REAL MADRID

Los entresijos de la Asamblea: medio 'kilo' que duele, rampas anticaídas y una meticulosa lista negra

Este domingo se celebra el encuentro de Florentino con los socios compromisarios en un evento con alfombra roja, regalos, abucheos a la prensa y un 'break' que invita a no fiscalizar las cuentas.

Florentino habla ante los socios compromisarios en una Asamblea. /EFE
Florentino habla ante los socios compromisarios en una Asamblea. EFE
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Este domingo se celebran, de forma presencial y telemática, la Asamblea General Ordinaria y también la Extraordinaria de socios representantes (compromisarios) del Real Madrid. Será en el pabellón de baloncesto de Valdebebas, ubicado en la madrileña avenida Alejandro de la Sota s/n, y estará encabeza como siempre por Florentino Pérez. Hasta aquí los oficialismos que quedan reglamentariamente insertados en los medios del club y, como marca el protocolo, en algunas publicaciones tradicionales. Lo que desconoce el lector son los detalles, a no ser que sea uno de los 1.947 privilegiados que participen por haber sido elegidos para el periodo comprendido entre el 4 de octubre de 2024 y el 4 de octubre de 2028. Es decir, qué se cuece allí, cómo es el ambiente, qué se dice, quién, a qué huele y a qué sabe.

Normalmente, estas convocatorias suelen celebrarse coincidiendo con un día de partido del Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Pero en esta ocasión se ha convalidado esa tradición por el hecho de que el primer equipo no salga de la Comunidad y juegue este domingo en Butarque ante el Leganés a las 18:30 horas. La Asamblea General Ordinaria, por si alguno quiere estar atento y seguirla en el directo de Relevo, se celebrará a las 9:00 horas en primera convocatoria y a las 10:00 en segunda. El resto de socios rasos, sin voz ni voto en el evento, no puede asistir ni como oyente desde hace varios años por mucho que hayan reclamado su derecho democrático una y otra vez mediante el correo electrónico. No hay público para evitar, esta vez más que nunca, problemas con el ruido.

Únicamente pueden estar presentes en la sala los compromisarios, los miembros de la Junta Directiva, los de la Junta Electoral y los que conforman la Comisión de Disciplina Social. De hecho, el comité de dirección y otros cargos siguen la sesión por la televisión en una sala contigua al auditorio principal, atentos por si Manolo Redondo, responsable del Gabinete de Presidencia y mando derecha del presidente desde sus escarceos políticos, les reclama algún dato que le saque de un apuro ante alguna pregunta incómoda. Por eso mismo alguno se quejó el año pasado de que Begoña Sanz, directora general adjunta del club, estuviera fuera de lugar y no en su sitio. Aquí, como sucede con el VAR, el castigo aparece aunque sea por un centímetro.

Todos los detalles cuentan en una cita a la búlgara, con votación a mano alzada y sin demasiada emoción por el resultado. Por mucho que el orden del día, como esta vez, sea bien completo y amenace con alargar la velada hasta la hora de la siesta: en la Asamblea Ordinaria se espera el habitual informe del presidente, un examen y aprobación de la liquidación del presupuesto, la memoria, el balance de situación y la cuenta de pérdidas y ganancias, así como las consolidadas con las empresas participadas, correspondientes al ejercicio 2023-2024, el presupuesto consolidado de ingresos y gastos y el proyecto de actividades para la 2024-2025 y la propuesta de cuotas sociales para la campaña siguiente. Para la extraordinaria quedará la propuesta de la Junta para la elección de los miembros de la Comisión de Disciplina Social hasta 2029 y la propuesta para la elección de los miembros de la Junta Electoral para ese mismo periodo.

Florentino, junto al vicepresidente Eduardo Fernández de Blas.  GETTY
Florentino, junto al vicepresidente Eduardo Fernández de Blas. GETTY

De ahí que, ante todo formalismo, lo que más interesa sean los detalles. El Real Madrid lleva preparando toda la semana a conciencia la puesta en escena. Atendiendo a las mini-asambleas previas, esas reuniones en las que Florentino avanza su plan a los compromisarios, habrá emoción, crítica, respaldo a Vinicius y puede que alguna sorpresa con las elecciones a la vuelta de la esquina. Y estos arreglos para que nada falle se han ido realizando con sus habituales dificultades. Como el primer equipo de basket entrenado por Chus Mateo se entrena por las mañanas en ese mismo espacio donde se celebrará la Asamblea, y ocupa buena parte de las cuatro canchas del recinto, se han tenido que realizar todos los preparativos por la tarde mientras se ejercitaba el juvenil. Levantar todo el decorado lleva su trabajo y tiene un precio que, en estos momentos, es otro incordio para la entidad en una época donde las cuentas aprietan hasta el punto de tener que vender pronto a alguna de las estrellas: el presupuesto del sarao supera los 500.000 euros, ya que a la producción inicial hay que sumarle después los gastos del copioso catering y la seguridad. Quizás por eso desde la pandemia se fomenta el seguimiento online de la jornada, e igual por eso suelen acudir poco más del 50% de los socios representantes citados y sólo hacen falta alrededor de 1.100 sillas para acomodar a todo el personal. La asistencia récord sigue estando fijada en los 1.358 compromisarios.

El inicio es para no perdérselo

La sesión empieza como en un buen concierto, con murmullos que delatan la impaciencia y con bastantes abucheos en el momento en el que se vislumbra el arranque. Una vez que hay quorum para dar comienzo a la sesión, normalmente en segunda convocatoria, se pregunta desde el estrado a los socios si pueden acceder a la sala los profesionales de los medios de comunicación. Y ahí, tras una buena pitada, insultos variados e incluso amenazas, Florentino Pérez alza la voz con tono conciliador para bromear, mostrarse comprensivo y cercano y soltar aquello de "venga, que accedan, no seamos malos...". Le da igual no hacer caso ni en eso a lo que le dictan los compromisarios. Este paripé se hace año tras año y viene a ser como cortar la cinta o encender el pebetero.

Con los periodistas en la sala, ya está todo preparado para que el presidente empieza un discurso que para algunos es la Biblia y para otros una homilía. Para llegar hasta ese punto del altar, el presidente no quiere ningún tipo de sustos, así que el Real Madrid obliga a la empresa encargada del montaje a que no haya escalones bajo ningún concepto y que sean todo rampas por detrás del escenario. De esta medida, para evitar caídas inesperadas como las que hubo el año pasado, también se beneficiarán 13 de los 16 directivos que conforman la Junta Directiva y podrán acudir a la cita. Ellos también acceden al escenario desde esas rampas del backstage. Esos escuderos de Florentino Pérez al que un día Alfredo Relaño, presidente de honor de AS, llamó "Los Sabandeños" -por su función como decorado de acompañamiento- y que la mayoría conoce con sorna como Dinojunta.

La Asamblea comienza entonces con un sentido minuto de silencio que suele acompañarse con un vídeo ad hoc en el que intervienen jugadores y madridistas reconocidos. Esta vez habrá una especial emoción, ya que en los últimos tiempos fallecieron dos de los hombres de confianza de Florentino Pérez. Ahí es cuando se produce la ovación más atronadora de la mañana con la que más de uno pone fin a sus bostezos y con la que empiezan a desperezarse. A partir de ahí, llega la tormenta de datos que narcotizan hasta a los más expertos en contabilidad. Antaño había debate, intercambio de opiniones y careos importantes, pero ahora cada punto a aprobar se zanja con casi más del 98% del apoyo a lo propuesto. Los que conocen bien a Florentino aseguran que con una cuota menor de apoyo a sus medidas empieza a torcer el morro. De ahí que, sin emoción, el interés real de la jornada se centre en las anécdotas, los ruegos y preguntas y, sobre todo, las réplicas.

La Asamblea del Real Madrid es distinta hasta en esto. Lo normal es que los socios, llegado el momento, vayan subiendo al estrado tras haberse apuntado previamente en una lista. El club avisa por megafonía al protagonista que debe dar el paso y previene al siguiente. Lo habitual en cualquier cumbre de este tipo es que haya un ruego o pregunta, que el presidente responda, que el mismo socio puede replicar y que al mandamás acabe con una contra-réplica. Sin embargo, Florentino tiene otros ritmos. Si el Madrid no se doblega, por ejemplo, ante las normas audiovisuales de LaLiga, cómo va a hacer en su casa lo que el resto. El presidente escucha a todos los socios que participan del tirón. Y, en principio, con mucho interés, aunque las intervenciones le van haciendo más o menos gracia según evidencia con sus gestos. Hasta toma notas. Pero él responde al final, a lo que le apetece y de una sola tacada. Ahí es donde se esmera en demostrarle a los que siempre dudan de que sigue estando en plena forma.

Sin oposición

Los asistentes que incordian cada vez son menos. Desde que a Ramón Calderón se le colaron en la sala miembros de Ultrasur y hasta algunos del Frente Atlético, el control sobre el aforo es milimétrico. Hasta el punto de que la organización, con Manolo Redondo a la cabeza y algún líder de Primavera Blanca a su lado, maneja una peculiar y meticulosa lista -llamemos negra, aunque no tenga oficialmente esta denominación- en la que están perfectamente ubicados quiénes pueden agitar la mañana y dar guerra. Esos presuntos alborotadores son estratégicamente distribuidos en la platea para que no hagan piña y con el objetivo de que, en cuanto se agiten, sean aplacados y silenciados por los que le rodean. Por eso la polémica, o el interés por escuchar a los opositores, ha pasado a mejor época mientras se mantiene el sitio para ilustres como Ochaíta o Carlos Clara. Normal que ya, sin esos piques que daban juego y se hacían virales, el tiempo para estirar las piernas, salir a fumar o dar buena cuenta del desayuno vaya a más mientras los parlamentos se suceden en el atril.

Imagen de uno de los momentos más tensos de la Asamblea de la 2008-09, con Ramón Calderón de presidente.  EFE
Imagen de uno de los momentos más tensos de la Asamblea de la 2008-09, con Ramón Calderón de presidente. EFE

El momento estelar para tomar aire llega con la aparición de Pedro López, el vicepresidente económico. Y realmente es una pena la estampida que se produce cuando toca detallar las cuentas. Sean mejores o peores, más o menos maquilladas, su forma de exponer, su facilidad para comunicar y la lección de oratoria que regala debería ser materia obligatoria para todos. Sin embargo, la opción de degustar algún cruasán tampoco es mal plan. El Madrid, como el tabernero que pone queso de tapa para que entre mejor el vino de cooperativa, se esmera porque los estómagos queden agradecidos y bien llenos. Los regalos al salir (desde mochilas hasta bicicletas plegables en los años de bonanza) y otras sorpresas (el año pasado habló Solari) mantienen la expectación. Y este año más, por si se cuenta algo de los problemas con los vecinos del Bernabéu que han obligado a José Ángel Sánchez acudir a los tribunales, del quebradero de cabeza que supone el nuevo parking y del repaso a cómo va la Superliga o qué sucedió realmente con el sainete del Balón de Oro.

Todo cabe hasta cierta hora, cuando a lo lejos silba imaginariamente la olla del cocido. Ahí da absolutamente igual todo. La gente mira el reloj compulsivamente, recuerda que en un rato juega su Madrid y, como esas reuniones de vecinos tan aburridas, el personal empieza a poner excusas y sale a toda prisa para casa. Más importante que la lluvia de datos digerida siguen siendo los goles de Mbappé.