"Estoy eléctrico": Lamine Yamal más allá de la agresión a su padre
El jugador no se perturba fácilmente a pesar de sus 17 años, demostrando a su entorno que su cabeza es su mejor aliada.
Los que conocen a Lamine Yamal no se sorprenden del aplomo con el que ha vivido una de las semanas más difíciles de su vida por culpa del apuñalamiento sufrido por su padre el pasado miércoles en Rocafonda, el barrio que saltó a la fama por el código 304 al que el jugador dio visibilidad mundial. Sí llamó la atención en Can Barça cómo se entrenó tan solo 12 horas después del incidente. Le ofrecieron un psicólogo. Él replicó: solo fútbol.
Con sus 17 años recién cumplidos, la vida de Lamine es un experimento en sí mismo. Apenas hay antecedentes que puedan servir, ni guías que seguir, para que los pasos del adolescente no se tuerzan. Ni Messi vivió una eclosión tan temprana. Yamal es campeón de Europa siendo protagonista casi con 16 años, días después de aprobar la ESO. Pero los que conviven con él se tranquilizan cada vez que se lo encuentran. No compra ningún amago de la farándula, no le dispersa ninguna tentación fuera del fútbol, ningún acontecimiento le hunde, ni siquiera lo vivido esta semana. Por ahora, porque tratándose de un menor de edad, todo está por madurar, como el cráneo de un recién nacido.
Cuando supo que su padre estaba fuera de peligro, decidió que iría al entrenamiento. Desde allí fue a visitarle. No se ha separado de sus sombras, su primo Moha y su íntimo Souhabib. También se ha apoyado en las personas que le llevan su vida, el equipo que colabora con su agente Jorge Mendes en Barcelona. Por su oficina cercana al Camp Nou Lamine se suele dejar caer. Allí están quienes velan por los temas legales, cotidianos e, incluso, familiares. Un lugar discreto donde charlar y echar un rato, como cualquier chico de su edad.
Ellos son un apoyo fundamental no solo para Lamine y su familia, sino también para los otros jugadores representados por el portugués en la Ciudad Condal, como Ansu y Balde. También explotan la imagen comercial de sus jugadores. Las marcas interesadas en Lamine son muchas, pero tampoco se quiere quemar al chico. Se criba y selecciona con minuciosidad.
Mounir declaró en El Chiringuito que, por el bien de todos, tenía que "estar más tranquilo". Indomable, el joven padre del jugador, apenas 36 años, es una figura clave para el chico. Pocos pueden hablar a Lamine con la franqueza que lo hace Mounir. Cuando juega mal o hace algo inapropiado, como crío que es. En ese rol, es positivo y hasta necesario. El problema es cuando pierde esa tranquilidad a la que aludía él mismo. En cualquier caso, su exposición debería reducirse, toda vez que el incidente le ha convertido ya en una persona reconocida para casi toda España.
Otro de los apoyos de Lamine es su agente, Jorge Mendes. Por su casa en el sur de Portugal pasó en dos ocasiones este verano. El representante cuenta con una finca extensísima, en un lugar privilegiado en el Algarve, punto de encuentro de representados, familias y clubes. Con cancha de fútbol, futbolín, mesa de fut-tenis, lógicamente piscina… Un refugio ideal, sin cámaras ni miradas indiscretas, donde Lamine aprovechó para descansar entre su viaje desde Grecia a Marbella y su regreso a Barcelona.
Después de perder a Cristiano Ronaldo en uno de los divorcios más chocantes de los últimos años en la industria, Mendes trazó una estrategia para captar al futuro Balón de Oro. Primero llegó Ansu, frenado por las lesiones, y después Lamine, que venía siendo representado por Iván de la Peña. Jorge no mete presión, pero está presente en las vidas de sus jugadores. Lógicamente, lo ha estado con Lamine especialmente estos días.
Lamine, al que se le ve incluso más alto que en la Eurocopa, como si hubiera crecido alguna pulgada más en verano, ya con el '19' que portó Messi en la espalda, solo mira al balón. Y advierte: "Estoy eléctrico", aludiendo a cómo se ha encontrado en pretemporada. De sus voltajes dependerá buena parte de la temporada del Barça.