DOPAJE

¿Qué es dopaje en deporte? El origen y tipos de dopaje

Repasamos qué está prohibido, cuáles son las líneas rojas y los 'vacíos' legales que han marcado la historia del dopaje.

Lance Armstrong durante una conferencia en Nueva York en 2008. /AP / Jason DeCrow
Lance Armstrong durante una conferencia en Nueva York en 2008. AP / Jason DeCrow
Daniel Arribas

Daniel Arribas

A raíz de los últimos casos de dopaje en el deporte profesional, muchos deportistas limpios se han hartado. ¿Cómo dictamina la Agencia Mundial Antidopaje lo que es una sustancia prohibida? ¿Cuáles son las líneas rojas que no se deben cruzar? ¿Han existido vacíos legales en la normativa durante la historia del dopaje? ¿Qué es el pasaporte biológico? Y todavía más importante, y más simple si cabe: ¿Qué es realmente el dopaje?

Entendemos por dopaje cualquier administración y consumo de fármacos o sustancias estimulantes que potencien de manera artificial el rendimiento del organismo. El dopaje, además, suele estar relacionado con riesgos para la salud.

Eso sí, todo comienza antes, mucho antes, de que naciera el deporte tal y como lo conocemos. En Asia, por ejemplo, el origen del dopaje se remonta al 3.000 a.C., con el uso de ciertas plantas estimulantes para mejorar el rendimiento y la resistencia en el día a día. En América, según Elena Alfaya, química de la Universidad de Valencia, los incas recorrían grandes distancias en tiempo récord durante el siglo XVI gracias a los efectos estimulantes y defatigantes de las hojas de coca; igual que árabes y africanos con las hojas de "khat", cuyos efectos euforizantes aliviaban la fatiga de forma sorprendente.

En Europa, todas las referencias se remontan al siglo VIII, cuando los vikingos recurrieron al amanita muscaria, un hongo venenoso que, consumido en grandes cantidades, servía para potenciar la fuerza física. Sin embargo, la Iglesia siempre vio con malos ojos estas prácticas, que consideraba "propias del demonio", por lo que el dopaje no tuvo raíces tan arraigadas en el Viejo Continente como en otros puntos del planeta.

Un origen entre anfetaminas y anabolizantes

En 1904, durante la celebración de los terceros Juegos Olímpicos de la historia, en la ciudad estadounidense de San Luis, Thomas Hicks, un trabajador del cobre nacido en Inglaterra, ganó la medalla de oro en la prueba de maratón después de que varios compañeros le suministraron dosis de coñac y un miligramo de estricnina, un potente estimulante del sistema nervioso central permitido por entonces.

Agotado, Hicks se desplomó justo después de cruzar la línea de meta en segunda posición. Por delante de él había llegado el neoyorquino Frederick Lorz, que admitió haber hecho trampas en la línea de meta, a la que llegó tras recorrer varios kilómetros en coche. Otro tipo de dopaje, vaya.

Años después de San Luis, en 1928, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF por entonces, 'World Athletics' ahora) fue el primer organismo deportivo en prohibir el uso de sustancias estimulantes a nivel internacional. La medida, eso sí, tardó en surtir efecto, porque por mucho que el dopaje estuviera vetado, no se hacían controles antidoping a los deportistas.

Momento en el que Knud Enemark Jensen cae al asfalto tras colapsar en la prueba ciclista de Roma 1960. Murió horas después en el hospital.  GETTY
Momento en el que Knud Enemark Jensen cae al asfalto tras colapsar en la prueba ciclista de Roma 1960. Murió horas después en el hospital. GETTY

Poco después, en 1930 se inventaron las hormonas sintéticas, diseñadas para disminuir la fatiga y prevenir molestias físicas. Su uso, instaurado en el deporte a partir de 1950, desencadenó desgracias inesperadas, como la muerte del ciclista danés Knud Enemark Jensen, que falleció en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960, después de que la autopsia revelara rastros de anfetaminas y alcohol nicotínico en su cuerpo. Fue el primer gran escándalo de la historia del dopaje.

La presión creció y en 1966, la Unión Ciclista Internacional (UCI) y la FIFA fueron las primeras federaciones internacionales en incorporar controles de dopaje. Un año después, el Comité Olímpico Internacional creó su propia comisión antidopaje y elaboró la primera lista de sustancias prohibidas.

En 1968, en los JJOO de invierno de Grenoble y los de verano, en México, se realizaron los primeros controles de dopaje de la historia del deporte. La urgencia ya era evidente, puesto que un año antes, en el Tour de Francia de 1967, el ciclista británico Tom Simpson había fallecido sobre el asfalto del Mont Ventoux por una insuficiencia cardiaca y un fuerte golpe de calor. La autopsia evidenció que el corredor había consumido grandes dosis de anfetaminas.

Desde 1970, el número de federaciones deportivas que realizaban controles antidopaje aumentó de forma significativa. Fue la época de los esteroides anabólicos —los anabolizantes—, cada vez más empleados por los tramposos para aumentar la masa muscular e incrementar la fuerza física en competición. A mediados de la década de los setenta, los controles comenzaron a ser más fiables y en 1976 el COI sumó los esteroides a su lista de sustancias prohibidas, algo que disparó la cantidad de descalificaciones relacionadas con el dopaje, según explican desde el portal Deporte Limpio.

Ben Johnson, a la derecha, saluda a Carl Lewis, izquierda, en el podio de los 100 metros lisos en Seúl 1988.  GETTY
Ben Johnson, a la derecha, saluda a Carl Lewis, izquierda, en el podio de los 100 metros lisos en Seúl 1988. GETTY

Con todo, no fue hasta la década de los ochenta cuando el uso de sustancias prohibidas se expandió a la mayoría de disciplinas y países. En 1980, los Juegos Olímpicos de Moscú desataron las sospechas de dopaje en la URSS. Una investigación australiana concluyó que la cita olímpica celebrada en la Unión Soviética bien podría haberse llamado "los Juegos de los químicos".

En 2016, varias pesquisas revelaron que la Unión Soviética planeaba un entramado de dopaje sistematizado para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, cuatro años después de Moscú. El documento detallaba operaciones de esteroides existentes en el programa, así como sugerencias para mejoras adicionales en el rendimiento de los deportistas; un dopaje de Estado muy similar al que, supuestamente, realizó la República Democrática Alemana (RDA) en las décadas de 1970 y 1980.

Tipos de dopaje

Hay varias sustancias que han estado vinculadas al deporte durante generaciones, como son el tramadol, la nandrolona, la testosterona, la hormona del crecimiento o la EPO. La Agencia Mundial Antidopaje establece una lista de sustancias prohibidas en varios grupos diferentes:

1. Anabolizantes. Los esteroides anabólicos son versiones sintéticas de testosterona, la principal hormona sexual del género masculino. Algunos atletas emplean estos componentes artificiales para desarrollar su tejido muscular y mejorar el rendimiento deportivo. Los esteroides anabólicos se pueden consumir por vía oral, por inyección o mediante la aplicación de geles en la piel.

2. Hormonas y sangre. Siendo dos conceptos diferentes de dopaje, estas dos vías tienen similitudes. La hormona del crecimiento puede ayudar a perder peso manteniendo la proteína y el músculo, potenciando el almacenamiento del glucógeno muscular. Las alteraciones en la sangre, entre las que destacan las famosas transfusiones, son realizadas por los tramposos para inyectarse su propia sangre, modificada de manera específica, y así rendir más en competición.

3. Diuréticos. Los diuréticos, también llamados píldoras de agua, son un tratamiento común para la presión arterial alta. Aunque no son dopaje como tal, son utilizados para enmascarar el consumo de otras sustancias prohibidas, pues consiguen reducir la concentración de otros medicamentos en la orina y así desvirtuar los controles.

Lance Armstrong fue desposeído de sus siete Tours de Francia tras reconocer su dopaje.  REUTERS
Lance Armstrong fue desposeído de sus siete Tours de Francia tras reconocer su dopaje. REUTERS

4. Dopaje genético. Esta técnica consiste en emplear material genético sin recomendación médica para incrementar el rendimiento del atleta. Su método, complejo como pocos, es bien sencillo de explicar, pues consiste en transferir material genético a las células naturales del organismo de destino y así potenciar su capacidad. Un campo científico que, si bien no es lícito, todavía tiene mucho camino por explorar.

5. Estimulantes. A este grupo pertenecen, entre otras, sustancias como las anfetaminas, la efedrina, la cafeína y la cocaína, todas ellas dedicadas a multiplicar la sensación de alerta, mejorar el rendimiento intelectual y la ejecución de tareas manuales. También potencian la energía y disminuyen el cansancio de quienes la consumen.

6. Cannabinoides. Aquí hay polémica. La AMA considera que los derivados del THC, el principal componente psicoactivo del cannabis, son dopaje. Los médicos, en cambio, secundan las protestas de cada vez más deportistas. "No tiene sentido", declaró a Relevo Elena Vila, neuróloga del Hospital Quirón Salud de Málaga. "Si un deportista puede tomarse dos whiskies o fumarse una cajetilla de tabaco en una noche de juerga, no hay ningún motivo científico para que el cannabis no esté permitido. Si comparamos las tres sustancias y hacemos un balance riesgo-beneficio, no hay color, el cannabis saldría muy favorecido. ¡Es muchísimo menos adictivo!".

7. Glucocorticoides. Este grupo hace referencia a los antiinflamatorios que se emplean para tratar afecciones cutáneas como el eczema, el asma o simplemente para aliviar el dolor. Los glucocorticoides poseen grandes dotes analgésicas, así como un efecto euforizante que incrementa el rendimiento físico igual que una anfetamina. Es el método que promulgó Lance Armstrong en 1999 y que ahora tiene en jaque al atletismo en Kenia.

Los vacíos legales del dopaje

No, no todas las sustancias que mejoran el rendimiento de los deportistas son consideradas dopaje por la AMA. Tampoco todas las sustancias que están prohibidas potencian la capacidad atlética de los profesionales. Veamos por qué.

Alberto Contador perdió dos Tours de Francia y un Giro de Italia por su positivo en clembuterol.  AFP
Alberto Contador perdió dos Tours de Francia y un Giro de Italia por su positivo en clembuterol. AFP

La AMA determina qué es dopaje y qué no en base a tres escuetos requisitos recogidos en su código interno. Para que una sustancia sea vetada por el mayor estamento antidoping del mundo, deberá cumplir, al menos, dos de los siguientes parámetros:

1. Que contribuya de manera artificial a mejorar el rendimiento del deportista.

2. Que ponga en riesgo su salud.

3. Que sea contrario al espíritu del deporte.

Toda aquella sustancia que cumpla dos o tres de estos parámetros, será considerada ilegal por el organismo rector de la lucha antidopaje. De lo contrario, puede haber sustancias que, cumpliendo uno solo de los requisitos, sean perfectamente legales en cualquier disciplina deportiva. Uno de los sistemas implementados para controlar y evitar el dopaje en el deporte es el Sistema ADAMS, desarrollado por la AMA.

¿Dopaje tecnológico o avance deportivo?

Históricamente siempre ha habido tramposos que se han adelantado a la normativa del deporte. Atletas, médicos y entrenadores que, en su búsqueda desesperada por los resultados, han ingeniado técnicas para aventajar a sus rivales en las competiciones más importantes del planeta sin caer en lo prohibido.

Es el caso del denominado dopaje tecnológico, ese que, desde hace décadas, ha llevado a ciclistas, corredores y otros deportistas de élite a buscar el vacío legal entre lo permitido y lo ilegal. Así, por ejemplo, durante los últimos años algunos atletas han aprovechado las tendencias en el diseño del calzado deportivo para aprovecharse de las supuestas zapatillas mágicas.

"La zapatilla es como un pastel con varias capas; todas las marcas tienen los mismos ingredientes, pero cambia la manera de cocinar", explica Jaime García Romo, nexo entre corredores e ingenieros de On Running, la firma suiza que arrasa en el mercado centroeuropeo desde 2010. Así, la espuma, las placas de fibra de carbono, la altura o las dimensiones de la suela marcan diferencias que, milimétricas, pueden resultar definitivas para dar con la receta que arañe unos segundos en competición.

Algo similar sucedió en la natación, cuando los primeros bañadores ligeros y ajustados al cuerpo desataron la polémica en torno a su uso. La ventaja que otorgaban estos trajes de baño, palpable en los tiempos, ¿era legal o una trampa más?

El debate, sin embargo, tiene sus líneas rojas. En ciclismo, además de Lance Armstrong, Fabian Cancellara ha sido objeto de todo tipo de críticas a lo largo de su carrera. El suizo, doble campeón olímpico y poseedor del maillot arcoíris en cuatro temporadas, fue acusado de rodar con bicicletas motorizadas, algo que, supuestamente, le permitía marcar los mejores tiempos en su gran especialidad, la contrarreloj.

Bradley Wiggins, uno de los grandes rivales del suizo sobre la carretera, campeón del Tour de Francia en 2012, fue tajante cuando le preguntaron sobre la supuesta trampa: "Ya se han usado motores en el pasado y nadie lo ha sabido porque no se detectaba". El estadounidense Phil Gaimon, ciclista menor, aunque coetáneo de Cancellara, fue incluso más allá en 2017: "Ese cabrón llevaba motor seguro". En cualquier caso, en junio de 2020, cuatro años después de la retirada de Cancellara, la Fiscalía francesa archivó la causa por no hallar pruebas concluyentes contra el ciclista helvético.