La próxima vez que tu cuñado critique a Nadal o Alcaraz, enséñale el vídeo de Forlán
Después de la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos y de la influencia de Elon Musk en los discursos políticos, The Guardian anunció este jueves que deja X. Lo anunció también en X. Más allá de cualquier postura ideológica, hay un argumento de los que usa The Guardian que es impepinable: el contenido en lo que antes era Twitter es cada vez más tóxico.
A menudo se debate sobre el anonimato en las redes, sobre esos discursos de odio y esos insultos que se esconden la gran mayoría de veces detrás de pseudónimos. De gente sin rostro. Lo vemos en la política y también en el deporte. Si eres delantero y fallas un gol, prepara tus oídos para la sinfonía. Si eres pívot y no has alcanzado ese rebote, saca el escudo porque te van a llover los palos. ¿Eres tenista y has perdido un partido? No sé quién te crees para hacer semejante tropelía. Cómo se te ocurre. Más te vale que tengas la piel gruesa cuando abras ese día las redes sociales.
En las redes sociales estamos los mejores delanteros, los mejores pívots y los mejores tenistas. También los mejores seleccionadores. Y eso hablando solo de deporte, porque si abrimos el abanico, hablamos de los mejores gestores de catástrofes climáticas. Hoy de la DANA, ayer del volcán de La Palma y mañana vaya a saber usted de qué. El problema es que somos los mejores escribiendo desde el sofá, el autobús o la silla de la oficina.
El deporte tiene un problema con el odio y los insultos en las redes. Y el tenis es la modalidad en la que más castigan los haters. "No conviene cortarlo porque hay mucho dinero en juego", decía a este medio hace unos meses Nicolás Moreno de Alborán, uno de esos tenistas que transitan cerca del top 100 del ranking mundial y que disputan cada semana los torneos que no salen en la televisión. Esos eventos que son carne de apuestas, muchas legales; otras, ilegales.
Los expertos de Twitter, los del sofá, ese perfil que España bautizó hace tiempo como El Cuñado, son capaces de encender el móvil después de un partido de los cuartos de final de un Challenger en un pueblo de Italia para criticar a un tenista por su desempeño. Y también critican a Rafael Nadal, a Carlos Alcaraz o a Paula Badosa. No discriminan. Ya saben: ellos son los mejores tenistas. ¿Cómo osa Nadal a seguir jugando? Si se tenía que haber retirado hace dos años. Si ya lo decía yo. ¿Qué hace Alcaraz perdiendo ese partido? ¡Pero si el rival es el número 85 del mundo! Menudo paquete.
A esa gente que opina desde cualquier parte -y de cualquier modo- hay que ponerles el vídeo de Diego Forlán disputando esta semana el Challenger de Montevideo. Hagamos un parón en el camino para el que no lo sepa: el exfutbolista, un apasionado del tenis, lleva años entrenando casi a diario, en los últimos meses ha jugado varios torneos en el circuito de veteranos de la ITF y este miércoles ha disputado su primer partido en el circuito profesional.
Forlán, de 45 años, que mantiene una forma física envidiable y con una buena mano izquierda para la raqueta, hizo pareja con el número 101 del ranking ATP -poca broma-, el argentino Fede Coria. Recibieron una invitación por parte de la organización y el sorteo del cuadro les emparejó contra los bolivianos Boris Arias y Federico Zeballos, que ocupan el puesto 109 del ranking de dobles. "Es mucho más factible que pierda a que gane, pero no me importa", había dicho el Balón de Oro del Mundial de Sudáfrica.
Efectivamente, Forlán y Coria perdieron. Y perdieron bien: 6-1 y 6-2 en 47 minutos en un partido sin apenas historia más allá del debut de Forlán. Ese 6-1 y 6-2 no es una casualidad, sino la constatación de que el deporte profesional es eso, deporte profesional. Que los 109 del ranking de dobles, dos jugadores a los que no conoce prácticamente nadie, ganan sin inmutarse al 101 del ranking de singles y a un jugador, Forlán, que lleva años machacándose en una pista de tenis.
La paliza a Forlán es un mensaje a El Cuñado, a ese hincha del sofá que insulta por las redes y que se cree que el tenis es sencillo. Como aquella encuesta realizada en 2019 por YouGov en Reino Unido en la que uno de cada diez hombres decía que podía ganar a Serena Williams, la tenista más dominadora de la historia. Pobres ilusos.
El tenis es de los deportes que más engañan por televisión. Incluso en directo. Hay una galaxia de diferencia entre verlo en una de las últimas filas y verlo a pie de pista. Yo recuerdo ver entrenar a Juan Martín del Potro a unos pocos metros antes de la final de la Copa Davis de 2017 en Zagreb y daba miedo la violencia con la que pegaba la derecha. También me acuerdo de ver a Ivo Karlovic en la segunda pista de antiguo Rockódromo de Madrid y de cómo retumbaban esos saques a más de 220 kilómetros por hora. A ver quién es el guapo que se pone ahí delante. Habría que hacer una encuesta entre el cuñadismo.