ATHLETIC CLUB 1 - REAL SOCIEDAD 0

Nico y Sancet reinan en un derbi de mínimos para que Bilbao siga soñando en grande

Un gol del centrocampista fue suficiente para que el Athletic mantenga la racha ante su eterno rival y siga en la lucha europea.

Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

En San Mamés manda el Athletic. Los rojiblancos vuelven a sonreír en un derbi vasco, como en las últimas cuatro temporadas ante su gente, dando un golpe importante en la clasificación y, sobre todo, anímico a la Real Sociedad. En un derbi de mínimos, jugado a un ritmo mucho más bajo de lo que acostumbra la Catedral, los de Valverde reinaron gracias a la calidad de Nico Williams, que volvió a ser el mejor, y a la fe de un Oihan Sancet que creyó en el gol y lo encontró para poner patas arriba a su gente. La Catedral está enamorada de este equipo y no es para menos, quintos clasificados, a solo dos de la Champions y pensando ya en el duelo europeo del jueves.

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Son tres puntos, sí, pero saben mucho mejor por conseguirlo ante el eterno rival y por poner la primera piedra a una serie de partidos antes del parón navideño que serán claves para saber si este conjunto bilbaíno está de verdad preparado para pelear por todo y en todos los frentes. Por el momento, no pueden ir mejor las cosas. En Donostia, sin embargo, regresan las malas sensaciones y las dudas, porque es innegable que apenas comparecieron en Bilbao y que en ningún momento pudieron soñar con ganar.

El Athletic quiso mandar desde el principio. Es cierto que sin agarrarse a la premisa que había avanzado Ernesto Valverde en la previa, convencido de que era un partido de corazón más que de cabeza. No fue ese el plan. Los rojiblancos midieron los tiempos, fueron cocinando su superioridad sin exponerse, con una buena presión en el centro del campo pero sin volverse locos en los esfuerzos. Djaló y Sancet tapaban los balones a Zubimendi, objetivo claro de los bilbaínos, y orientaban la presión hacia unos laterales en los que ni Javi López ni Aramburu fueron capaces de darle continuidad.

Los donostiarras tenían claro el objetivo: bajar ritmo y que el partido tuviese un guion lento y sin grandes sobresaltos. Apostaron a mínimos y salieron perdiendo, aunque por momentos pareciesen estar satisfechos. Aun siendo superior, el Athletic no se sentía cómodo con balón: No aparecía Sancet entre líneas, Iñaki estuvo desaparecido también y todo el peligro radicaba -como casi siempre- en las genialidades de Nico Williams. El menor de los hermanos avisó en un par de ocasiones, pero 'vacunó', como le gusta decir a Iñaki, a la media hora. 

Lo intentó primero en un remate y, tras una serie de rechaces, bailó a la defensa txuri-urdin. Pisadas, amagues, arrancadas... Suficiente para sacar un centro al segundo palo que transformó en gol Sancet, ganando por arriba a un Javi López demasiado blando. El error del lateral es grave y más en este tipo de encuentros en el que cualquier detalle decanta la balanza en favor del contrario. Si juegas a que pasen pocas cosas no se pueden regalar acciones tan decisivas.

Los de Imanol, además, fueron incapaces de reaccionar. Ni siquiera el paso por vestuarios mejoraron la cara de un conjunto donostiarra que estuvo cerca de despedirse del partido nada más arrancar la segunda parte. Prados perdonó y dio una vida extra a los donostiarras, aunque estos fueron incapaces de sentirse cómodos y con una propuesta que parecía centrarse en la calidad de Kubo.

El japónes lo intentó en el comienzo de la segunda mitad, pero Yuri -mantienen un pique desde años atrás- le defendió muy intensamente y apenas le dejó salir de sus regates. Sin la inspiración del nipón y con Oyarzabal desaparecido ante la exhibición de Vivian y Yeray, no había manera de meter mano a un Athletic solidario y sin grietas.

Los bilbaínos, por su parte, vivían cómodos en la ventaja, sin querer volverse locos ni buscar la portería rival como acostumbran en otros duelos en la Catedral. La ley del mínimo esfuerzo o, mejor dicho, la de minimizar riesgos. De Marcos y Yuri apenas doblaron a Nico e Iñaki, conteniéndose pese al empuje de San Mamés, conscientes de que en este tipo de encuentros merecía la pena. El propio Valverde también guardó armas, sustituyendo primero a Prados y después a Galarreta en cuanto vieron amarilla, evitando cualquier situación que pudiese cambiar el rumbo de un partido controlado y en el que apenas sucedía nada.

El Athletic jugó con fuego

Tan adormecido estaba el partido que el Athletic empezó a jugarse el resultado. Hasta los últimos quince minutos, los donostiarras ni siquiera habían disparado entre los tres palos, pero poco a poco se fueron acercando más por la inercia del encuentro que por propia iniciativa. Sergio Gómez fue el primero en disparar a puerta más de una hora después del inicio del partido, en un intento demasiado manso a las manos de Julen Agirrezabala.

Becker, activo desde que sustituyó a Kubo, metió también el miedo en el cuerpo a San Mamés, pero sus dos acciones más peligrosas fueron invalidadas por fuera de juego. No había gran peligro pero se sintió ese miedo a perder la valiosa ventaja que se había defendido durante todo el encuentro. No hubo susto final y, en un derbi de mínimos, venció quien más lo buscó y, sobre todo, el equipo que este curso está convenciendo a todos. En San Mamés y, por ahora también en Euskadi, manda el Athletic.

Ficha técnica

1- Athletic: Agirrezala; De Marcos, Vivian, Yeray, Yuri; Prados (Jauregizar, min. 60), Galarreta (Herrera, min. 76); Iñaki (Berenguer, min. 76), Sancet (Unai Gómez, min. 69), Nico Williams y Djalo (Guruzeta, min. 60)

0- Real Sociedad: Remiro; Aramburu (Elustondo, min. 84), Zubeldia, Aguerd, Javi López (Aihen Muñoz, min. 74); Zubimendi, Sucic, Sergio Gómez; Barrenetxea (Brais Méndez, min. 60, Oyarzabal y Kubo (Becker, min. 60).

Tarjetas: Zubeldia (21'), Prados (41'), Javi López (53'), Galarreta (76') y Yuri (92').

Goles: Sancet (27')