ELECCIONES RFEF

El 'tobogán' Salvador Gomar cambió de opinión por una amenaza en Madrid, el aliento de su 'Sancho' y un as en la manga

El presidente de la Valenciana pasó de retirarse el jueves a dar la sorpresa ayer para presentar batalla a Louzán (Galicia) y Merchán (Extremadura) el 16-D. Burillo (CLM) y Lozano (Andalucía), claves.

Salvador Gomar, candidato a la presidencia de la RFEF. /
Salvador Gomar, candidato a la presidencia de la RFEF.
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Hay varios directivos en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) que describen a Salvador Gomar (Valencia, 1965), presidente de la territorial valenciana, como un hombre bipolar. Hay quien lo desliza con guasa, porque se calienta con la misma rapidez que se enfría, y hay otros que lo hacen con algo más de saña para deslizar un problema real y debilitarle. Ya ha empezado la campaña. Él no es ajeno a ese ruido, pero es algo que lleva con mucha filosofía y calma. De hecho, como es al que más le gustan las bromas, acepta que su entorno le haga ver que vive en un tobogán tan trepidante como inacabable. Esta semana ha vuelto a demostrar que su vida es de todo menos tranquila desde que unió su presente en su tierra a su futuro en Las Rozas.

Salva, como comúnmente le llama todo el mundo, tenía claro a principios de la semana pasada que tras un año fatigoso, donde ha pasado por todos los estados posibles en sus sueños con la Federación, debía dar el paso y hacer buena tanta pelea. Durante meses lideró a un amplio grupo de presidentes autonómicos que estaban de uñas por las formas de Pedro Rocha al frente de la Comisión Gestora. La comida del pasado miércoles en Torrelodones, en la que Relevo fue testigo de excepción pese al enfado de Sergio Merchán (Extremadura), acabó de convencerle. Por las formas autoritarias (al juicio de algunos) de Rafael Louzán (Galicia), la pasividad de sus escuderos y una escena que recordaba más a una película de Torrente que a un órgano serio de gestión. Pero el jueves, en un careo con Louzán, ahora candidato, se vino abajo.

Se vieron durante dos horas y cuarto, desde las 16:00 a las 18:15, en el madrileño restaurante Amparito Roca situado en el Barrio de Salamanca. Y cómo debió ser la cara de Gomar al llegar que los acompañantes de Louzán, empresarios, dijeron a los cinco minutos que se iban a fumar fuera y no volvieron. El valenciano fue quien pidió audiencia y pasó pronto al ataque: "¿Cómo te puedes presentar con la sentencia de inhabilitación que tienes en contra?". Fue la respuesta lo que le bloqueó: "Bueno, tú también tienes lo tuyo...". Esa frase y el tono, junto a la confirmación de que otros barones le estaban alertando que podían airear cosas suyas, personales y del pasado, le hundió. Más que por que saliera algo que quisiera esconder, por el hecho de que había comenzado una Guerra Civil por el poder y que iba más de alguna denuncia sobreseída acerca de su gestión. Camino de Valencia, por carretera, iba contestando mensajes y llamadas con una voz mitad depresiva, mitad indignada.

Los que mejor le conocen aseguran que el disgusto le duró hasta bien entrado el viernes. Más que nada por haber fallado a los que le iban a apoyar ("dad vuestros avales y no os compliquéis por mí") y también por haberse precipitado. Esa misma anoche, con la rabia por las nubes, escribió un mensaje en el grupo de whatsapp de presidentes para despedirse y salirse del mismo sin querer volver a saber nada de muchos de ellos. Es textual: "Deciros q en aras a la unidad he decidido no presentarme finalmente!! Muchas gracias y perdón por las veces q os moleste u os molestó algún comentario mío!". Pero poco tiempo después se supo que el CSD y Miguel Galán amenazaban con denunciar e impugnar la candidatura de Louzán (el entrenador lo hará hoy) por poco ética y que eso le podría haber ayudado a llegar donde quería. Fue entonces cuando estaba más enfadado consigo mismo que con el resto.

Amigos al rescate

Hasta que apareció la figura de Pablo Burillo, el barón de Castilla-La Mancha que ha heredado la rebeldía de su antecesor, Antonio Escribano, uno de los pocos presidentes que siempre se llevó bien con Villar (mejor que con Rubiales) y que, al mismo tiempo, apoyó a cualquiera que se presentaba contra ellos, desde Gerardo González Otero y Mateu Alemany, pasando por Jorge Pérez y Juan Luis Larrea. Burillo, con ese toque de su Tomelloso natal que lleva por bandera, volvió a hacer de Sancho con su Quijote. Le levantó el ánimo y le hizo ver que este partido todavía no había acabado. Gomar, casi por compromiso y con la boca pequeña, le dio la razón además de las gracias. Pero se fue a la Maratón de Valencia pensando en otras cosas, sobre todo en cómo seguir levantando su territorio tras la DANA. Una tragedia que le sigue obsesionado y que le ha llevado a estar molesto con la RFEF, porque todavía no ha dado fondos para la reconstrucción de los campos ni se ha pronunciado sobre la petición para que la Selección juegue allí en marzo los cuartos de final de la Nations League.

Después, los planetas se fueron alineando poco a poco. No sólo era Burillo. Los opositores llamaban y llamaban para preocuparse por el ánimo de Gomar y para hacerle ver que aún era posible presentar una alternativa. Fue entonces cuando más de uno miró a Juanma Morales, el outsider que esperaba una segunda jugada para recoger parte del enfado colectivo. Gomar, junto a sus socios más cercanos, empezaron a recabar avales para que no fueran a parar a Louzán. Y mucho menos a Merchán cuando el gallego había ideado que sería el plan B. La idea era simplemente recopilarlos y dejarlos sin firma. Un ejercicio de rebeldía. Pero en ese ejercicio antisistema se fueron dando cuenta que estaban más cerca de los 21 exigidos para presentarse que de la rendición.

Morales, mientras, ya tenía en su mano varios apoyos de Cataluña, donde Joan Soteras había hecho otro ridículo el pasado 25 de noviembre perdiendo el control de su gente, más los de tres futbolistas del sur que no son internacionales. Además, tenía contactos continuos con los vascos, que de ninguna de las maneras pensaban apoyar a un condenado del PP. Y a ellos se empezó a adherir también Jordi Horrach, recién llegado a este mundillo como representante de Baleares. Pero seguían sin salirle las cuentas. Javier Tebas negaba a Morales una reunión independientemente de que estuviera haciendo las Américas durante estos días. Y AFE, a regañadientes. Por tanto, sólo había una opción para llegar al 15% exigido: que Pablo Lozano (Andalucía) se atreviera a ir contracorriente, atravesando el camino inverso que, por ejemplo, había trazado Paco Díez (Madrid) tras una llamada de LaLiga que echó abajo su promesa y apretón de manos a Gomar del mismísimo jueves por la mañana por el juramento (no confirmado desde el entorno de Díez) de ser vicepresidente primero.

La clave

Lozano había estado jugando lícitamente con cuatro barajas. Por un lado, estuvo en la cumbre del Green Paddock, con un menú de residencia, tras el sorteo de Copa del Rey. Dio su opinión sin meterse en demasiados fregaos, y luego fue informando a la gente que no pudo estar para compartir reflexiones. Por otro, había estrechado en las últimas semanas su relación con Gomar hasta el punto de construir juntos castillos en el aire. Entre medias, seguía telefoneando a José Ángel Peláez (Cantabria) a diario, que es con el que más confianza tiene tras pasar juntos, en la última época de Luis Rubiales, del pedestal al rincón de pensar. Y a la vez era de los pocos que atendía a los candidatos de fuera por pura educación. Aunque lo que realmente ha querido siempre es que entre el Gobierno (él es cercano al PSOE), los diversos ofendidos y los más impetuosos le empujaran a presentarse como el candidato de consenso que le hubiera gustado ser. Pero como no se daba lo que quería, no acaba de dar el paso.

Sólo una cosa clave le animó a llamar a Gomar y decirle "aquí estoy yo". Fue ayer a media mañana. Louzán había deslizado que el puesto de vicepresidente primero quedaría para Merchán por el hecho de prestarse a ser la alternativa por si los tribunales le tumban y que, además, el otro gran puesto en el staff sería para Monje Carrillo (Murcia) -como amo y señor del fútbol sala y los Recursos Humanos-, por lo que el espacio para Lozano quedaba reducido a lo de siempre. Eso le enfadó, como le puede pasar ahora a Paco Díez (Madrid) y le acabó convenciendo para pensar que tiene más futuro al lado de Gomar, como hombre fuerte, que junto a los mismos colegas que le aprecian pero que siempre le han ido cortando las alas.

Gracias a Lozano, a Gomar ya le daban los números a mediodía, así que acabó de abrochar sus apoyos camino de Madrid. Burillo, que había consultado el día anterior a su Comisión Delegada qué hacer, empezó a ordenar hacer fotocopias de los DNIs a toda mecha y emprendió el mismo camino. Hasta presentarse juntos a primera hora de la tarde en una reunión concertada, a cara de perro, con Juanma Morales para ver qué tenía cada uno. Gomar le dijo que contaba con una buena mano: 26 avales. Y Morales, más que hablar de números, le dijo que si unían fuerzas debería ser con él de presidente. Gomar se negó en rotundo, aceptando sólo que Morales fuera gestor y él el máximo representante de la RFEF, y se marchó hacia la Ciudad del Fútbol con Burillo, como el Quijote y Sancho por La Mancha, con toda su documentación en regla. Ahí es cuando a las 17:00, tras recibir un cuarto de hora antes el sello de registro que necesitaban, saltó una bomba que esperan que sea pronto de racimo. Después se marcharon a la gala de la Madrileña para ver a Paco Díez, que les iba a dar un premio honorífico por el desastre en sus autonomías, y empezar el camino del reencuentro...

Con Andalucía, Baleares y Castilla-La Mancha de su lado, con algunos avales prometidos a Louzán que no llegaron, no les dará para ganar una votación -habiendo conseguido 26 apoyos- frente a Louzán y Merchán, que han sido capaces de aglutinar hasta "ochenta y tantos". Pero quedan 12 días por delante para ir puerta a puerta, asambleísta a asambleísta, intentando dejar claro que esto será un proyecto renovador, que hay mucha más gente que no ha dado sus avales (como los vascos, AFE y clubes profesionales), que las relaciones son muy buenas con Uribes (CSD), EmIlio García Silvero (FIFA), Javier Tebas (LaLiga), David Aganzo (AFE), David Jiménez (ProLiga), Javier Lozano (LNFS), así como con presidentes como Cuetos Lobo (Asturias) y Marcelino Maté (Castilla y León) y otros con peso e influencia entre los que votan. Y, sobre todo, que pueden entrar en juego actores muy golosos a partir de ahora dentro del equipo (del estilo de su amigo Mateu Alemany) que pueden resultar más atractivos que los delfines de Rocha. Para ello necesita los votos de LaLiga, los de AFE, más alguna de las cinco territoriales que ya tiene. Hay partido. Louzán tiene el favoritismo siempre y cuando la Junta Electoral valide sus 55 avales (no así si se queda sólo Merchán, que tiene 25), el poder interno y una mayoría de su lado. En contra, al CSD, el incordio de Miguel Galán y el enfado de los que le dieron su aval y al final fue a parar a Merchán.