Guillermo Coria confiesa cómo una conversación en el vestuario cambió su imagen de Nadal para siempre: "Rafa, la p*** que te parió"
El actual capitán del equipo argentino de Copa Davis era el mejor tenista en tierra cuando irrumpió Nadal. "Mi objetivo era ser Guga y luego llegó Nadal y ganó 14 Roland Garros".
Quizás en unos años haya que acuñar los términos a. N. y d. N. para hablar del tenis en tierra batida. La era después de Nadal todavía es desconocida. "¿Y qué ocurrió en la época antes de Nadal?", preguntaran seguro algunos curiosos. La verdad es que hubo auténticos monstruos en la superficie naranja: Guillermo Vilas o Björn Borg triunfaron en la transición del blanco y negro al color, antes de que jugadores como Ivan Lendl, Thomas Muster o Guga Kuerten cogieran el testigo.
"Mi objetivo era ser Guga", dice en una entrevista con Relevo Guillermo Coria (Rufino, 1982). Apodado El Mago, número tres del ranking y campeón de nueve títulos, el argentino era el mejor tenista del mundo en tierra cuando irrumpió la figura de Rafal Nadal. En 2004 desperdició una ventaja de dos sets en la final de Roland Garros y ahí se esfumaron para siempre sus opciones de reinar en París: al año siguiente comenzó la dinastía del balear.
"Tomó el testigo muy bien y no solamente un año ni dos, sino millones de años. Es imposible jugar 14 Roland Garros, imaginate ganarlo. Yo lo sufrí y lo disfruté", añade el actual capitán argentino de la Copa Davis, que rememora aquellas batallas de Nadal y cómo el español infundía respeto en los vestuarios de los torneos incluso cuando tenía 18 años.
Quedan pocos días para las Finales de la Copa Davis, ¿cómo van los preparativos?
Pues justo ahora estaba hablando en el grupo de WhatsApp de la Copa Davis, porque en Manchester nos pusimos de apodo 'Los Halcones'. Había que poner un nombre… Acá en Argentina siempre las selecciones tienen un apodo con un animal. Las Leonas, Los Pumas tienen su apodo de animal y nosotros encontramos Los Halcones. Y justo le acabo de mandar la foto a los chicos de la gorra con el halcón (la lleva puesta mientras atiende a Relevo por videollamada desde su casa). Estábamos todos ahí hablando para ir metiendo un poquito la cabeza en Málaga. Falta muy poco.
¿Hay nervios?
Estoy ansioso, ansioso porque queremos que llegue ya, tenemos un desafío muy difícil contra Italia. Por suerte fue muy reciente lo de septiembre, lo de Manchester, y eso también está bueno porque no es que se pierda de febrero a septiembre, por ahí se hace muy largo, se pierde esa adrenalina, esa expectativa, y acá fue muy reciente. Aparte lo vivimos con mucha intensidad y sacamos adelante un grupo realmente para mí uno de los más difíciles (con Canadá, Reino Unido y Finlandia). Podía pasar cualquier cosa, de hecho si iba Ruusuvuori también iba a ser para Finlandia, iba a ser tremenda serie. Se nos dio y estamos contentos. Contra Italia vamos a tener revancha de 2022 ahí en Bolonia cuando nos ganaron.
¿Y por qué Los Halcones?
Porque es un animal que todo lo que significa es lo que representa a nuestros jugadores, a la selección. Es un buen animal, con presencia, con mucha autoestima, que da miedo también, con mucha personalidad. Y cuando tiene la presa ahí, ataca. Nosotros en febrero la pasamos muy mal acá de local, en Rosario, con Seba Báez con dos match points en contra, sacó el 4-6 en el tie break del tercero y ganó cuatro puntos con mucha autoridad. Y eso nos dio vida y nos dio confianza. Eso es el halcón.
Málaga será la despedida de Nadal, ¿qué supone para ti, que fuiste uno de sus grandes rivales en sus inicio?
Soy un privilegiado de poder estar presente justo en Málaga en la despedida de Rafa, que lo sufrí y lo disfruté. Creo que el tenis me da otro regalo más en mi vida de poder estar presente y acompañar a lo que significa Rafa. No hace falta decir lo que significa Rafa. Y poder estar ahí con él, para mí eso es muy importante, compartimos muy lindas charlas en las Olimpiadas junto con Alcaraz y también con David Ferrer, que contábamos nuestras finales en Roma, en Montecarlo, las batallas que teníamos también con Ferrer y hablamos de la cantidad de jugadores españoles y argentinos que había en esa época en polvo de ladrillo...
Había muchos, pero solo dos que le hayan metido un 6-0 a Nadal en una final en tierra batida. Roger Federer en Hamburgo 2007 y Guillermo Coria en Montecarlo 2005. ¿Cómo se explica?
Lo cambiaría por un 7-5 y haberle ganado. Pero sí, yo le había encontrado la forma de jugarle, usaba mucho su velocidad.
Unas semanas después te gana una batalla de más de cinco horas en la final de Roma, fue algo antológico.
Buff, esa final de Roma, esas 5 horas, 14 minutos, que no fuimos ni al baño. No paramos ni al baño, solamente se paró un ratito para que Rafa se cambiara la cinta de los dedos. Y más que el 6-0 de Montecarlo, para mí que Rafa recuerde esa final de Roma como una de las más difíciles para él con todo lo que jugó... Para mí eso es lo más, es como haberla ganado. Creo que si somos realistas, esa final la tenía que ganar el mejor y él fue el mejor. Lo demostró también con el tiempo. Fue un justo ganador y sacó lo mejor de mí, creo que sacó lo máximo que yo podía dar y se definió por dos puntos, 8-6 en el tie break del quinto set. Esa fue la diferencia.
¿Qué se siente cuando eres el mejor en tierra batida y llega un tipo como Nadal y gana 14 de Roland Garros?
Para mí ha sido un privilegio haber compartido esto con él. Cuando yo doy mi primer paso en el polvo de ladrillo, estaba Guga, el que dominaba era Guga Kuerten, que gana los Roland Garros de 1997, 2000 y 2001. En la edición de 2001 a mí me gana en la primera ronda. Yo estaba entre el 23 y el 25 del mundo y por un puesto no salgo cabeza de serie, salgo a la bolsa y me toca primera ronda con él. Yo tenía como 17 o 18 años, venía de jugar semifinal en Montecarlo y mi objetivo era ese, ser Guga. Después de Guga vino Juan Carlos Ferrero, porque después empezó a dominar Ferrero toda la superficie de polvo de ladrillo. Y bueno, después tuve la posibilidad de no sé si liderar el polvo de ladrillo, pero bueno, llevaba treinta y pico partidos sin perder hasta que pierdo la final de Hamburgo 2004 con Federer. Yo ya sabía que el de 2004 era mi Roland Garros, que lo tenía que aprovechar porque ya venía Nadal.
¿Ya se empezaba a hablar de Nadal?
La verdad es que no sabíamos que iba a aparecer al año siguiente, en 2005, ya tan fuerte. Pero yo sabía que la oportunidad para mí era 2004 o 2005, y que después ya iba a ser difícil tener esas posibilidades en los torneos. Pero no nos olvidemos todo lo que hablábamos recién de la competencia. Había un montón de jugadores españoles, estaba Ferrero, Robredo, Corretja, Moyá... Y también muchos argentinos que eran duros. Y encima estaba Nadal. Enfrentártelo a cinco sets, con esa energía que tenía, era duro, pero lo disfruté. Para mí, que el que tomara el mando fuera él... Lo tomó muy bien y no solamente un año ni dos, sino millones de años. Es imposible jugar 14 Roland Garros, imaginate ganarlo. Yo creo que va a ser difícil igualar eso.
Hay otro récord que me impacta mucho de Nadal, que son las 81 victorias seguidas en tierra entre 2005 y 2007. Tú juegas tres finales en ese lapso...
Guillermo Vilas era el que tenía el récord anterior, imaginate los años que pasaron…
¿Cómo se preparaba un partido ante ese Nadal?
Salvando la distancia, obviamente, lo que yo sentía era un poco lo que sentían los jugadores conmigo. Yo sabía que tenía que estar al 100% físicamente. El rival sabía que me podía vencer en lo tenístico, pero sabía que iba a ser muy difícil vencerme en lo físico. Y siempre, mentalmente, los primeros cuatro o cinco primeros juegos, es cuando se dan las primeras batallas. Y ahí es cuando uno tiene que estar fuerte. Y cuando vos ganás esa batalla, el rival te demuestra el respeto. Y Nadal era muchísimo más fuerte físicamente que yo y tenía una potencia… En ese momento por ahí se le podía encontrar un hueco en el revés y a lo mejor no hacía tanto daño con el saque, entonces te daba esa posibilidad, pero físicamente no te daba ninguna posibilidad y te luchaba desde el primer punto hasta el último. Eso en el rival juega y él me lo demostró y él me lo hizo sentir. En ese momento, yo no sentía que me enfrentaba a jugadores con esa personalidad y con esa presencia.
¿Cómo era esa presencia?
Lo hablamos en la Olimpiada, que se lo conté a Charly Alcaraz en el bus de Roland Garros a la Villa Olímpica. A mí, antes de una final, me gustaba llegar bien temprano al club y que cuando mi rival llegara yo estar ya listo en el vestuario, haber entrado en calor, estar ya duchado y esperando la final. Entonces, cuando Rafa le gana a Gasquet esa semifinal de Montecarlo 2005, obviamente yo estaba rogando que ganara Gasquet porque sabía que iba a ser una final mucho más dura con Rafa, pero bueno. Para Rafa era su primera final en Montecarlo y dije 'Bueno, la final es a las 12:00, a las 9:00 estoy en el club para que me vea ya cambiado cuando él llegue a las 9:30 o por ahí'. Y cuando llegué a las 9:00 él ya estaba en el vestuario, ya estaba preparado y le digo 'Rafa, la puta que te parió, yo traté de imponerte respeto'. Y me dice 'Pues tío, tú también me dabas respeto'. A lo que voy es que tenía 18 años y ahí ya te vence. Quieras o no, es un set de arriba para él. Vos no ganás los partidos y el respeto en un partido, lo vas ganando fuera de la cancha, en cómo te ven, en cómo te preparás, en cómo estás mentalizado a la hora de jugar. Yo pude disfrutar de mi momento, haber ganado esos tres torneos seguidos en Stuttgart, Kitzbühel y Sopot, con algunas finales que eran al mejor de cinco sets, y había perdido 14 games en un torneo, 15 en el otro y 12 en el otro. Mi meta era perder los menos games posibles y eso, quieras o no, los jugadores lo sentían también. Pero bueno, apareció Rafa y era 10 veces peor a lo que se pensaba.
¿Que significaría que el último partido de Nadal fuera ante Argentina en la final de la Davis?
Sería increíble, sería un final para Rafa impresionante después de tantas batallas que tuvo con Del Potro, con Nalbandian, con Gaudio, conmigo... España se lo merece, pero nosotros también. Somos federaciones que luchamos, somos aguerridos y ojalá fuera en polvo de ladrillo, sería mejor todavía, sería fantástico.