OPINIÓN

Pelotas con Louzán y balones a Lamine

Rafael Louzán, presidente de la RFEF, al término de la Asamblea del lunes. /GETTY
Rafael Louzán, presidente de la RFEF, al término de la Asamblea del lunes. GETTY

Hay colegas que llevan días pidiéndome que opine sobre la Federación, las elecciones que la han elevado a los telediarios y sus resultados y, la verdad, es que ya me he quedado sin palabras. En tiempos de zozobra y, sobre todo, de tensión lo mejor que puede aportar un periodista es informar y que los hechos hablen por si solos. Y ya si eso, a toro pasado como ahora, aportar algún que otro análisis con más objetividad que pasión. Sin más. Que yo crea que la RFEF -con 600 trabajadores en nómina, 400 millones de presupuesto y un nivel deportivo inigualable- se merezca un líder virgen e impoluto no cambiará el mundo. Eso sí: la frase "van a hacer bueno a Villar", que sobrevuela Las Rozas desde hace años, va cobrando hoy más y más sentido. De hecho es un buen letrero que colgar de la fachada.

De todo lo sucedido, y que ha derivado en la proclamación democrática de Rafael Louzán, me quedo con una instantánea que resume a la perfección la salud de nuestro fútbol: todos los dirigentes y asambleístas presentes, absolutamente todos, repartieron más abrazos que en un boda por los pasillos de Las Rozas. Entre croquetas y jamón, reforzaron a un hombre al que persigue una condena por prevaricación, a falta de sentencia firme, desde hace 13 años. Y no es que vaya en contra de la presunción de inocencia o la caridad humana. La escena, sacada de El Padrino, donde importa el bebercio y se olvidan las puñaladas, habla de la nula autocrítica y recuerda que a algunos ya ni les inquieta salir retratados en la foto. Sería curioso revistar los peloteos al candidato ganador si el Supremo le condena definitivamente en unos meses y escuchar el "ya te lo dijo" o "yo nunca estuve ahí". El problema es que el suicidio colectivo no dejó huellas: no se retransmitió en abierto.

Yo mismo fui a estrecharle la mano deportivamente, obviando que dejó a conciencia a Relevo en la nevera en su ronda de entrevistas en la campaña mientras a otros medios les concedía tres en una misma semana. Y cuando me vi en su regazo, en un gesto con forma de reconciliación que habla bien de su calidez y cercanía, me quedé entre sorprendido y petrificado. Como, sin pensar, le ríes una gracia al jefe que trata mal a la redacción. O cuando das coba a un pintas en la grada, que acaba de meterse con el árbitro, por el fragor de la batalla o por no quedar aislado entre la multitud. Según abandoné el besamanos y volvía a la trinchera tuvo un pensamiento recurrente: es para analizar que entre 48 millones de habitantes, un millón de licencias futbolísticas, 19 barones, tres candidatos y dos valientes sin avales no haya otra salida en una institución que representa al país. Es muy difícil de explicar de puertas hacia afuera, sobre todo a los que de la Federación sólo les importa verdaderamente lo que emana de la Selección. Un campeón que, por cierto, volverá a competir en marzo en mitad del ruido de sables.

Aquí, donde se describe este callejón que podría volver a quedarse sin salida, no van a leer reproches personales contra el triunfador. Entre otras cosas porque, con sus defectos y su historial, es uno de los dirigentes más preparados en la casa, si no el mejor, y ha tenido el respaldo de 90 asambleístas de 138 presentes en la Asamblea. Patalear por una goleada tan contundente es para sectarios y dictadores. Y, además, los análisis individuales no tienen tanta relevancia como los de la gestión. Más allá del reproche de que él mismo podía haberse echado a un lado por decoro, rechazando los 368.000 euros que le esperan, si hay que poner peros apuntaría a otra dirección. Con el máximo respeto y la mayor de las asertividades. Ellos son los verdaderos responsables de que hoy sigamos en el barro.

Ver, por ejemplo, a LaLiga (patronal) y a AFE (sindicato) en el mismo barco es cuanto menos inquietante. No sé si porque Tebas nunca da puntada sin hilo o porque aún pienso como jugador. Como también es llamativo que FIFA y UEFA se den por satisfechos cuando no les valía Pedro Rocha hace nada por bastante menos y a Luis Rubiales no le hubieran permitido arrastrar jamás con una carga judicial de tal calado, más allá de lo que diga el ranking de popularidad. Quizás por eso su amigo Alejandro Blanco (COE), que siempre acudía a este tipo de cumbres con discurso incluido, no se dejó ver por la Ciudad del Fútbol.

Rafael Louzán atiende a los medios nada más ser proclamado presidente.  GETTY
Rafael Louzán atiende a los medios nada más ser proclamado presidente. GETTY

Por no decir del papel de algunos barones, que serían capaces de arropar a cualquier ser humano, aunque tuviera cuernos y rabo, con tal de que parezca que todo cambia alrededor para que no se modifique absolutamente nada. La configuración de la Comisión Delegada, donde todo quedó atado y bien atado, no es más que otro paso más en su legendaria resistencia. Siempre han mandado ellos, que no les engañen. Y siempre se han ido de rositas cargando el mochuelo a otro. Si Louzán cayera un día, nadie ahí se pondría nervioso: el modus operandi sería tan sencillo como rajar de él en público mientras le envían mensajes de cariño en privado —costumbre que tiene adeptos en los puestos de mando— y tirar del siguiente en la lista de caciques. Ya no se llamarían villaristas, por supuesto. El Rubialismo sería la prehistoria. Y no entenderían nada de gallego. Sería el turno de la "generosidad" de Merchán, de recuperar el flotador de 'Yaye' o poner al pacificador Paco Díez. Álvaro de Miguel (secretario general) sólo si no hubiera más remedio.

Pero por encima de todo conviene no olvidarse del nuevo enredo en el que se ha metido el Gobierno, aferrado al desbarre de su Consejo Superior de Deportes (CSD) y, en concreto, de su presidente José Manuel Rodríguez Uribes, al que su desapego por el puesto tras ser degradado como ministro le mantiene flotando en una pereza tan descomunal que volvió a repetir los defectos de Víctor Francos en el puesto: meterse en charcos sin saber si algún día podrá ejecutar lo prometido. Su ausencia de la Asamblea, aunque fuera delegando, su silencio ante algo incontestable y la incertidumbre en la que anda sometido ahora que Miguel Galán no le ha hecho el trabajo sucio, le obligan a esperar a que la ministra Pilar Alegría y/o el VAR del Supremo le echen un cable con urgencia. Como esos malos estudiantes que, con el examen en sus narices, esperaban un chivatazo caído del cielo.

Esta es la clase directiva que gobierna nuestro fútbol. Y lo peor no es que el hartazgo ya nos haga mirar hacia otro lado. O que en unos meses puedan abrirse de nuevo las urnas en las quintas elecciones en un solo año. Lo más triste es que la preocupación general gira en torno a si nos dan o no la final del Mundial 2030 cuando la Marca España sigue, en 2024, por los suelos y no hay quien la levante con estos sainetes. Poco nos pasa. El día que De la Fuente, Lamine y Nico dejen de ganar, más vale que nos pille a todos confesados.