Los bañadores prohibidos que podrían anticipar el futuro de las zapatillas mágicas: "Eran una pesadilla"
Entre 2008 y 2009, la natación rompió todos sus récords con los bañadores Jaked, que terminaron vetados por la FINA. La maratón vive ahora un viacrucis similar.
En Gallarate, una pequeña ciudad lombarda encajonada entre el ruido de Milán y la quietud de los grandes lagos alpinos, un pequeño negocio familiar sacudió el deporte mundial hace poco más de una década. El italiano Francesco Fabbrica dirigía allí la fábrica de Jaked, una firma cuya patente mezclaba el nombre de sus dos hijos —Giacomo y Edoardo— y que había sido fundada pocos meses antes con aspiraciones modestas. Impulsada por el trabajo y el afán por innovar, la marca familiar voló al estrellato tras diseñar unos bañadores que, con supuestas ganancias milagrosas, sedujeron a los mejores nadadores del planeta.
Hasta entonces, el material de todas las prendas acuáticas destinadas a la competición había sobrevivido al paso del tiempo sin demasiados cambios. Pronto quedaron atrás los primeros modelos, pesados, hechos con algodón, para dar paso a la licra o al poliéster, tejidos más modernos y que llegaron para quedarse. Sin embargo, no fue hasta la primera década de este siglo cuando Speedo lanzó el LZR, un modelo que por primera vez combinaba el textil tradicional de los bañadores con el poliuretano, un material sintético e impermeable que, extremadamente ajustado al cuerpo, incrementaba la flotabilidad del nadador.
La auténtica revolución, eso sí, llegó con la mencionada Jaked, que a comienzos de 2008 presentó un bañador hecho 100% de poliuretano, el 'J01', cuyos favores milagrosos llegaron muy pronto a oídos de las más reputadas estrellas de la natación internacional. Muchas federaciones, con la italiana en cabeza, no tardaron en sucumbir a los servicios de la modesta marca transalpina y en tan solo unos meses Jaked pasó a competir de tú a tú con las grandes multinacionales del sector: Adidas, Asics y Speedo.
En la primera gran prueba de algodón, los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, se registraron 14 plusmarcas internacionales. Un año más tarde, en los Mundiales de Roma, el boom fue bestial: hasta 43 nadadores rompieron la mejor marca del planeta. Por el camino, una lluvia incesante de récords y marcas estratosféricas, algo que desató las dudas, recelos y críticas de propios y extraños. La FINA (Federación Internacional de Natación), reacia en un principio a cerrar el grifo de los récords, decidió cortar el asunto de raíz y en 2010, dos años después de su lanzamiento, vetó los bañadores Jaked, que, pese a todo, también contaban con sus propios detractores en el agua.
LOS BAÑADORES REVOLUCIONARON LAS MARCAS DE LA NATACIÓN
"Eran una pesadilla", recuerda Sean Kelly, director de alto rendimiento de la Real Federación Española de Natación, cerebro por aquel entonces del combinado británico. "Me alegré de que los prohibieran, porque era una experiencia muy estresante. A veces tardabas hasta 30 minutos en ponértelo, arañándote y cortándote los dedos". El mismísimo Michael Phelps, vencedor de ocho oros olímpicos el verano anterior en Pekín, se negó en rotundo a vestir los bañadores Jaked en Roma: "Usaré los de toda la vida, y lo haré con la motivación intacta".
Las zapatillas mágicas, en el ojo del huracán
Algo más de una década después, fuera del agua, la prueba reina del atletismo se aproxima a un viacrucis similar. Con nuevos récords a la orden del día y la barrera de las dos horas cada vez más cerca de romperse, la maratón vive enfrascada en una innovación constante del calzado que, para muchos, no deja de ser engañosa. "Se está desnaturalizando la pisada y el gesto natural de la carrera", lamenta Arturo Casado, campeón de Europa de 1.500m e inédito en una distancia en la que el keniano Kelvin Kiptum acaba de establecer el nuevo listón en 2:00:35.
NUNCA SE HA CORRIDO EN MARATÓN Y MEDIO MARATÓN COMO DESDE 2018
Ahora bien, ¿se deberían prohibir las zapatillas mágicas? Vayamos al quid de la cuestión. Si nos fijamos en las mejores marcas de la historia de la prueba de maratón, el golpe de realidad es mayúsculo, como se observa en el gráfico interactivo que precede a este párrafo. En hombres, 69 de los 100 mejores registros históricos se han conseguido desde 2018, año en el que irrumpen las primeras zapatillas milagrosas —las Vaporfly Next% de Nike—. Pero hay más. De las 25 mejores marcas de todos los tiempos, 19 se han logrado en ese último lustro.
En mujeres, el impacto de las famosas megasuelas diseñadas con placas de carbono es todavía mayor. De las cien marcas más rápidas de todos los tiempos… ¡85 se han conseguido con las zapatillas mágicas! Si seleccionamos únicamente las 25 mejores marcas de todos los tiempos, observaremos que 23 han sido posteriores a la llegada del calzado milagroso. Una brutalidad.
Hasta ahora, World Athletics, órgano rector del atletismo mundial, solo ha vetado un modelo de calzado: las Nike Vaporfly Next% con las que el keniano Eliud Kipchoge completó la distancia de la maratón en menos de dos horas (1:59:40). Lo hizo en Viena, en 2018. Eso sí, sin que la Federación Internacional homologara su marca, considerada ilegal por unas suelas trampolín de cinco centímetros de grosor además de que lo hizo con liebres que entraban y salían.
Cinco años después, y con el récord en manos de otro keniano, Kiptum, 15 años más joven que Kipchoge, las reglas siguen siendo claras. Para que una zapatilla se considere legal, la altura máxima de las suelas ha de ser de cuatro centímetros. Además, World Athletics establece un largo proceso burocrático para que el calzado sea aprobado. Las marcas no lo tienen sencillo.
Es cierto que las zapatillas no vuelan, al menos no todavía, pero sí han disparado los récords mundiales de la prueba más simbólica del atletismo. Expertos y corredores hablan de un beneficio de "hasta tres o cuatro segundos" por kilómetro. Aitor Pérez, especialista clínico de Podoactiva y podólogo del Newcastle United durante cuatro temporadas, está convencido de que, como sucedió con los bañadores, la tendencia es imparable.
"Se ha demostrado que usarlas incrementa la eficiencia energética de los corredores profesionales, mejorando su capacidad de recuperación. Al final, son productos que están liquidados a los 400 kilómetros, diseñados para la élite", sentencia al otro lado del teléfono. "Si me preguntas, te diría que romper la barrera de las dos horas en una maratón dependerá 100% de las zapatillas, estoy seguro".