Carl Lewis: "En Rusia todo pasa por Putin, ¿pero quién orquesta el dopaje en Kenia?"
El 'hijo del viento', nueve oros olímpicos y otras tantas medallas internacionales, atiende a Relevo para analizar la actualidad del atletismo y la eterna sombra del dopaje.
Una leyenda camina por Madrid. Todos miran, se giran y apuntan con el flash. Nadie se lo quiere perder. Carl Lewis, nueve oros olímpicos entre Los Ángeles 84 y Atlanta 96, se encuentra en la capital de España como embajador de la Fundación Sanitas, que celebró este jueves "La noche del deporte inclusivo" junto a otros deportistas como Teresa Perales, también madrina del proyecto. Allí, entre bambalinas, traje inmaculado, cadena y zapatillas deportivas, el 'hijo del viento' interrumpió su agenda para atender a Relevo y analizar la actualidad del atletismo internacional, otra vez con el dopaje como gran protagonista.
En Kenia, solo el impresionante récord de Eliud Kipchoge en la maratón de Berlín se salva de una quema cada vez mayor. En las últimas dos semanas, siete atletas han dado positivo en pruebas anti-doping, todos ellos tras conseguir excelentes resultados en sus respectivas disciplinas. Algo pasa, según Lewis, que no duda en tirar del hilo: "Kenia viene arrastrando este problema desde hace años, no es nada nuevo. La cuestión es saber cuál es la motivación que hay detrás, quién lo está orquestando… Si miramos a Rusia, sabemos que todo gira en torno a Vladimir Putin. Lo sabemos. ¿Pero qué pasa en Kenia? Si tienes tantos tramposos en un solo país, es que hay alguien detrás orquestándolo".
Mito del deporte a finales del siglo XX, Lewis, ganador de 20 medallas entre Juegos Olímpicos y Mundiales, desprende carisma a cada paso. Con la sonrisa resplandeciente, tal vez demasiado, el de Alabama se muestra afable con todo aquel que le pide una foto. También con Amaya Valdemoro, leyenda del baloncesto español que, como toda una generación, idolatró al 'hijo del viento' durante su juventud y no duda en inmortalizar el momento. "No sabes lo importante que es esta foto para mí", le dice a su ídolo, sincera.
Él lo sabe. "Carl Lewis no hay más que uno", dice, sonriente, cuando se le pregunta por su heredero. Aunque va más allá: "Creo que es una respuesta complicada. Siempre intenté ser el mejor atleta posible sobre la pista, pero también sacrificarme para hacer mejor a nuestro deporte. Eso es lo que he intentado siempre, motivar a los jóvenes y que se den cuenta de que no es suficiente con ser un buen atleta y pensar que todo gira a tu alrededor, tienes que sacrificarte y hacer mejor el deporte para todos los que te rodean".
En los Juegos de Barcelona 92, el norteamericano consiguió dos oros olímpicos, uno en el salto de longitud y otro, más especial si cabe, en el relevo del 4x100: "He estado en España muchas veces, pero recuerdo ese oro como algo especial. Establecer el récord del mundo, ganar y compartirlo con mis compañeros delante de toda esa grada fue muy especial".
Centrado ahora en su nueva vida, en la que, a sus 61 años, mantiene una forma física excelente —es el entrenador jefe del programa de atletismo de la Universidad de Houston, de la que él formó parte—, Lewis dedica sus días a dar conferencias y a promover su fundación, aunque sin dejar de lado sus logros sobre el tartán.
"Creo que el récord más difícil de batir es el del salto de longitud", reconoce —lo ostenta Mike Powell desde 1991 con un salto de 8,95 metros—. Y añade: "Es la disciplina más difícil. Los 100 metros lisos tienen su dificultad, también los 200, pero si lo analizas detenidamente, la longitud es, con diferencia, la prueba más complicada. No hay muchas personas capaces de intentar batirlo, mientras que en la velocidad hay muchos más competidores".