El problema no es perder el derbi, el marrón es una Real sin Zubimendi
La Real volvió a perder un derbi en San Mamés. El cuarto de manera consecutiva en el campo del eterno rival. Se está convirtiendo en una tradición, negativa a todas luces para un equipo que llegaba, en esta ocasión, en su mejor momento de la temporada. Lo pensaba incluso el propio Imanol Alguacil, poco dado a expresarse de esta manera. Pero las sensaciones ofrecidas hace quince días frente al hasta entonces mejor conjunto de la competición, sirvieron para hacer desaparecer las muchas dudas que el equipo venía ofreciendo desde que diera comienzo el campeonato. Frente al Barça, la Real Sociedad dio un golpe encima de la mesa. Todo eran elogios. Merecidos a todas luces. El equipo de Imanol, por momentos, pasó por encima de un equipo que solo había perdido un partido en LaLiga y maravillaba por su juego.
Esta mejoría tuvo su continuación en Copa frente al Jove Alicante, un equipo de Tercera Federación, eso sí. Pese a todo, y a las muchas bajas con las que llegaba el equipo a tierras alicantinas, la respuesta fue más que contundente, como una manera de reivindicarse pese a las trabas encontradas en el camino en forma de decisiones incomprensibles por parte del ente federativo. La contestación de los futbolistas, la mayor parte de ellos secundarios, incluso terciarios, fue la mejor posible. La ilusión volvía a instalarse en el seno de una afición que se frotaba las manos pensando en la disputa de un nuevo derbi.
La Real tenía ante sí la posibilidad de dar un salto, casi de gigante, y aprovechar la ocasión para tapar, de manera casi definitiva, las bocas de aquellos que todavía siguen viendo fantasmas. Con todo lo mal que había empezado la competición, ganando en San Mamés, se ponía por delante del Athletic Club, uno de los equipos de moda. Pero desperdició la oportunidad. Deberá seguir remando y ofrecer una mejor imagen que la dada en los primeros 25 minutos del que, para muchos, es el partido más importante de la temporada. No lo pareció. "Si hubiera podido cambiar a los once, lo hubiera hecho". Imanol Alguacil no se mordió la lengua para leer la cartilla a los suyos después de una puesta en escena más que preocupante. En opinión del oriotarra, nadie se salva de la quema. No estoy de acuerdo con él. Tampoco, por lo visto, Mikel Oyarzabal.
Adoleció la Real de muchas cosas, entre ellas, una vez más, mordiente arriba. Las ocasiones de gol brillaron por su ausencia. Y este es un problema que se viene repitiendo con demasiada frecuencia para nada bueno. Jokin Aperribay, en una de sus últimas comparecencias ante los medios, no se cansó de repetir que la apuesta este año para jugar de '9' era Mikel Oyarzabal. Lo hizo, incluso, después de que la Real, el equipo que preside, desembolsara otros 20 millones de euros en la contratación de un delantero como Orri Oskarsson. Dos años antes, la entidad blanquiazul hizo un desembolso parecido para fichar a Sadiq Umar tras la salida de Alexander Isar destino Newcastle.
Perdiendo, Imanol saca dos laterales
Que la Real sigue teniendo un problema de gol es más que evidente. El derbi frente al Athletic Club viene a confirmarlo. Sin Oskarsson, lesionado con su selección, y con la Real por debajo en el marcador, los dos últimos cambios que realizó Imanol Alguacil fueron dos laterales. Aihen por Javi López y Aritz por Aramburu. Mientras tanto, el delantero llamado a liderar el ataque de la Real tan solo hace dos años atrás, como era Sadiq Umar, se quedó masticando chicle en el banquillo, en el que, por cierto, también estaba Magunazelaia, otro delantero que venía de marcar en el Rico Pérez y que, siendo canterano como es, hubiera salido al verde de San Mamés a comerse el mundo en ese tramo final en el que la Real estaba siendo mejor. Imanol Alguacil no lo creyó conveniente. No voy a ser yo el que vaya a poner en tela de juicio el criterio del oriotarra. Pero que el nigeriano tiene las horas contadas en Donostia es un hecho. Lo contrario no se entendería.
La Real perdió otro derbi. Pero ese no es el problema. El marrón lo tendrá la Real cuando se marche Martín Zubimendi, si es que, finalmente, el donostiarra acaba sucumbiendo a los muchos cantos de sirena que le llegan desde la Premier League. En San Mamés, en un partido mediocre en general de la Real, el donostiarra volvió a ser el mejor, de largo, y eso que no estuvo al nivel que nos tiene acostumbrados. Martín Zubimendi es un futbolista descomunal, con un trabajo defensivo casi estajanovista y con una visión de juego brillante. Siempre encuentra al compañero mejor colocado y cada vez más se aproxima al área visitante. Frente al Athletic fue él el que tuvo la ocasión más clara de los realistas, pero su remate a centro de Susic salió demasiado desviado.
Este pasado verano a punto estuvo de irse al Liverpool que vino con todo a por el donostiarra. Todo hacía indicar que iba a aceptar la oferta red. De hecho, en la planta noble del Reale Arena se temían lo peor, pero, a última hora, rechazó seguir los pasos que en su día emprendió Xabi Alonso para quedarse, al menos, un año más en Donostia y ser el santo y seña de esta Real que le venera. Frente al Athletic se le vio, por momentos, hasta enrabietado, siendo consciente del mal partido que estaba haciendo su equipo. No entendía acciones de sus compañeros que le llevaban por la calle de la amargura, como una acción con Javi López en la que al tinerfeño se le escapó un balón fácilmente controlable. Su mirada era todo un poema.
El hueco que dejaron este pasado verano las marchas de Mikel Merino y Robin Le Normand está siendo muy difícil de cubrir pese a que Nayef Aguerd se está reivindicando como un central de categoría y a que Luka Sucic tiene un potencial más que evidente. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si también Martín Zubimendi hubiera decidido hacer las maletas. No sabemos qué ocurrirá el próximo verano, pero, de momento, un futbolista de talla mundial viste de blanquiazul.