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De las flores en el Sena a la fiesta de Argelia en Roland Garros: Imane Khelif es heroína nacional

Los Juegos de París son muy especiales para los argelinos.

Khelif sale a hombros de Roland Garros tras conquistar la medalla de oro. /Europa Press
Khelif sale a hombros de Roland Garros tras conquistar la medalla de oro. Europa Press
Sebastián Fest

Sebastián Fest

París.- "¡Champions, Champions, oe, oe, oe!". Con acento francés-argelino, Imane Khelif y su equipo cruzaron saltando la sala de prensa de Roland Garros rumbo a unas cuantas entrevistas y una noche de fiesta interminable. Sin exagerar, la sonrisa no le cabía en el rostro a la argelina: ese oro olímpico en boxeo era el cierre exitoso a diez días de tensiones, ilusiones, lágrimas y golpes. Dentro y fuera del ring.

El festejo íntimo discurría en el subsuelo, directamente debajo del court central Philippe Chatrier, que por una vez no se había vestido de gala para el tenis, sino para el boxeo. Arriba, en la superficie, en los amplios espacios que rodean a uno de los estadios históricos del tenis, miles y miles de argelinos o descendientes de argelinos celebraban cantando, bailando, riendo y llorando. Festejaban un éxito que es más que deporte.

Los organizadores de París 2024 tuvieron el acierto de habilitar el estadio Suzanne Lenglen, primero, y el Chatrier, luego, en las fases finales del boxeo tras unas rondas preliminares en las afueras de la ciudad, en el deprimido norte. Las banderas argelinas tomaron así Roland Garros en la más esperada de las finales del boxeo.

El estadio Chatrier se había llenado, al igual que cinco días antes en la final que el serbio Novak Djokovic le ganó a Carlos Alcaraz. Muchos, muchísimos de los presentes no habían pisado jamás ese estadio, ubicado en una de las zonas más nobles de París, rodeado de un hipódromo, un bosque y un club de polo, además de lujosas mansiones.

Khelif terminó bailando, a los saltitos, en los segundos finales de su sólida y trabajada victoria sobre la china Yang Liu. ¡Como para no bailar! Y cuando el juez selló su victoria por decisión unánime, el festejo se aceleró, fue subida en andas y en Roland Garros, el elegante templo del tenis, la música de Abdel Kader comenzó a hacer bailar a las 15.000 personas. La inmensa mayoría de ellas, argelinas o de ascendencia argelina.

La historia discurría en dos planos. Khelif vivió una montaña rusa emocional entre el 1 y el 9 de agosto. De ser una deportista conocida esencialmente en su país y en el mundo del boxeo, pasó a ser el gran nombre de los Juegos, porque una rival, la italiana Angela Carini, había abandonado el combate contra ella tras apenas 46 segundos dando a entender que enfrente no tenía a una mujer.

"¡Es un hombre!", bramaron muchos en las redes sociales sin importarles si tenían elementos para decir lo que decían. Pura crueldad. El equipo argentino le quitó el móvil a Khelif para que se aislara de las barbaridades que se decían de ella y la boxeadora siguió avanzando rumbo al oro de París 2024.

Pero en paralelo al viaje personal y deportivo de Khelif había otra historia que comenzó en la noche del viernes 26 de julio, con las flores arrojadas por deportistas argelinos al Sena durante la ceremonia inaugural.

Los de París son Juegos especiales para Argelia, que obtuvo en 1962 la independencia de Francia tras 132 años de dominio colonial. Un año antes, el 17 de octubre de 1961, unos 120 manifestantes murieron y 12.000 fueron detenidos durante una manifestación en apoyo de la independencia.

Varios de ellos fueron arrojados por la policía al río Sena, algunos cuerpos no se recuperaron nunca. Por eso, cuando en medio de la ceremonia inaugural de los Juegos, una fiesta que generó un potente debate en múltiples planos, algunos atletas argelinos arrojaron desde su barco rosas rojas al Sena, el impacto fue fuerte para muchos.

Que Khelif, quinta en los Juegos de Tokio 2020, se sobrepusiera a todos los obstáculos, en especial a aquellos fuera del ring, funciona como una reivindicación para la vasta comunidad argelina que vive en Francia. Derrotada Francia por España en el fútbol, por una vez la noche del sábado en París era indiscutiblemente de ellos.