Sergio Merchán, el tercero en discordia para la RFEF que sigue la estela de Rocha en "un marrón"
Solo lleva unos meses como presidente de la Federación Extremeña, pero tiene los avales (25 cedidos por Louzán) para aspirar al cargo más importante del fútbol español el 16-D.
La línea sucesoria de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) puede encadenar tres extremeños en poco más de un año. De Rocha a Yaye, y de Yaye a Sergio Merchán. Es poco probable, porque el elegido de la mayoría ahora mismo es Rafael Louzán —atendiendo a los 55 avales que ha presentado (más los 25 que ha cedido al Plan B)— y también estará en la pelea Salvador Gomar. Pero Merchán tiene un billete en este tren de largo recorrido, y a veces no se necesita más que ser el superviviente para encontrarse un día, de repente, en el lugar preciso recorriendo pasillos en la UEFA o la FIFA como presidente de la Federación. El fútbol y la políticas son así de caprichosos.
Merchán, de 41 años, es el presidente de la Federación Extremeña desde hace sólo unos pocos meses, cuando Pedro Rocha ascendió dentro de la RFEF tras la caída en desgracia de Luis Rubiales. Nombrar a su predecesor es la primera obligación cuando se habla del candidato a la RFEF, porque todo lo que es hoy Merchán tiene que ver con la estela del inhabilitado expresidente de la Federación.
Rocha fue su mentor, le mantuvo durante ocho años como su secretario general en su territorial, uno de los pocos puestos remunerados en el mundo federativo. Esa posición suele ser la de más trabajo en una Federación, quien despacha con los clubes y se asegura, elección tras elección, que no haya candidatos rivales y nadie se mueva en la foto. Antes de esos ocho años fue directivo tres más, ahí le conoció Rocha y le fue promocionando poco a poco.
Merchán es de Almendralejo, un hombre de fútbol que de un modo u otro lleva décadas relacionado con la Federación Extremeña. Jugó primero en algunos clubes en categorías inferiores, en el UD Fuente de Cantos y más tarde se pasó al fútbol sala, que es la especialidad desde la que llegó al entorno federativo, representando al AD Almendralejo. Su carrera futbolística es estrictamente amateur, pero el gusto estaba ahí, tanto que cuando ya no le dio para más se pasó al banquillo y también entrenó. Incluso llegó a ser técnico en alguna selección extremeña inferior de fútbol sala.
Cargos modestos, de poco rango para un candidato que cursó estudios de Económicas, pero nunca llegó a terminar la carrera. Antes de llegar a la secretaría general, posición en la que sí pudo dedicarse por entero al fútbol, llevó a cabo diversos empleos de subsistencia, incluyendo un paso como portero de discoteca. Algo le queda de eso, la semana pasada fue el más enfadado cuando dos periodistas de Relevo lograron acceder al restaurante ("colarse" según su argot) en el que se reunían los barones de la RFEF en Torrelodones para dirimir el futuro de la institución, con Louzán en modo capo, antes de que se cerrase el plazo de los avales.
Relevo ha consultado a varias personas relacionadas con el fútbol extremeño y ha encontrado comentarios de todo tipo. Hay quienes le definen como alguien dialogante, querido por los clubes, un gestor sin estridencias. Y sobre todo prudente, sin ego y con querencia a estar en segunda línea por su timidez. También resaltan su dificultad para exponerse ante los medios o en conferencias con mucho auditorio.
Fuentes que conocen desde hace tiempo al candidato comentan que su figura fue importante para que las distintas selecciones españolas hayan ido pasando por Extremadura en los últimos años. En este 2024 Andorra jugó con la Selección masculina en el Nuevo Vivero de Badajoz y en el mes de octubre se disputó el España-Canadá femenino en Almendralejo, la localidad de nacimiento de Merchán.
Estas mismas fuentes también destacan su papel en la estabilización económica de la Federación Extremeña en su tiempo como mano derecha de Rocha y también su capacidad para apaciguar la territorial después de momentos convulsos cuando hubo alguna que otra denuncia por irregularidades en los procesos electorales. Lo hizo, aseguran, desde una idea de cohesión, cercanía y entendimiento con todos los estamentos que conforman la Asamblea General.
Un dirigente silencioso
Como suele ocurrir en este tipo de cargos de responsabilidad, no es ni mucho menos querido por todos. Con algún club se las tuvo tiesas en su tiempo como secretario general. Incluso uno de ellos, de los más grandes de la región, cita problemas para recibir las ayudas de la RFEF que les correspondían por su categoría. Burocracia e intereses contrapuestos. "Si alguien viniese a pedirme una recomendación sobre él solo diría que no es recomendable", cuenta un exdirectivo que prefiere no dar su nombre. También aseguran que la relación fue fría y muy escasa, nunca se interesó por acudir a las llamadas de algún club en apuros.
Ha sido muy poco tiempo presidente de la Federación Extremeña, menos de seis meses, y eso hace imposible que tenga muchos cadáveres en el armario. Algún aficionado del Badajoz, eso sí, recuerda que fue bastante tibio en su defensa al equipo cuando estos aspiraban a mantenerse en 2ªRFEF, ocupando la plaza que dejaba libre el Ursaria. Entienden que no fue contundente en su defensa, poco comprometido y, a tenor de los acontecimientos, lo achacan a un cierto gusto por la política federativa, siempre tan delicada. El puesto se lo terminó quedando el Móstoles.
Algunos periodistas extremeños explican que, como su predecesor, es más bien callado, poco amigo de los medios, con tendencia a un discurso muy medido, contenido y, a ser posible, muy breve. Lo menos expuesto posible. Tampoco ha necesitado mucho de eso, su trabajo ha estado todos estos años a la sombra de Rocha, que en esto se parece bastante a su sucesor, él tampoco gusta de hablar más de lo estrictamente necesario.
En una entrevista con El Periódico de Extremadura, poco después de ser elegido para la territorial, explicaba que todo le vino de una manera un poco accidental: "Mi objetivo era ayudar a Pedro Rocha en el momento en el que me llamó para ayudar al fútbol extremeño. Era lo que me gustaba, pero después de ocho años nunca hubiera pensado en esta situación. Ni en mis mejores sueños. Tampoco lo pretendía".
Esa es la peripecia de Sergio Merchán, a la estela de Pedro Rocha, acudiendo a la llamada cuando se le necesita, quizá en unos meses, si se dan las circunstancias —es posible que sea vicepresidente de Louzán si este gana, y la espada de Damocles de la justicia pende sobre la cabeza del gallego— termine siendo él quien dirija la RFEF y su presupuesto de más de 390 millones de euros.
Cuentan que es el primero que desea que Louzán, el cabeza de cartel en las elecciones del 16 de diciembre, no tenga problemas con el CSD y el TAD por el camino para no tener que soportar la presión de ser el candidato oficialista contra Gomar. Ser presidente de la RFEF sería un sueño y a la misma vez un marrón. No lo está pasando nada bien.