OPINIÓN

Rafael Louzán es tan 'bienqueda' que (si sigue) acabará mal con todo el mundo

Rafael Louzán, presidente de la Federación. /GETTY
Rafael Louzán, presidente de la Federación. GETTY

El nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Rafael Louzán, ha comenzado su mandato con fuerza, determinación, las ideas más o menos claras a su modo y semejanza, el esperado puño de hierro que mostró en su vis política para despedir sin explicar en Navidad y una clara obsesión en sus nombramientos con esa lícita querencia a promocionar Galicia: acabar con el Rubialismo a toda costa aunque, a sabiendas, se deje por el camino excepciones que confirman la regla.

Y en esa estratégica separación del anterior presidente desde que tomó posesión el pasado 16 de diciembre, donde ha habido también mil aciertos porque inteligente es un rato, escaman algunas destituciones para las que se han buscado pruebas y parentescos rebuscados con tal de justificarlas. Como cuando se quiere hacer una nacionalización exprés a toda costa. Ya me dirán qué habrán hecho algunos perfiles de Marketing e Internacional en esta crisis institucional que arrancó con la inmolación de Rubiales, o el director de la Residencia -más el jefe de cocina- por mucha tensión laboral que hubiera ahí y que, a priori, se resolverá ubicando estratégicamente en ese hotel a Antonio Limones, el responsable de los viajes al que piropea toda la casa y que estaba en edad próxima a la jubilación.

Pero más allá de este ejercicio de alejamiento con el antiguo régimen para encarar el futuro con otra cara (ojito a la ostentosa sala donde se celebran ahora las Juntas), está cometiendo un error que le puede condenar si el Supremo y el CSD le dan otra vida. Una cosa es, como hace, tender puentes y dejar para el resto las trincheras del pasado y otra es querer contentar a todo el mundo. Dirigir es elegir. Y a él parece que le chifla lo primero y le da algo de pereza lo segundo. Si su firme política de comunicación (a casi todos sí y a estos no) la extrapolara a cada una de sus carpetas diarias le iría mejor. En la vida hay que mojarse.

Sus declaraciones en Arabia Saudí, con todas las cosas que fueron ocurriendo alrededor de esos trepidantes días con la Supercopa de España en el foco, contradijeron a los que le situaban al nivel de oratoria del mismísimo Obama y que dejaban a Pedro Rocha por los suelos. Siendo el más preparado de todos los barones y siendo el más gallego de los gallegos, aún debe entender que presidir la RFEF es más importante que ser ministro y, por supuesto, que cualquiera de sus pasos tienen mucha más trascendencia que al dirigir una Diputación. Su entrevista la semana pasada en El Cafelito de Josep Pedrerol, en la que metió indiscretamente a Florentino Pérez en un jaleo en ese ímpetu por parecer tan sincero y campechano, acabó por despejar todas las dudas.

Los ejemplos en esa tibieza con la que quiere agradar a todos y al final molesta al planeta entero -acentuada con promesas sin cumplir...- le delatan. Pese a que sólo lleva el mes y medio de mandato y seguro que corregirá algunos errores si le permiten arrancar su programa electoral.

A saber: acercarse precisamente al presidente del Real Madrid y, al mismo tiempo, echarse en brazos de Javier Tebas y nombrarle vicepresidente es curioso y complicado de maridar. Ser integrador con Laporta y simplemente amagar con castigarle por sus insultos en el palco de Yeda a varios directos de la Federación es cuanto menos timorato. Atraer para su Junta a David Aganzo (AFE), que salió de ella por patas en su día, y hacer responsable del fútbol femenino a Reyes Bellver, asesora jurídica del sindicato FUFPRO, es algo arriesgado a la hora de mantener el equilibrio. Querer modificar de arriba abajo el arbitraje y ratificar a Medina Cantalejo choca. Y pactar con Miguel Galán y abrirle las puertas de Las Rozas es tácticamente inteligente aunque es bastante comprometido. Prueba de ello es que el Robin Hood de los entrenadores ya está estudiando cómo meter mano al más afín de los afines, Joan Soteras. Da la sensación de que en la Ciudad del Fútbol hay una bomba de relojería con ganas de explotar.

Esa tendencia a querer contentar al personal ha llevado a Louzán a tomar algunas decisiones debatibles. Un ejemplo es lo que ha pasado en Novanet, que es el programa informático, una especie de Intranet, que utilizan casi todas las territoriales para su funcionamiento y burocracia. Louzán se ha cargado a Cuetos Lobo al frente del proyecto porque el presidente asturiano no le apoyó en las elecciones y le ha dado esa responsabilidad a José Juan Arencibia, de Las Palmas, pese a que Canarias es de los pocos rincones que no tiene a Novanet como proveedor... Y, además, ese reparto de agradecimientos a los barones que estuvieron a su lado le va a salir caro una vez que ya ha aumentado en 800.000 euros la ayuda a la profesionalización de las Territoriales (normalmente para destinarla a sueldos): las federaciones autonómicas se repartieron 10 millones por año desde 2020 a 2024 dentro de un plan de mejora aprobado por el del piquito que se sumaba a los 15 que ya percibían. Y ahora, que este plan estratégico ya computa como gasto cuando en su día se sacaba del ahorro, los capos no sólo querrán lo mismo sino más debido a su fidelidad. Aunque haya que disfrazarlo con responsabilidades variadas.

Tampoco hay cordura en el plano deportivo. Louzán renovó hasta 2028 al cuerpo técnico de la Selección, como al seleccionador, en mitad del acto donde se hizo oficial el respaldo al riojano. Y todo porque minutos antes en la firma el míster así se lo solicitó en privado. Así, delante de todos, a su cargo de presidente sumó en un periquete y de un plumazo el de director deportivo que aún sigue vacante. Cuando nombre al sustituto de Albert Luque, que ya está decidido y pronto se sabrá oficialmente, le tendrá que encargar otras labores. Las más importante de todas ya las ha cerrado él personalmente.

Incluso para negociar con los que serán nuevos responsables del fútbol masculino y femenino, como directores deportivos, fue preguntando a mucha gente sobre los nombres que manejaba en el casting. Y entre esas encuestas a pie de campo ha hablado con los mismos seleccionadores para conocer sus gustos y opiniones, cuando lo normal hubiera sido recorrer el camino inverso. Esto es, nombrar al director deportivo de turno y que luego éste se pronuncie sobre De la Fuente y Montse Tomé. Otra cosa, siendo una oda a la camaradería, es un serio peligro. ¿O es que un subdirector elige al director en un periódico? Habrá que ver cómo reaccionan esos nuevos líderes de las diferentes selecciones cuando vengan mal dadas y los resultados (ley de vida) no sean los esperados: ¿van a despedir esos nuevos jefes a los entrenadores que, con su visto bueno, les han elevado a dedo a un cargo tan deseado?

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Con esta omnipresencia de buena fe de Louzán en Las Rozas (presidente, director deportivo, jefe de recursos humanos...) y su plan B para ser futuro CEO con Sergio Merchán a los mandos si el Supremo y el CSD le bajan de la presidencia este febrero y obligan a abrir otra vez las urnas, ya se puede resolver una de las mayores incógnitas en esta moda de querer acercarse a todo quisqui e ir molestando a más de uno. Si al final la RFEF no ha fichado (aún) a Mateu Alemany, al que Rocha ya tenía atado como fichaje estrella, es porque tiene claras dos cosas: no caben tantos gallos en el mismo corral y prefiere que nadie le hagan sombra. En esto sí que, por ahora, no hay medias tintas. El poder no admite concesiones.