CSD, calienta que sales...

Si me llegan a decir hace un mes que España sería campeona del mundo y que semanas después no estarían en la RFEF ni Rubiales ni Vilda, seguramente me hubiera caído de la silla.
Conocedora, como tantos y tantas, de lo que allí se cuece, de lo difícil que serían esos cambios, posiblemente no habría arriesgado ni un céntimo de mi humilde capital a que eso sería posible. ¿Por qué? Porque he asistido a una falta absoluta de rigor y de espíritu transformador tanto en el fútbol como en el deporte español. Desde hace años. Muchos.
Ahora, con la valentía de las jugadoras y de todo un país detrás que, con sentido común, han dicho #SeAcabó, es el momento para seguir pidiendo los cambios que nuestro deporte merece. Y claro, le toca al CSD. A esa Secretaría de Estado que ha estado escondida durante tanto tiempo, con tintes políticos de todo tipo, para realmente demostrar que, más allá de la foto bonita con nuestras campeonas y campeones de tantísimas disciplinas, quieren cambiar las cosas.
Ahora es el turno de plantear cambios en los sistemas asamblearios de las federaciones. Sólo así podrán regenerarse desde abajo, con oportunidades al talento y a la preparación. Sólo así se podrá escoger a los y las mejores, sin cuotas, para dirigir nuestro deporte. Y el CSD tiene la mejor oportunidad por delante. Sólo hace falta voluntad.
Ya que Franco Pardo no reguló a tiempo la tan mencionada Ley del Deporte, ahora cuando Víctor Francos se ponga con ello puede plantear precisamente esta 'revolución'. Sólo así no tendremos que esperar 21 días a que los 'Rubiales' dimitan cuando su comportamiento sea lamentable, o a que las jugadoras - que deberían jugar únicamente al fútbol - tengan que plantarse a pesar del miedo a las habituales represalias. Sólo así tendremos federaciones mucho más competentes y preparadas. Con gestores y dirigentes a la altura de nuestros deportistas, que han dejado y lo siguen haciendo, el nivel muy alto.
Esto no es una guerra de Jenni Hermoso -que se encontró en el foco sin haberlo elegido- frente a Luis Rubiales. Tampoco lo es de las jugadoras contra la RFEF. Es una lucha del sentido común ante años de inoperancia que han permitido a muchos gañanes hacerse cargo de nuestro deporte sin arriesgar lo más mínimo. Porque por mucho que insistan en que las Federaciones son empresas privadas, ninguno pone en riesgo su capital, pero todos se aprovechan del potencial de nuestro deporte.
Asunto aparte, pero no menor, es el del Comité Olímpico Español. También es la ocasión ideal para comprobar si Alejandro Blanco, su presidente, deja atrás amistades y filias personales para, de una vez por todas, reforzar a las federaciones que traten de sanear nuestro deporte. Para alzar y poner en valor las gestiones federativas, alejadas de nepotismos y autoritarismos tan presentes todavía, que nada tienen que ver con los deportistas.
Cambiemos el deporte. Pongámosle voluntad. No permitamos más que tantísimas deportistas -porque curiosamente casi siempre son ellas- tengan que renunciar a sus sueños, a su carrera, para que las cosas cambien. Seamos serios. CSD, calienta, que sales...