El diploma más honorable de México

Si el fútbol es justo o no, ya es otro debate. Pero que México hizo todo lo posible y más para pasar a octavos de final es innegable. Durante más de media hora, Polonia se clasificaba a la siguiente fase por haber visto menos tarjetas. Los del Tata Martino no pensaron en que amonestaran a su rival, ni en que Argentina marcara otro. Pelearon con sus vidas, vivieron en el área contraria y rozaron el tercero en múltiples ocasiones.

Los goles los hicieron Martín y Chávez. También se exhibieron Vega, Pineda, Lozano, Álvarez... Fue un dominio de principio a fin. Insistencia absoluta. Coraje, orgullo mexicano. Los aficionados se desgañitaron a aplaudir tras el triunfo más amargo. Es difícil ovacionar a los tuyos cuando acabas de perder lo que más ansiabas. Lo merecieron.

Arabia también se despide del Mundial. Hoy fue su día menos meritorio. Tras ganar a Argentina y pelear a Polonia, se esperaba una selección más aguerrida, con más capacidad de sorpresa. Renard sucumbió ante el plan de un gran Tata y llegó a bajar los brazos. El triunfo les daba el pase. Ni lo rozaron. Fue el duelo fatídico de una noche mágica. No venció nadie, pese a que el fútbol alcanzó cotas altísimas. Otra edición será.

El seleccionador mexicano ha sido cuestionado en su país, después de que México no lograra ganar en las dos primeras jornadas. En el partido ante Polonia, apostó por un 4-3-3. Frente a Argentina, se protegió más con cinco atrás, tres en el medio y dos arriba. En ambos duelos dieron la talla, aunque ante Messi y compañía lo hicieran buscando conservar las tablas. El Tata Martino volvió a cambiar el esquema a un 4-2-3-1, dando vuelo a Orbelin Pineda en la mediapunta.

Era el dibujo idóneo ante un rival que se encerraría. Poder a las bandas y un llegador de élite. Además, una referencia ofensiva para fijar a centrales y que el ex del Celta pudiera sacar a relucir todo su potencial. Tres sistemas diferentes en función del rival. Hoy funcionó a la perfección. Una señal de valentía muy meritoria. Explotar de la mejor forma sus recursos es la labor que hace grande a los entrenadores.

Es indescriptible lo que se vivió tras el segundo gol de Argentina. Entonces, empataron a absolutamente todo México y Polonia. Cuatro puntos, dos goles a favor, dos goles en contra. ¿La solución? ¡A las tarjetas! En ese momento, Lewandowski y compañía habían visto tres cartulinas menos. Los mexicanos estaban volcados y los polacos, sufriendo y lejos de amenazar a la 'Albiceleste'. Es algo único que solo puede pasar en un Mundial. Otro debate es si es el desempate más justo. Este miércoles The Athletic publicaba que la FIFA valora meter la tanda de penaltis en 2026 para arreglar desempates. Desde luego, coge otro color. Una plaza decidida por un par de tarjetas. Delirante.

Lo de Chávez fue uno de los goles del Mundial. Invitó al delirio. México necesitaba goles y su zapatazo desde 35 metros les hizo creer que era posible. Además, estuvo impecable, sin errores en la medular y siendo punta de lanza para los hombres de arriba. Se recordará como uno de los tantos de esta Copa del Mundo… aunque quedara sin premio. Esta noche, nadie valorará su perfecto golpeo y estará más en la conversación popular el tema de las tarjetas o cómo los americanos no lograron marcar el tercero pese a su insistencia. En unos días, se le sabrá reconocer.

O lo hubo. En Vigo. Llegó en invierno y apenas aportó. Fue un fichaje de la directiva que no terminó de convencer al 'Chacho' Coudet. Como informó Relevo, la intención del Celta es recuperarlo en el mercado invernal. No es para menos. Su partido fue bárbaro. Estuvo en todas, como alma libre entre líneas. Fue sustituido en el 77', exhausto. No marcó ni asistió, pero sus compañeros se contagiaron de su energía. Jugador que saldrá reforzado de Catar, pese a solo jugar de titular en esta tercera jornada. Igual sí que resurge ahora el runrún: ¿por qué no gozó de oportunidades en Balaídos?

Perdón la insistencia. Si mi equipo de toda la vida se jugara una clasificación o una final, me encantaría que pelease como México esta noche. Me rompería las manos a aplaudir, sin ápice de dudas. Se dejaron el alma. No pararon de intentarlo. Es el claro ejemplo de ganar perdiendo, aunque ahora no lo vean. Su espíritu contagió a un estadio, que vivió de los nervios cada acción. Pese al gol de Arabia Saudí al final, volvieron a lanzarse tumba abierta. En su mente, no existió la posibilidad de no clasificarse. Aunque así sucedio. Fue un palo para 16 jugadores que disputaron uno de los partidos de sus historias. Cuando tengan nietos, narrarán esta noche con más nostalgia que tristeza. Lo merecieron.