20 ANIVERSARIO

La bronca que no se vio tras el himno de Riego en la Davis: "Montó un pollo que parecía que íbamos a sacar los tanques"

Dos capitanes de aquel equipo y el secretario de Estado para el Deporte de entonces recuerdan en Relevo el incidente que marcó la final de 2003 en Melbourne.

Los jugadores de España, Álex Corretja, Feliciano López y Carlos Moyà escuchan el himno oficial una vez subsanado el error. /EFE/PACO CAMPOS
Los jugadores de España, Álex Corretja, Feliciano López y Carlos Moyà escuchan el himno oficial una vez subsanado el error. EFE/PACO CAMPOS
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Es 28 de noviembre de 2003, día soleado en Melbourne, noche cerrada todavía en Madrid. Está a punto de comenzar la final de la Copa Davis en la Rod Laver Arena entre Australia y España. James Morrison, reconocido trompetista, se moja los labios y empieza a tocar el himno nacional de España, ese que lleva una semana ensayando después de que la organización le diera un CD con la canción. Pero llega el momento de la verdad y algo sale mal.

Juan Carlos Ferrero, Álex Corretja, Feliciano López y Carlos Moyà, de pie sobre el césped, no entienden lo que ocurre. Jordi Arrese, uno de los tres capitanes, bosteza en los primeros acordes. En la grada, a los pocos españoles que han viajado no les suena de nada la melodía que están escuchando. Sólo un español reconoce el himno que está sonando, que desde luego no es la Marcha Real.

"¿Qué pasa? ¿Qué es esto?", pregunta en el palco de autoridades el embajador español en Canberra, José Ramón Barañano. A su lado, el secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, está indignado. Él es ese español, el único que ha reconocido la canción que está interpretando James Morrison. "Es el himno de Riego", le responde Gómez-Angulo al embajador antes de empezar a hacer aspavientos a los jugadores. "No empecéis a jugar, yo me hago responsable de la situación", les dice. La ceremonia se interrumpe, Gómez-Angulo baja al césped y habla con los tenistas, el equipo español abandona la pista y se mete en los vestuarios. El lío está servido.

Han pasado veinte años de aquel momento y tres protagonistas directos, Gómez-Angulo y los capitanes Juan Avendaño y Josep Perlas recuerdan en Relevo cómo lo vivieron en primera persona. Desde aquellos primeros momentos de confusión hasta las disculpas de la organización pasando por "el pollo que montó" el secretario de Estado para el Deporte en el vestuario.

Qué es el himno de Riego

Campeona de la Copa Davis por primera vez en el año 2000 y frente a Australia, España volvía a enfrentarse al poderoso equipo aussie, aunque esta vez sobre césped y en Melbourne. Los capitanes, Jordi Arrese, Avendaño y Perlas, conocidos como el G3, llamaron a Ferrero (nº3 de la ATP) y Moyà (7º) como singlistas y a Feliciano y Corretja como pareja de dobles. El reto era enorme porque Australia se encomendaba a Lleyton Hewitt, todo un campeón de Wimbledon, a Mark Philippoussis, un cañonero y finalista aquel año en la hierba de Londres, y a un dobles más que consolidado con Wayne Arthurs y Todd Woodbridge.

Los australianos acabaron imponiéndose por 3-1, pero el resultado quedó en un segundo plano con el paso de los años. Si la gente recuerda aquella final no es por la tremenda victoria de Moyà sobre Philippoussis ni por las dos ajustadísimas derrotas en cinco sets de Ferrero. Si la gente recuerda la final de la Davis de 2003 es por el himno de Riego, creado en 1820 durante el pronunciamiento de Rafael de Riego y que un siglo después fue el himno oficial de España durante la Segunda República (1931-1936).

Perlas, Arrese y Avendaño, los capitanes de España en la Davis de 2003.  EFE/Paco Campos
Perlas, Arrese y Avendaño, los capitanes de España en la Davis de 2003. EFE/Paco Campos

«Montó un cristo en el vestuario...»

Avendaño y Perlas echan la vista atrás y lo ven más como una anécdota que como una afrenta nacional. De hecho, ni sabían qué era el himno de Riego ni se dieron cuenta al principio de que lo que sonaba no era el himno oficial. "Como a veces el himno lo meten más rápido o más lento, al principio no nos dimos cuenta. Nosotros no sabíamos ni que existía ese himno. Nadie entendía nada", señala Avendaño en una conversación telefónica.

"Yo nunca he sido de himnos ni banderas y en las ceremonias estoy más pendiente de todo lo que ha ocurrido antes y lo que va a ocurrir después con los tenistas", añade Perlas, actual entrenador del serbio Dusan Lajovic. "A mí me interesaban mis jugadores, cómo estaban y cómo íbamos a afrontar la eliminatoria. Pero es verdad que al escucharlo te das cuenta de que esa canción no tenía nada de himno español".

Avendaño y Perlas no le dieron mayor importancia. "Un error lo tiene cualquiera. Para mí fue una chorrada, un fallo", dice Avendaño, mientras que su compañero en la silla añade: "A mí me sorprendió más la reacción del secretario de Estado que lo del himno. Montó un cristo en el vestuario..."

El secretario de Estado para el Deporte, Gómez-Angulo, y el embajador de España, Barañano, en la Davis de 2003. REUTERS/Will Burgess
El secretario de Estado para el Deporte, Gómez-Angulo, y el embajador de España, Barañano, en la Davis de 2003. REUTERS/Will Burgess

Porque cuando los jugadores españoles enfilaron el túnel de vestuarios, las cámaras de televisión se quedaron fuera. Ahí dentro, en las catacumbas de la antigua Rod Laver Arena, Gómez-Angulo fue el gran protagonista. 

Un rato antes, el político estaba en el palco junto al embajador y el presidente de la Federación Española de Tenis, Agustín Pujol, cuando James Morrison interpretó el himno equivocado. "Al principio nadie se dio cuenta porque nadie conocía el himno de Rigo. Pero yo en los primeros compases ya sabía que era el himno de Riego porque de pequeño lo había escuchado mucho en Almería. Era inconfundible y, claro, yo empecé a hacer aspavientos. Corretja me miraba alucinado", indica por teléfono Gómez-Angulo.

Los momentos de tensión en el vestuario

Tras mandar al equipo a vestuarios, la máxima autoridad deportiva de España exigió a la organización una disculpa. "¡España no va a jugar hasta que no haya una rectificación!", decía enfadadísimo Gómez-Angulo en los pasillos. "El partido no se empieza si no se toca el himno nacional", reclamaba.

El secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, durante la final de la Davis 2003. EFE/PACO CAMPOS
El secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, durante la final de la Davis 2003. EFE/PACO CAMPOS

Gómez-Angulo se reunió con los jugadores y ahí les explicó lo que era el himno de Riego. "Se lo tuve que explicar porque no lo conocían. Recuerdo que Corretja se portó fenomenal", señala. Sin embargo, algunos miembros del equipo nacional lo que querían era salir a la pista y jugar. No sentían que aquello hubiera sido para tanto.

"El secretario montó un pollo que parecía que íbamos a sacar los tanques. Nosotros estábamos más a lo nuestro, pero él estaba indignado", rememora Juan Avendaño. "Para nosotros fue una anécdota, una chorrada. No fue un maltrato a España ni nada así. Recuerdo incluso a Fitzgerald, el capitán australiano, que vino a pedirme perdón. Yo le dije que era un error y ya". Perlas lo ve en la misma línea: "Demasiada parafernalia para algo a lo que yo no di mucha importancia".

Aquellos momentos de tensión duraron unos diez minutos. "Yo no creo que fuera intencionado. Al final acabaron pidiendo disculpas", comenta Gómez-Angulo. Una vez volvieron los tenistas al césped, sonó por la megafonía el himno oficial de España. De hecho, como muestra de respeto, la organización puso también el himno antes de la jornada del sábado y también antes de la del domingo. En las eliminatorias de la Copa Davis sólo suenan los himnos antes del primer partido.

Una foto enmarcada

El error de la Federación Australiana estuvo a punto de convertirse en un conflicto diplomático. España presentó una protesta formal ante el Comité Olímpico Internacional y la embajadora de Australia en España también tuvo que pedir disculpas. El asunto se llegó a debatir en un Consejo de Ministros.

"Yo sentí el respaldo de España. Recuerdo que en España le preguntaron al portavoz del Gobierno de entonces, Eduardo Zaplana, después del Consejo de Ministros. Y dijo que el Gobierno ya había hablado con la excelente reacción del secretario. Fue una satisfacción para mí", dice orgulloso Gómez-Angulo. "Cuando uno tiene un cargo público tiene que asumir la responsabilidad conforme a los intereses generales. Aquello fue una ofensa y por eso reaccionamos así".

Gómez-Angulo guarda con mucho orgullo los recuerdos de aquel viaje a Melbourne. Tanto, que tiene enmarcada una fotografía del momento en que se le ve protestando en la grada tras escuchar los primeros compases de himno de Riego. "Me la regalaron mis colaboradores. A veces pienso la que se habría montado si pasa en la época de ahora con las redes sociales..."