La extraña apuesta del día que España descubrió a Nadal: "Fue un palo duro para Ferrero, nadie lo entendió"
Tenía 18 años y era el 51 de la ATP, pero los capitanes le eligieron por delante de Ferrero para la final de la Davis 2004. "Fue complicado mantener el espíritu de equipo".
Con todo lo que sabemos ahora, después de dos décadas de carrera, 22 Grand Slam, casi 100 títulos, más de 200 semanas en el número uno e incontables hitos de todo tipo, la decisión de elegir a Rafael Nadal para jugar una final de la Copa Davis sería la más lógica para cualquier seleccionador español.
Lo realmente extraño fue la apuesta de los tres capitanes en la final de Sevilla 2004, cuando el bautizado como G-3 (Juan Avendaño, Josep Perlas y Jordi Arrese) optó por un Nadal que todavía era un niño de 18 años y nº51 del ranking ATP, un desconocido para la mayoría, por delante de una leyenda como Juan Carlos Ferrero, el héroe de la primera Ensaladera. Aquellos días a principios de diciembre de 2004 en el Estadio La Cartuja fueron extremadamente complicados desde el punto de vista emocional: nadie se esperaba esa decisión y a Ferrero le sentó como una patada.
Sin embargo, Nadal respondió al que fue el mayor desafío de su corta carrera con una actuación para el recuerdo: tumbó en la jornada inaugural al estadounidense Andy Roddick, por entonces número dos del ranking mundial, y allanó el camino hacia la segunda Davis. Fue su carta de presentación. Aquella tarde España descubrió a Nadal. "Lo que ocurrió aquellos días en Sevilla da para escribir un libro. Fue una eliminatoria muy dura porque fue complicado mantener el espíritu de equipo", recuerda 20 años después Juan Avendaño, uno de los tres capitanes, en una conversación con Relevo.
¿Qué ocurrió en Sevilla? ¿Por qué los capitanes eligieron para un partido tan complicado a un jugador sin experiencia como Nadal, que unos días antes había perdido con el 835 del ranking mundial? "Se le está pidiendo mucho a Nadal. Va a ser difícil para él", llegó a decir en las horas previas el capitán del equipo americano, Patrick McEnroe. Pero al que se le hizo difícil fue al hermano del gran John McEnroe. A continuación, la reconstrucción del fin de semana que Nadal se presentó ante el mundo.
La duda Nadal y la raqueta de Ferrero
En realidad, la historia comienza unos días más atrás y lejos del estadio de La Cartuja. Mientras el estadio sevillano se preparaba para la fiesta, Nadal estaba en Madrid disputando el tradicional Campeonato de España de Clubes. Representando al Real Club de Tenis Barcelona, el balear jugó en individuales ante Quino Muñoz, entonces 835 de la ATP, y perdió. Aunque después se resarció con una victoria en dobles junto a Albert Costa, aquella no fue, desde luego, la mejor preparación para la final de la Davis. En Sevilla no esperaba Quino Muñoz, sino Andy Roddick (nº2 de la ATP), Mardy Fish (37º) y los hermanos Bob y Mike Bryan, la mejor pareja de la historia. Poca broma.
Avendaño, Perlas y Arrese convocaron a Carlos Moyà (nº5), Tommy Robredo (13), Juan Carlos Ferrero (31) y Rafael Nadal (51). España partía como ligera favorita por ser local y por la tierra batida, una superficie en la que los potentes saques de Roddick se iban a minimizar.
Moyà y Ferrero habían sido los líderes de la Davis durante la temporada. Salvo la primera ronda de febrero -con Nadal, Robredo y Feliciano López-, en cuartos y semifinales se repitió la jugada: Moyà y Ferrero jugaron los singles y Nadal y Robredo, los dobles. Se daba por sentado que la fórmula se mantendría en Sevilla pese a que Ferrero andaba en horas bajas, sin encadenar dos victorias seguidas desde Wimbledon. Además, el alicantino había cambiado de raqueta en octubre y no se había acostumbrado a la nueva.
Una ampolla y los nervios en el equipo
"La empuñadura de la nueva raqueta Head no tenía nada que ver con la que él venía jugando y le provocó una ampolla bastante complicada. La tenía en medio de la mano, en un sitio muy difícil para taparla y se le caía el vendaje todo el rato. No entrenó bien en los días previos", recuerda Avendaño. "Nadal, en cambio, entrenó muy bien y Robredo es que había perdido siete veces con Roddick (y sin ganar un solo set). Eso nos llevó a tomar esa decisión, que era complicadísima".
Porque Ferrero, aunque estaba en un mal momento, tenía muchísimos galones. Ya era campeón de Roland Garros, finalista del US Open, había sido número uno y era el hombre Davis, el tenista que ganó en el año 2000 el punto decisivo de la primera Ensaladera. "Fue un palo muy duro para Ferrero. Aunque se ganó, fue una eliminatoria complicada y dura por la relación con todos. Dejar fuera a Ferrero y a Robredo, que estaban por encima, y elegir a Nadal, que no había ganado ningún título importante... Nadie se podía imaginar que íbamos a hacer eso en una final. Nadie", añade Avendaño.
A Ferrero se lo comunicaron el jueves, horas antes de que se celebrara el sorteo. "Creo que podría haber jugado el viernes, hoy entrené de forma normal y sin vendaje y no tuve problema alguno, pero es una decisión de los capitanes y hay que aceptarla", dijo resignado aquel día el tenista que ahora dirige la carrera de Carlos Alcaraz. La cara de Ferrero en el sorteo lo decía todo.
"En el sorteo nadie lo sabía y cuando salió el nombre de Nadal hubo un buen murmullo. Visto con la perspectiva del tiempo, la decisión no fue tan arriesgada, pero en aquel momento... uf. Manejar todo eso, con gente tan potente, en una final de la Copa Davis y en España, que todo el mundo quiere jugar...", continúa Avendaño.
La apuesta salió bien. Pero el capitán recuerda perfectamente que el partido entre Nadal y Roddick estuvo en el alambre. "Perdió el primero 7-6 y el tercero lo ganó 7-6. Si llega a perder ese set habría sido dramático. Pero ganó el partido, que era de lo que se trataba".
Nadal salvó un set point en esa tercera manga con una arriesgada dejada y se acabó imponiendo 6-7, 6-2, 7-6 y 6-2 para colocar el 2-0 para España después de que Moyà hubiera derrotado a Fish en el primer punto por 6-4, 6-2 y 6-4. El sábado, Ferrero y Robredo cayeron 6-0, 6-3 y 6-2 con los Bryan y Moyà ganó el punto definitivo el domingo con un 6-2, 7-6 y 7-6 sobre Roddick. Aquello fue el pistoletazo de salida de una carrera inigualable, la de Nadal, que ahora llega a su fin.