REAL MADRID

Florentino se impacienta con el juego, el rol de Bellingham y la nula fe con Güler y Endrick

El presidente exige internamente mejorar de inmediato al entender que ésta es la mejor plantilla de la historia. Duda de la fe en Tchouameni, del papel de Modric, de la sensación con Rodrygo...

Carlos Ancelotti dialoga con Florentino Pérez. /GETTY
Carlos Ancelotti dialoga con Florentino Pérez. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Con Florentino Pérez no hace falta tener una reunión cara a cara, de las que a veces le gusta organizar en Valdebebas con Ancelotti y, como mucho, con el director general José Ángel Sánchez, para demostrar quién manda en el Real Madrid y cuáles son sus gustos y disgustos. El presidente sabe bien cómo hacer llegar al vestuario sus mensajes desde su despacho de ACS, porque no pasa por el que tiene cerrado a cal y canto en la última planta de Ciudad Deportiva. Y más allá del lío del Balón de Oro y el mazazo generalizado, los problemas en torno al Bernabéu y la relación con sus vecinos, y la preparación de una próxima Asamblea que le inquieta al no tener pinta de que vaya a ser el habitual paseo triunfal, no quiere desviar el foco en lo deportivo: está muy preocupado con lo que ve en el campo y exige una mejora urgente.

No da crédito a lo mal que está jugando el equipo en este primer tramo de la temporada, en el que ya ha perdido dos encuentros (Lille y Barça) y ha empatado tres más (Mallorca, Las Palmas y Atlético). Entiende -porque así lo demuestran los hechos y le gusta ensalzarlo a sus afines- que ha puesto todo de su parte para que el equipo mejore y siga evolucionando sin que se vayan notando las bajas, con el gran esfuerzo añadido de ser capaz de no vender a ninguna estrella pese a las grandes ofertas que han ido llegando. Fichar a Mbappé, y juntarlo con Vinicius, Bellingham y Rodrygo es suficiente para que el equipo dé mucha mejor impresión de la que está mostrando.

Ante el Lille ya se enfadó por la falta de intensidad colectiva que vio frente a un rival que estaba demasiado mermado por las bajas y, ya en la resaca, torció el gesto más cuando al día siguiente supo que su equipo había corrido hasta 11 kilómetros menos. En el descanso ante el Borussia Dortmund, en el último encuentro de Champions y según varios testigos, sacó su versión más dura entre los directivos que le rodearon a la hora del canapé. Y ante el Barça confirmó algo que el propio técnico italiano ya le había reconocido en privado en un gesto autocrítico que le honra: aunque asegura que lo hará pronto, la realidad es que aún no dado con la tecla.

De todos los problemas que está teniendo el Madrid en un mes de octubre para olvidar, que le impide ser lo que fue y situarse ya a seis puntos del Barça, lo que más incomoda a Florentino son dos cosas: la facilidad con la que el sistema defensivo salta por los aires (14 goles encajados), con Militao lejos de su mejor estado de forma, y lo perdido que está Bellingham en tierra de nadie y tan alejado del área cuando la temporada pasada se destapó como el mejor llegador del mundo. Aunque el mandamás blanco hace todo lo posible por no meterse directamente en la parcela deportiva, y dejar sus opiniones para la privacidad, sus desahogos cuando baja a los vestuarios para saludar a la plantilla al finalizar los encuentros le delatan. Por eso, que a nadie le extrañe si las suplencias de Tchouameni se encadenan o si próximamente Bellingham recupera un papel más centrado en la pizarra.

Ese centro del campo...

Tchouameni aún no ha convencido de todo a la dirección deportiva como para haber desembolsado más de 80 millones de euros contando variables. Ni siquiera en su pico de forma ha hecho que el presidente olvide del todo a Casemiro. Y qué decir cuando al pivote le dan galones para organizar el juego como hacía Kroos. Sin embargo, como cada vez que hay dudas con algún futbolista, los responsables de su llegada se difuminan de repente y siempre deslizan que alguna decisión técnica le está perjudicando. Hay una gran diferencia con los momentos en los que brilla, porque también ha sobresalido en otras ocasiones. Ahí es cuando todos los que rodean al presidente se encargan de decir quién es el mejor ojeador del mundo. Ahí los méritos de Ancelotti no existen.

Ancelotti, sobre Bellingham.

Aun así, Florentino también incurre en algunos mensajes contradictorios cuando habla en la clandestinidad de fútbol en esos corrillos que de vez en cuando regala. Porque al igual que va perdiendo su fe en Tchouameni y ya no se niega a escuchar tentadoras ofertas por él (tiene contrato hasta 2028), solucionar esta papeleta no es algo sencillo. Y menos atendiendo a sus preferencias. Camavinga, su preferido, no termina de asentarse por delante de la defensa y aún comete errores conceptuales como para darle la bandera de único mediocentro al mando de las operaciones. Como interior o lateral -algo que detesta la planta noble- da un rendimiento más alto al no tener tanto peso y jugar con más libertad. E internamente no ven a Modric como titular en los partidos de más enjundia. Le prefieren más como una fantástica alternativa en los segundos tiempos y como ejemplo para marcar el paso en partidos donde hagan falta las rotaciones.

Otra de las cosas que no entienden en la directiva, y este es un sentimiento bastante extendido alrededor de la línea editorial que marca el jefe y que luego va trascendiendo de arriba abajo, es que se le están sacando poco partido a futbolistas que vienen pisando fuerte. Seguramente esta opinión venga muy condicionada por los highlights que el club sacaba de Güler en los entrenamientos desde que llegó y que, por no poner al entrenador en una situación delicada, han ido desapareciendo poco a poco con el tiempo a la misma velocidad que Antonio Pintus también ha ido perdiendo cuota de pantalla. Antes tenía mucho protagonismo en los vídeos y fotografías, pese a que no está siempre a pie de campo, y ahora no son días para presumir de físico.

Los datos

Lo cierto es que el mediapunta turco ha disputado 292 minutos de los 1.350 disputados (15 partidos), lo que supone el 21,6%. Peor lo tiene Endrick, con sólo 107 minutos (el 7,9%), cuando hay futbolistas como Valverde que lo han jugado casi todo (1.302 minutos) y hay siete integrantes de la plantilla que pasan de los mil minutos (además del uruguayo, Rüdiger, Vinicius, Militao, Mbappé, Tchouameni y Courtois). Nadie entiende en el club cómo Güler y Endrick tienen tan poco protagonismo cuando brillan con sus selecciones y, encima, cada vez que han salido han ofrecido un excelente rendimiento. El brasileño lleva hasta dos goles y una asistencia, pero leva cuatro partidos consecutivos sin aparecer ni un solo minuto. En Lille fue titular y ese encuentro, con derrota incluida, le pasó factura.

La conclusión a la que llegan en las altas esferas es que, con la plantilla que hay, lo mejor es que nadie se crea indiscutible y todos los jugadores sientan en la nuca que el de atrás viene apretando. El ejemplo del Barça, aunque es doloroso en la casa, es demoledor por la confianza que hay depositada en toda la plantilla y en la cantera y los resultados obtenidos pese a las bajas. Incentivar la competencia es la mejor fórmula para que cada uno dé lo mejor de sí. Por eso, y aunque ahora Rodrygo anda lesionado y le ha facilitado algo las cosas al entrenador a la hora de confeccionar el once, el club quiere que Ancelotti sepa que a él también hay que encajarlo. Que no se dé por hecho que es el primer eslabón de los cuatro fantásticos que debe caer cuando hay que reforzar el medio campo y ser más conservadores. Por encima de muchos fichajes, veteranos y pesos pesados, Rodrygo siempre fue (y será) uno de los niños mimados. Que se lo digan a Marco Asensio.

Por eso, Ancelotti tiene un exigente reto por delante. Que, por otra parte, no es nuevo ni le ha impedido en ocasiones anteriores salir victorioso de las presiones. Mejorar, ganar y contentar a todos no es sencillo. De que ahí que se haya autoimpuesto volver a imponer su criterio por encima de todo y dejar de hacer caso al aluvión de opiniones que le rodean y a veces le confunden.