Miguel Gutiérrez pone el confeti al fin de año en Montilivi

El último partido de un 2024 histórico, pero donde el homenaje también reclamaba sanar. Porque los de Míchel, en 365 días, han pasado de soñar con lo más alto bajo un estilo de juego que rozó casi la perfección, a perder el horizonte y caer al suelo. En un pestañear. Y no hay mejor forma para curar esas heridas que el calor de un hogar. También con su rival, un "nuevo" Valladolid que tiene que empezar de cero. Llegaba el estreno de Diego Cocca, tras una victoria de valor en casa, pero con la sensación de que el sufrimiento estará hasta la última jornada. Y más si a domicilio solo son tres los puntos conseguidos en esta temporada.

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Con cinco defensas, el cuadro pucelano era consciente de que a Montilivi se venía a sufrir. Y en solo dos minutos, una combinación entre Asprilla y Van de Beek ya dio el primer aviso a Hein. El ejercicio de resistencia crecía a medida que el Girona veía atractivo en el juego ofensivo. De tal modo que prácticamente era un patio de colegio, con todos detrás del balón sin importar el cambio de posiciones. Y en ese juego, el líder es Miguel Gutiérrez. El todocampista de Míchel, capaz de ser lateral, extremo… y centrocampista. Hoy, con otro pase perfecto a Blind, dio más motivos para darle esa libertad. Pero el holandés, en semivolea, no premió la asistencia.

Sin embargo, el '3' protagonizaría uno de los últimos goles de la temporada. En un libre directo al borde del área, buscando la escuadra, el balón roza con la barrera y la rodilla de David López, cambiando la trayectoria a la escuadra de Hein. La fortuna, bajo la insistencia, cayó a favor del Girona. Y la botella se descorchó al instante, dejando a la línea de 5 defensas pucelanos contra las cuerdas. De nuevo, llegaría Miguel para levantar la mano y protagonizar el segundo tanto de la noche. Con otro centro de la casa, quirúrgico, a la frente de un Abel Ruiz que se relamía en el segundo palo. Montilivi quería el homenaje.

Poco pudo hacer el Valladolid, solo pedir el tiempo de descanso a gritos. Resistió, pero 15 minutos de descanso podían ser insuficientes tal y como estaba el escenario. Con una salida más calmada, gozando prácticamente de sus primeros minutos de posesión en el partido, el Valladolid respiraba. Pero la sensación no cesaba, los de Míchel tenían el puñal entre los dientes preparado. En solo dos presiones, perdió el cuadro pucelano su breve papel de dominador. El miedo, o más bien respeto, le devolvía a la casilla de inicio.

El jugueteo del Girona, como pasó en la primera parte, le volvería a acercar al gol. Pero el guardameta pucelano, con un paradón de balonmano, salvaría el disparo de Bryan Gil. Ahí, Míchel metería a Stuani y Danjuma. Porque la mejor defensa es el ataque. La grada, que dejaba el frío a un lado por la felicidad, pedía el tercero. La insistencia en ¾ de campo, y el desgaste físico de los pucelanos, invitaban a ello. En un balón muerto, sucedería. Porque David López encontraría a 'La Cobra', que solo tuvo que poner el interior de la bota para superar a Hein.

Un 3-0 que dice adiós al año con más historia, y con un poco de esa esencia que maravilló a todos. Dominador, valiente, y con punch en ataque. Pero, lo más importante, con el buen sabor para encaminar al equipo a la plaza europea. Nada que ver con Diego Cocca, aunque sea consciente del escenario. Porque el Valladolid tiene muchas preguntas que responderse en estos días de descanso. Las vidas se van agotando.