso que esos futuros comicios, de producirse, serían mucho más rápidos y sencillos que los anteriores. Entre otras cosas porque se desarrollarían con los actuales 142 asambleístas que conforman la Asamblea General y ya no habría que presentar candidaturas para los diversos estamentos.

La RFEF tiene claro que el candidato de consenso debería salir de dentro, de 'la familia', que diría Ángel María Villar. Por lo que los presidentes territoriales estarían, de nuevo, dispuestos a apoyar a cualquiera de los suyos sea cual sean sus facultades y limitaciones. No habría más que seguir el orden de la lista. Y si llegados a ese punto nadie levanta la mano, teniendo en cuenta que Pablo Lozano (Andalucía) se fue con Gomar, sería preferible apostar por algún trabajador de la casa como Álvaro de Miguel, secretario general al que Louzán piropeó en su primer discurso pese a que algunos tienen celos de sus últimos movimientos, con tal de frenar a Gomar, Juanma Morales, Gerardo González u otro atrevido que reuniera los avales (15%). Sólo Emilio García Silvero (FIFA) podría pacificar todo, unir, cambiar el paso y arrasar.

Un perfil adecuado

Ante este escenario, el perfil que Paco Díez se ha labrado durante los últimos meses hace que más de uno lo vea en esta crisis como una buena solución de emergencia. No es estridente y no tiene grandes enemigos. Éste es un asunto que no está hablado formalmente ni es el momento de abordarlo pero, quien de verdad tiene voz y voto en la casa, ya lo tiene en mente. Díez no tiene muertos en el armario o al menos que se conozcan —algo clave para el Gobierno—, está formado (profesor jubilado) y al final la presidencia no es más que un cargo de representación, como lo ostentaba Pedro Rocha sin ser un maestro de la interlocución. Para la ingeniería fina está el secretario general y 600 trabajadores cualificados que todos los días tiran del carro. Su figura sería algo así como un Del Bosque, al que el Gobierno se aferró en verano con ese órgano sin funciones que se inventó para custodiar la Ciudad del Fútbol. La gran diferencia es que gozaría del visto bueno de una mayoría, sobre todo la de muchos compañeros federativos. Ayer, en la copa de Navidad, alguno empezó a asimilarlo.

La edad de Paco Díez (71 años) no sería un problema llegado el caso, pues es casi de la quinta del propio Pedro Rocha y es dos años más joven que el exseleccionador. Y, además, goza de una magnífica relación con todos los agentes protagonistas en estos juegos de tronos, que vistas las tensiones que se producen en el poder es algo casi decisivo para poder trabajar. Su relación con Javier Tebas y LaLiga es magnífica. Siempre fue fluida con David Aganzo y AFE. A David Jiménez (ProLiga, asociación que agrupa a una multitud de clubes no profesionales) incluso lo metió en su Territorial como vicepresidente. Asistió el otro día a la cena con los árbitros, con entrega de escarapelas incluidas, porque siempre los ha protegido. Y hasta se congració en su día con Miguel Galán (CENAFE), su rival en las urnas autonómicas, que siempre es mejor tenerlo al lado que enfrente. Su experiencia en el cargo de una de las federaciones con más galones por historia y licencias (la preside desde 2016 pero forma parte de su estructura desde 1990), y su habitual roce con presidentes como Florentino Pérez y Enrique Cerezo, harían que no le tiemble la voz ni el pulso.

Pero esto es el futuro. El presente lo protagoniza el careo entre Louzán y el Gobierno.