FC BARCELONA

El toque de atención de Flick al vestuario que ha acabado por enterrar problemas del pasado

La llegada del entrenador germano ha despertado a una afición adormecida.

Lamine y Raphinha celebran uno de los goles del Barça. /EFE
Lamine y Raphinha celebran uno de los goles del Barça. EFE
Alex Pintanel
Joaquín Bacigalupo

Alex Pintanel y Joaquín Bacigalupo

Avisó Hansi Flick el día antes de medirse al Real Valladolid. El rendimiento del equipo estaba siendo alto, pero especialmente en las segundas partes de Valencia, Athletic y Rayo. En los primeros tiempos al equipo le costó conectarse. En Mestalla castigó Hugo Duro a la media hora. Ante los vascos, sin empezar mal, el ritmo del encuentro fue lento, y ante el Rayo, el gol de Unai López en el minuto nueve ajustició el arranque dubitativo del cuadro culé.

Flick había detectado el problema. Lo tenía claro, y así lo explicó en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva. "Es importante que el equipo esté metido en el partido desde el principio. No podemos esperar 10 minutos. Después tenemos mucha confianza en las segundas partes. Estamos al 100% y eso es lo que quiero para este equipo. La calidad que tiene el equipo es fantástica". 24 horas después de estas reflexiones, el equipo reaccionó y de qué manera.

El primer tiempo ante el Valladolid fue de asedio total. Antes del cuarto de hora, Dani Olmo había mandado un balón a la madera, le habían anulado un gol y Lewandowski exigió a Karl Hein. El Barça siguió avasallando al rival y a raíz de este juego alegre, con velocidad en la zona de tres cuartos y efectividad, los azulgranas apabullaron a los blanquivioletas. Los goles de Raphinha, Lewandowski y Koundé pusieron de manifiesto que las palabras de Flick surtieron efecto y ante los pucelanos, el Barça hizo la mejor primera mitad del curso.

Fue una primera mitad eléctrica. El Barça disparó 14 veces a portería, el doble que ante el Rayo. Y además, generó 2,05 goles en el primer tiempo, que es más que la media que tienen todos los equipos de la Liga en un partido entero. El Real Madrid por ejemplo, genera 1,73 goles esperados por encuentro. El Barcelona lo superó en 45 minutos. El encuentro se saldó con una goleada por 7 a 0 que desató la ilusión del barcelonismo.

Flick ha reanimado a una afición adormecida

Atrás quedaron las sensaciones que desprendía el Barça de Xavi. Ese equipo deprimido, cansado, sin ideas ni capacidad de reacción. Pero también parece haber quedado en el olvido el estado de crisis en el que vive el Barcelona. Ya nadie se acuerda de las decepciones del mercado, de las promesas incumplidas en materia de refuerzos o del famoso contrato de Nike que hubiese significado un salvavidas gigantesco para la directiva.

El toque de atención de Flick no fue más que una nueva muestra del listón que marca el entrenador. El nivel de exigencia impuesto por el nuevo staff es máximo y de ahí que la alegría fuera completa tras arrollar al Pucela: "Hemos entendido que teníamos que estar al 100% desde el principio. La afición se lo ha pasado muy bien. El equipo tiene hambre y no ha bajado la intensidad. Eso es bueno. Hemos mantenido el nivel y eso hace que la afición se sienta orgullosa del equipo".

Los jugadores exhibieron un hambre meses antes impensable, como si estuvieran picados con ellos mismos para demostrar de lo que son capaces. Y siempre con jugadores de La Masía como protagonistas. Como si hiciera falta tocar fondo para recordar que el cielo se conquistó con los de casa.

Raphinha flotó sobre el césped como si el fútbol de Flick se hubiera creado para él, Lamine refrendó que su talento es tan colosal como embrionario, Lewandowski confirmó que el olfato nunca se pierde y Olmo se encargó, junto a Pedri, de hacer correr a un equipo al que se presuponía recién gateando. El fútbol de Flick ha reanimado a una afición adormecida.