JJOO

La crueldad de un domingo de orgullo y derrotas para España compromete el medallero

Rahm, Alcaraz y Reyes Pla perdieron sus opciones, mientras que el día estuvo marcado por las lágrimas y el drama de Carolina Marín.

Carlos Alcaraz se lamenta tras perder la final olímpica ante Djokovic. /EP
Carlos Alcaraz se lamenta tras perder la final olímpica ante Djokovic. EP
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Pocas veces se antoja tan difícil analizar lo que ha sido una jornada olímpica para los deportistas españoles. Más que nada, cuando al hacer una radiografía general, lo primero -y más importante- que uno observa es ese revés que nos ha dado la faceta más dura (e injusta) del deporte, como ha sido la lesión de Carolina Marín. Y junto a ello, una verdad que muchas veces se olvida, en la que esto también queda englobado, que es, precisamente, lo complejo que realmente es ganar. Porque España se despertó con hasta cuatro opciones altas de colgarse un oro y se va a la cama, ya no sólo sin ninguno de ellos, sino con esa extraña sensación de impotencia o frustración por lo que ha significado el día de hoy. Un revés para el medallero -que, por desgracia, vive de los oros-, pero, sobre todo, para el deporte nacional (y para Carolina). Y, a veces, acaban siendo este tipo de jornadas las que hacen poner los pies en el suelo para ver y entender cuál es la realidad del deporte y poner en valor aún más lo que se consigue.

El problema -y aquí el eterno debate sobre lo que realmente cuenta- es que a día de hoy, el valor no es la cantidad, sino el color de cada una de las medallas que se van logrando. Y sí, fríamente, aunque es meritorio lo logrado -dos bronces y una plata- e incontrolable lo ocurrido, en el caso de Marín, lo cierto es que, sea por h o por b, el domingo ha acabado firmando un gran palo para el medallero español.

"Duele perder de esta forma, pero me voy con la cabeza alta", reconocía Carlos Alcaraz tras colgarse la plata al caer en la final ante Novak Djokovic. Y es que aunque el murciano estaba en su mejor momento, la gestión del partido, los nervios y las oportunidades no fue suficiente para derrocar a uno de los mejores tenistas de la historia, pese a que era el favorito para hacerlo y colgarse el oro.

En el caso de Jon Rahm, tuvo el oro en su mano durante diez hoyos. Pero un error le hizo caer en un exceso de tensión que finalmente no pudo remediar. Otra probabilidad alta de oro, que fue tangible durante más de la mitad del recorrido, pero que también acabó rompiéndose y que terminó sin siquiera podio. Mientras que en el caso de Enmanuel Reyes Pla, el Profeta, vio cómo el boxeo minimalista de su rival, el azerbaiyano Loren Alfonso, fue premiado por los jueces y acabó colgándose un bronce, pero sin la final (y sin poder pelear por el metal dorado).

Y sí, lo cierto es que estos son tres reveses para un medallero que aguardaba a esas opciones como doradas, pero que finalmente no han llegado. Y luego está lo de Carolina. Donde sí, el oro al que también aspiraba España, dadas las circunstancias, queda incluso en un segundo plano porque lo realmente importante, por desgracia, fue la forma en la que tuvo que despedirse de optar a él. Lo peor que puede sufrir un deportista y más en una situación como esa, en la que enfilaba la final con un set ya en el bolsillo (21-14) y un segundo encarrilado con 10-6 cuando se elevó para rematar un punto y, en la caída, se le fue su rodilla derecha en el apoyo y todo se acabó fundiendo a negro. En este caso, una derrota o el no aspirar al oro, ya era lo de menos.

Quizá, justo por todo esto, habría que valorar todavía más ese bronce en dobles femenino de Cristina Bucsa y Sara Sorribes, la hazaña de la Selección de hockey masculino para meterse en semifinales, el firmar pleno en la fase de grupos en waterpolo femenino, el diploma de Mavi García en ciclismo en ruta, que Jordi Xammar y Nora Brugman se acercan a la medalla en vela, que Manuel Ochoa y Maialen Chourraut se han clasificado para los cuartos de final del kayak cross y se postulan como opciones de medalla, el bronce del 'Profeta' o la plata de Alcaraz, con la que España ha alcanzado las ocho medallas en estos Juegos de París.

Pero así funciona el valor del medallero, donde sí que es oro lo que más reluce (y cuenta) y en este caso, sí, ha sido una de las peores jornadas para España que, tras nueve días de Juegos Olímpicos desde la ceremonia de inauguración, esperaba sumar alguno más y, de momento, sólo tiene uno. Y esto compromete su ascensión. Porque en los Juegos sólo reluce el oro.