#SeAcabó, pero el problema, y grave, no es sólo Rubiales
Rubiales no sólo no ha entendido nada sino que, además, se enorgullece de ello. Su discurso, cargado de dardos y revictimización hacia la jugadora, y los aplausos que ha despertado de su Asamblea, muestran que no se trata sólo del presidente: el problema es estructural. Nadie le ha cuestionado durante el acto y a los que en estos días le han llevado la contraria y señalado sus actitudes machistas, su paternalismo más rancio y su soberbia habitual, Rubiales los considera opresores. Qué ironía.
Está todo mal, otra vez, en el inaceptable discurso del presidente. El de hoy, el de la escala en Doha y el de siempre. Hoy con un tono más beligerante y empoderado si cabe, y aplaudido por los suyos en cada mención al "falso feminismo". Es estructural. El presidente no sólo minimiza y normaliza sus actitudes machistas desde el cargo que, pese a todo, sigue ostentando, sino que también se dibuja como víctima. Para justificar su comportamiento como presidente de la Real Federación Española de Fútbol en la entrega de medallas señaló de nuevo a la futbolista como responsable de la invasión a su intimidad.
Ni un ápice de reflexión en las palabras de Rubiales, que entendió el señalamiento como un "asesinato social". Vaya, en eso sí fue contundente el presidente, al que se le escapaba la rabia contenida en cada "¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir!". Hasta cinco veces lo gritó, agarrándose en cada frase un poco más al puesto y resquebrajando la poca dignidad que le quedaba como representante institucional. Y arrastró a su núcleo duro con él. Hasta le comunicó un aumento de sueldo por sorpresa a Vilda, que fue de los primeros en levantarse a aplaudir tras el discurso junto con De la Fuente. ¡Qué bien se entiende ahora lo de que las jugadoras trataron de transmitir en su día!
Qué insulto. A las mujeres y al mundo entero que sigue asistiendo con asombro al comportamiento de Luis Rubiales y a la inacción del fútbol español. Quizás, esto último sea lo más preocupante. Pero especialmente, qué falta de respeto a las jugadoras, quienes ya conocían esta falta de profesionalidad y que, cuando alzaron la voz y pidieron cambios, fueron tachadas de "niñatas" y "chantajistas". No se olvida. Algunas de ellas, por su valentía, han tenido que ver el Mundial desde casa.
Aunque tarde, ya no están solas. Isco, Borja Iglesias, Héctor Bellerín, De Gea... por parte del fútbol masculino y representantes políticos e institucionales se han despertado. Rubiales ha conseguido poner de acuerdo a todos. Hemos tenido que ver en televisión un beso sin consentimiento, un agarre de los genitales, unas declaraciones bochornosas en radio, un comunicado falso, unas disculpas no sentidas y cinco días de crisis para reconfirmar que la cara de Rubiales del otro día, es la suya propia.
Una vez más, España es portada. Y el presidente, vergüenza mundial.