El Gobierno y su difícil carrera para frenar a Louzán: "El TAD tendría que rozar el límite de la prevaricación"
El Gobierno se posicionó contra el candidato gallego, pero jurídicamente su margen para actuar, según la mayoría de expertos consultados, es muy limitado.
Entender el barro institucional que rodea las elecciones a la Federación de fútbol, para cualquiera que no siga su día a día, es casi una misión imposible. Está la opción de esperar al 16 de diciembre a ver quién resulta elegido presidente y que entre ellos vuelen los cuchillos discretamente, o la de intentar explicar todo lo que está ocurriendo en el ecosistema de todo este proceso. Lo vamos a intentar.
Ya hay tres candidatos oficiales al puesto, los tres presidentes de Federaciones Territoriales (barones). Por orden de avales: Rafael Louzán (gallega), Salvador Gomar (valenciana) y Sergio Merchán (extremeña). El máximo favorito es Louzán, que cuenta con una barbaridad de avales y con el apoyo de la mayoría de los barones, además de LaLiga. En condiciones normales debería arrasar. Pero las condiciones a este nivel de barro casi nunca son normales. Nos centramos de momento en el primero, pero volveremos a los otros dos.
¿Cuál es el problema? Pues que Louzán están condenado por la Audiencia de Pontevedra por prevaricación y pesan sobre él siete años de inhabilitación para cargo público. Esta condena todavía no es firme porque está pendiente de que el Tribunal Supremo (el próximo 5 de febrero) la ratifique (o no). Y esta es la cuestión clave: según los estatutos de la RFEF, un condenado no puede presentarse... pero según la Ley del Deporte y la Orden Ministerial que regula este tipo de elecciones, debe ser una "sentencia firme". Es decir: puede presentarse pero todo depende de lo que ocurra después, con la decisión del Supremo. A efectos prácticos, la condena de Louzán "no existe" hasta que no sea ratificada por la instancia superior donde está recurrida.
El Gobierno, por medio del Consejo Superior de Deportes, se ha mostrado decididamente en contra de que Louzán pueda presentarse, esgrimiendo como argumento los estatutos de la RFEF que sólo hablan de "condena", sin especificar "firme". Y es comprensible: para un ejecutivo del PSOE que lleva un año involucrado en "renovar" la RFEF después de todo el escándalo de Rubiales, ver cómo todo desemboca en un nuevo presidente que es del Partido Popular y sobre el que además pesa una condena (firme o no), pues es justo la imagen que no quieren dar. Sería para ellos un absoluto fracaso en su renovación federativa... que no les podría haber salido peor.
Otra cosa muy diferente es que en realidad puedan hacer algo. Dentro de los estrictos límites que marca el derecho para estos asuntos administrativos, "cargarse" a Louzán de una carrera electoral a la que le quedan apenas 10 días, pues no es tarea sencilla. Si el gallego llega a la votación del día 16, gana. Para que no llegue, el Gobierno necesita que alguien denuncie su candidatura, elevarla al TAD y que los que se impliquen sean ellos... ¿Por qué? Porque cualquier otra medida sería susceptible de ser contestada con una querella penal por prevaricación, y que además correría el riesgo de ser echada atrás en cualquier tribunal ordinario mediante unas medidas cautelares.
Y lo único que no se puede permitir el Gobierno es otro ridículo, en un año muy complicado en el que le ha tocado lidiar con Rubiales, con la candidatura mundialista, con los expedientes a Rocha y a Tebas, la Guardia Civil en la sede de la Federación por el caso Negreira y otra vez con el caso Brodie, la polémica Comisión Del Bosque que teóricamente iba a controlar la RFEF, pero que se terminó quedando en nada... En fin, 15 meses para olvidar que, a ojos del Ejecutivo, están a punto de desembocar en un nuevo presidente miembro del partido rival y con una condena a sus espaldas. La jugada, de terminar así, les habrá salido regular...
Las opciones del TAD (y del CSD)
Sus opciones son: pasar por encima de todo y forzar que Louzán se quede fuera de la carrera electoral (jurídicamente lo podrían defender, y algunos expertos defienden que el TAD no tendría demasiado problema en ejecutarlo). El otro extremo es no hacer nada... y entonces es sumamente probable que Louzán sea el próximo presidente, al menos hasta que el Tribunal Supremo se pronuncie en menos de dos meses.
Esta última opción es, a efectos prácticos, la forma más limpia de conseguir que haya un presidente de la Federación con un expediente inmaculado. Con Louzán ya presidente el día 16 de diciembre, si la Fiscalía consiguiera imponer su criterio en el Supremo, ratificar su condena y obligarle a cesar como presidente en febrero... tendrían muchos menos problemas. Y el propio Louzán ya podría haber nombrado una Junta Directiva y un Vicepresidente a su gusto que controlaría la RFEF... con él en la sombra. Y todos (menos Louzán, claro) contentos. Suena a libro de historia de barbaridades que sólo ocurrían en el siglo XIX, pero es que los procesos electorales federativos son un poco así.
La vía intermedia es la de actuar desde lejos, sin mancharse las manos: esperar que alguien denuncie (confiando equivocadamente en Galán o en cualquier otro), elevarlo al TAD a toda prisa y ver los toros desde la barrera... sin mancharse las manos. Ahora: si nadie denuncia esta situación... estarían obligados a mojarse. Y a ver si lo hacen.
"El TAD tendría que rozar demasiado la línea de la prevaricación para cargarse a Louzán", explica a Relevo una fuente jurídica experta en derecho deportivo con años de experiencia en el Consejo Superior de Deportes. Esta opinión parece la más extendida entre los consultados aunque, en justicia, también hay un experto de acreditada solvencia que opina que el máximo tribunal del deporte español, si quiere, no debería tener demasiado problema en frenar las aspiraciones políticas de Louzán a las primeras de cambio. "Más complicado lo tenían para inhabilitar a Pedro Rocha... y lo consiguieron". Esta última corriente de opinión es, de cinco fuentes consultadas, la única que considera que el TAD sí puede maniobrar contra Louzán sin exponerse demasiado. En el resto de criterios... la palabra prevaricación aparece constantemente.
Miguel Galán no parece estar por la labor de ser el instrumento de nadie, esta vez, y prefiere la vía del diálogo por si consigue resolver lo que de verdad a él le mueve (más allá de un cierto gusto por la notoriedad): arreglar el tema de la unificación de licencias de entrenador que, de momento, sigue siendo un coto privado de la RFEF y UEFA.
Sin él, está por ver hasta qué punto el Gobierno va a mancharse las manos (más) en este proceso. De momento el presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes, ya bajó un par de marchas en su oposición frontal, de un día a otro, a Rafael Louzán. Antes de que le otorgasen los avales fue todo contundencia ("No puede presentarse"), dando a entender que el gallego no llegaría a la votación final. Después, cuando vio que eso no había intimidado demasiado a los asambleístas de la RFEF... se limitó a una crítica algo más contenida. "Está pendiente del Supremo y genera incertidumbre", dijo tirando de freno de mano.
¿Y si Louzán no está?
¡Ay madre! Ese sería un escenario totalmente distinto. Al principio hemos explicado que había tres candidatos: Louzán (gallega), Gomar (valenciana) y Merchán (extremeña). Bueno, pues en realidad son dos candidatos y medio. ¿Y eso? Pues porque la candidatura de Merchán no es más que un salvavidas a la de Louzán. Quijote y Sancho. El extremeño está ahí por si el TAD le echa valor y se carga al gallego. Si Louzán "sobrevive" al TAD, Merchán se retirará, desaparecerá de la lucha o no entrará en conflicto con Louzán.
Es que si no hicieran eso, en caso de que el TAD declarase inelegible a Louzán, Gomar ya sería presidente porque no habría otra opción. Así que los barones han tirado ese flotador de emergencia por si llega a ocurrir ese escenario. Louzán y Merchán son lo mismo. Y, en sus planes, todo el aluvión de avales que manejan (74 validados sobre 141), traducidos en votos, pueden pasar fácilmente de uno a otro. Si uno cae, (creen que) todos los votos pasarán al otro. Que ya lo veremos...
Porque eso es lo que no parece estar tan claro. Salvador Gomar lleva años siendo un barón con cierta popularidad entre sus colegas. Respetado por muchos. Uno de los suyos. Sergio Merchán, a pesar de caerle bien a todo el mundo, pues la verdad es que no lo conocen. Accedió a la presidencia de la Extremeña sustituyendo a Pedro Rocha hace apenas un año. Cuando llegue el momento, si Louzán cae, presidentes que llevan lustros y lustros esperando tendrán que permitir que un recién llegado como Merchán llegue al despacho presidencial de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas adelantándoles por fuera... Eso habrá que verlo.
A Gomar tampoco le faltan apoyos: Territoriales muy poderosas y otras, algo más cobardes, que cambiarían de bando en cuando Louzán cayera. En este escenario habría batalla. Y feroz. Y afloraría cualquier cosa del pasado de ambos que pudiera perjudicarles en su carrera hasta la votación del día 16 de diciembre.
Si llegásemos a este punto, una vez más, la decisión de esta votación estaría en el tejado del sindicato AFE, que no se ha pronunciado públicamente de momento. De ellos dependen 29 votos que no están claramente definidos, por ahora. En un punto de indefinición de los barones... no descarten que sean los suyos los que inclinen la balanza.
Quedan apenas 10 días y mucho barro por delante. Todas las opciones tienen un "pero" y las tres dejarían "moderadamente insatisfechos" a todo el mundo. Bienvenidos al barro institucional, que siempre es así.