FC BARCELONA

Lamine Yamal confirma el invento del pinganillo de Luis Enrique

El astro catalán está empezando a enseñar su potencial, todavía desconocido.

Lamine Yamal después de celebrar un gol. /GETTY
Lamine Yamal después de celebrar un gol. GETTY
Albert Blaya

Albert Blaya

El fútbol vive en una encrucijada. Mientras todo se iguala y las metodologías se dispersan, pudiendo entrenar igual en Estocolmo que en Tokio, el talento sufre. Lo hace porque nunca estuvo tan sujeto a la sospecha como ahora, puesto bajo un escrutinio que antes de permitirle el beneficio de la duda le busca corregir, limando aquello que le hace distinto en pro de una homogeneización que busca la victoria de lo ensayado por encima de lo inventado. El talento nunca sufrió tanto y Lamine Yamal reivindica el genio sin quebrar el equilibrio impuesto. Su potencial justo empieza a asomarse.

Pone los pelos de punta pensar que esta será seguramente la peor de las versiones de Lamine que nazcan, una especie de primer paso hacia lo desconocido, de prueba y dudas aún con la certeza que impone su nivel y peso en el equipo. Lamine, con 17 años, es peor jugador de lo que lo será con 23. Para eso tendremos que esperar más de un lustro y el fútbol probablemente ya será suyo: el futuro, con Lamine, corre el riesgo de ser predecible... aunque su juego sea un enigma.

Para Hansi Flick, contar con esta versión de Lamine Yamal, más hecha y tras una Eurocopa de galones y euforia, supone un alivio. Ya es un crack. Lejos del primer Lamine que irrumpe con Xavi, este empieza a confirmar lo que siempre fue, pero que por jerarquía y maduración no se vio a un primer instante: un generador de juego portentoso, por variedad y profundidad en su lectura. Sus cifras, que están creciendo y todavía están en pañales, no son nada comparado con todo aquello que permite que su equipo haga. ¿Y cuándo Lamine no esté? No hay plan B que palie lo que solo Yamal es capaz de ver y ejecutar.

La vida sin Lamine es distinta

No es casualidad que las dos únicas derrotas en Liga hayan coincidido en los dos únicos partidos en los que el canterano no fue titular. Ante Osasuna entró con un 2-1 en contra y anotó el 4-2 en los minutos finales, además de generar la mejor ocasión del partido, y ante la Real Sociedad no estuvo ni convocado en el peor partido ofensivo del Barça de Flick: ningún disparo a puerta y apenas 5 remates sin contar situaciones a balón parado a pesar de tener el 70% de posesión. La ausencia de Lamine no solo deja huérfano al FC Barcelona de su mejor genialidad, sino que inhabilita las mejores versiones de Koundé, Raphinha y Lewandowski. El Barça, en realidad, perdió a cuatro jugadores a la vez.

De todo cuanto nos ha enseñado este deporte, la cuestión más importante es que el genio, aquel capaz de marcar el juego, de moldearlo, necesita ir dentro. En este siglo, Neymar y Messi tocaron el cielo una vez abandonaron la banda, espacio del que una vez fueron presos. Lamine empieza a tener más presencia en zonas centrales, inundando con su desbordante creatividad espacios antes vacíos de posibilidades. Lo mejor que posee Lamine es que es un pasador cuyo potencial es insondable, y más allá de su regate, sus fintas y su impacto en el desborde, no necesita nada más que una recepción para reventar el partido. Sin moverse.

El poder pasador de Lamine Yamal empieza a despegar

Esta temporada, Lamine Yamal es de todos los atacantes de las 5 grandes ligas el que más pases hacia área rival da por cada 90 minutos (2,89). En LaLiga, ningún atacante da más pases que rompen una línea rival que Lamine (3,23) en el último tercio, otro dato que indica el nivel pasador de este futbolista en la zona más caliente del campo. Ambas cifras son superiores a las de la temporada pasada, en una clara muestra del potencial que justo empieza a aflorar.

Hay un tipo de pase que StatsBomb contabiliza como "Throughball" en el que Lamine es el más diferencial de todos cuanto se pueden dar. Ese pase se da cuando se supra la línea defensiva, filtrando el envío para dejar al compañero ante el portero. El pase que más y mejor dominó Leo Messi. Nadie ha dado más asistencias de esta forma que él en las cinco grandes ligas (4). Ese envío está reservado a los futbolistas que pisan zonas interiores con regularidad, porque es desde ahí donde se puede activar. Los muy buenos jugadores ven un desmarque y lo activan con precisión. Los genios se inventan el desmarque. Al final Luis Enrique tendrá razón. Lamine Yamal ya le mete el pinganillo a los compañeros a través del fútbol.

Lamine controla la pelota en un ataque del Barça ante el Estrella Roja.  WYSCOUT
Lamine controla la pelota en un ataque del Barça ante el Estrella Roja. WYSCOUT
En el momento del pase, Raphinha corre entre centrales.  WYSCOUT
En el momento del pase, Raphinha corre entre centrales. WYSCOUT
Raphinha termina recibiendo la pelota al espacio.  WYSCOUT
Raphinha termina recibiendo la pelota al espacio. WYSCOUT

Cada vez empieza a asomar más veces en zonas centrales, en el epicentro del juego. Aunque todavía no sea de forma perenne, sino solo como espacio transitorio, como si no quisiese desvelar todo lo que esconde, no todavía. Una vez se para allí, el equipo le busca porque solo Lamine tiene la doble amenaza de forma constante: desborde y pase, por lo que su presencia en esas zonas es insustituible. ¿Qué haces si se te va la luz? Una vez el interruptor no funciona ni la lámpara más cara te va a servir. Y por mucha pirotecnia que tenga su juego, Lamine es el interruptor. El primer y único eslabón esencial.

Lamine recibe en el centro, parado.  WYSCOUT
Lamine recibe en el centro, parado. WYSCOUT
Lamine ve el desmarque de Gerard Martín arriba.  WYSCOUT
Lamine ve el desmarque de Gerard Martín arriba. WYSCOUT
El lateral recibe en área rival.  WYSCOUT
El lateral recibe en área rival. WYSCOUT

Sin él, Flick ya sabe lo que es perder, y lo peor de todo, descomponerse. Es tan loable lo que está haciendo el alemán como lógico que sin su mejor futbolista y uno de los grandes cracks del mundo su táctica no parezca tanto. Los mejores jugadores son, en esencia, cualquier táctica ganadora. Lamine Yamal es un genio precoz y el terror que infunde el Barça se diluye sin él porque el equipo pierde amenaza. Apenas hay un puñado de jugadores que parados sepan abrir cualquier espacio, por lejano y remoto que parezca.