La batalla judicial contra el Bernabéu no acaba con bajar el ruido: "Pocos me engañan ya y desde luego no Florentino"

Algunos entienden que el inesperado parón de siete meses de los conciertos en el estadio Santiago Bernabéu ha sido un triunfo definitivo de los vecinos de la zona. Desde luego, algo habrán conseguido si se consigue reducir el decibelio medio del límite establecido por la normativa vigente. Otros, por el contrario, consideran que esto es solo una victoria parcial, la primera en una guerra larga. De hecho, no solo se persigue el ruido, sino todo lo que rodea a los espectáculos. Y otro grupo, quizás más reducido, pero más especializado, considera que esto solo es una maniobra de distracción. O un engaño.

Sacramento Ramos es una voz más que autorizada para hablar del tema. Ella preside la Asociación Iniciativa Vecinal en defensa del medio ambiente y contra el túnel Paseo de la Habana-Padre Damián, la principal precursora de las denuncias y la batalla judicial contra el nuevo estadio y todo lo que acarrea. De hecho, a través de la organización, ya combatían otras obras en la zona, por lo que tienen experiencia en lidiar con estos asuntos.

En una entrevista en Relevo, considera que este avance no es más que un engaño: "Esto es meramente una maniobra dilatoria. Sencillamente demorar. No tiene ningún viso de prosperar. Empezarán con los conciertos otra vez cuando a ellos les dé la gana. Insonorizar el Bernabéu es absolutamente imposible. Es un establecimiento deportivo y hace falta, para los deportistas que lo practiquen, es que tengan un nivel de oxigenación suficiente. Si tú cierras el estadio y es móvil no va a valer para nada y si es fijo no se puede practicar deporte dentro".

Porque, efectivamente, los vecinos han convivido "pacífica y serenamente" con el Bernabéu cuando este era solo un estadio de fútbol. Ahora, viven con el hacha de guerra y, además, no creen que ninguna de las promesas lleve a ningún sitio. Principalmente, porque el ruido siempre vivirá con ellos: "Han hecho una añagaza. Es imposible que lo cierren. Bajo la camiseta que le han puesto al estadio, las oquedades, la estructura, los palcos, los vomitorios… Siguen exactamente igual. No se han hecho revestimientos. Quieren ganar tiempo a ver si los vecinos nos tranquilizamos o nos convencen de que retiremos las demandas. Esto está en un cauce legal y así será. No vamos a ceder".

Sonará a broma, pero algunos ya consideran el estadio un auditorio. Sacramento Ramos así lo denomina y algo de razón tiene: la elevada cifra de conciertos ha provocado que en los últimos meses haya más eventos y espectáculos que partidos de fútbol. "Ahora nos quieren obligar a convivir con el Auditorio Florentino Pérez. Ya no es el estadio Bernabéu para deportes, que era su finalidad. Quieren hacer todo tipo de eventos. Se mantienen erre que erre", añade.

Pero, bajo su testimonio, el Real Madrid no es el único culpable. Esto es un relato de poder, beneficios y muchas partes implicadas: "Esto es un negocio para aumentar las arcas del club y lo peor es que cuenta con la aquiescencia de los estamentos públicos. El Ayuntamiento y la Comunidad están permitiendo el nacimiento de un monstruo. No se puede admitir. Esto es una invasión del barrio del Real Madrid para sus negocios".

Por ello, su asociación y otros muchos denunciantes mantienen una batalla legal con un día señalado en el calendario. El próximo 29 de octubre, está programada una vista en la que está citado a declarar el administrador del estadio. Sacramento trabaja en un despacho y confía plenamente en su justicia y, en nombre de todos, expresa su deseo: "Lo ideal sería que la jueza tuviese el valor de encausar al Real Madrid. Eso es lo que nos gustaría. Tengo máximo respeto a la jueza y respetaré su decisión. Me encantaría que fuera valiente".

¿Pero qué reclaman exactamente los afectados? Las redes sociales, en ocasiones, pueden resultar engañosas. Incluso dar pie a la broma o la burla por el lamento de los vecinos por escuchar de vez en cuando dos horas a un artista cantar. Por supuesto, no es así y Sacramento Ramos quiere aprovechar esta vía de comunicación para detallar en profundidad algunos de los muchos problemas que les acarrea en sus vidas contar con el centro neurálgico del ocio y el espectáculo a escasos metros de su casa.

"El deterioro del barrio es impresionante. No son solo los ruidos, es la suciedad, la cantidad de tráfico, la ocupación de las calles… La calle Rafael Salgado la han hecho casi de uso exclusivo para el Real Madrid. No se puede ni salir en sentido contrario. Solo pueden entrar para los párkings de la zona. La han convertido en los urinarios de la gente de los conciertos. Es un olor pestilente. Son cotas irreparables", comienza.

Y más que el hecho es la frecuencia. El Real Madrid y Sixth Street, cuenta la presidenta de la asociación, firmaron un acuerdo por de 340 a 360 eventos anuales. Es decir, casi uno al día. "No todos van a ser de 80.000 personas, pero es terrible. El problema es quién lo está consintiendo", reflexiona.

Para, a continuación, volver a ejemplificar lo que es un día de conciertos en sus calles: "Los conciertos son de antes de las ocho ante las 0:30 bien pasadas. Pero es que empiezan antes. Los ensayos por la mañana o el día anterior. Tienes el zumba zumba zumba zumba dos días. Y la gente que viene con mucha antelación, que acampa en las calles, hasta vienen con hornillos de camping gas. Está siendo invadido el barrio. Se nos meten en los portales a defecar y orinar. Nos echamos las manos a la cabeza con las barbaridades que estamos viviendo. Es terrible. Están destrozando nuestro barrio".

Aunque ahora haya alcanzado su punto más álgido, este asunto viene de atrás. Cuando la obra se planteo o cuando estaba en marcha, los vecinos ya estudiaban sus posibles actos para evitar lo que sería un impactante cambio para ellos. Sacramento Ramos recuerda una reunión con Borja Carabante, delegado de movilidad, medioambiente y urbanismo de Madrid, hace más de un año.

"Le dije que si esto seguía adelante, si seguían con ese monstruo, tendríamos la primera semana tirones de bolso, robos, caídas de personas mayores… La segunda semana habría jeringuillas, droga… Y la tercera semana, mucho cuidado, problemas con bandas y quizás una muerte. Y ya hemos tenido una muerte, tras el concierto de Karol G. Ojalá me hubiera equivocado, pero sabíamos que podía ocurrir", rememora.

Desgraciadamente, su testimonio se ha cumplido parcialmente. Tras el concierto de Karol G, un hombre falleció después de una reyerta que nació de un malentendido. ¿Les lleva eso a sentir miedo por lo que pueda ocurrir? "Miedo aún no. En las redes sociales ahora hay amenazas de alguna de las cantantes (se refiere a Aitana o Lola Índigo). Ellas no tienen culpa de lo que está haciendo el Bernabéu. Hay fans que dicen que van a venir a incendiar edificios del barrio. A esto nos están llevando consintiendo semejante aberración", asevera.

Desde luego, la explosión mediática del Santiago Bernabéu resulta una revolución absoluta a la ciudad, a la zona e incluso al país. Para empezar, porque la Castellana está ubicada en pleno centro de la ciudad y es la red que articula la región de norte a sur. Un contraste mayúsculo con respecto a otros grandes escenarios deportivos y ociosos, ubicados en las afueras.

"En ninguna ciudad del mundo tienes un auditorio de estas características en mitad de todo. Sabemos que es porque ha sido un capricho del Madrid y de Florentino. Les han dicho desde el Ayuntamiento: 'Adelante, que os lo consentimos todo'", considera. Pero ahora algo ha cambiado, desde luego. El club va a llevar a cabo unas obras que reduzcan considerablemente el ruido.

Aunque, eso sí, no es suficiente para los afectados: "No soy ni optimista ni pesimista, soy realista. A estas alturas me puede engañar poca gente y desde luego no Florentino Pérez y el Real Madrid. Cuando quieran, volverán. A los vecinos no nos importaría, además del fútbol, si alguna vez tienen que hacer la final de la Copa Davis, el campeonato mundial de boxeo… Una vez al año, vale. Eventos deportivos, que es para lo que ha sido concebido. ¿Qué van a montar ahí, bodas, bautizos y comuniones para hacerlo rentable? Pero qué es esto señores, de qué estamos hablando".

Y cierra: "No hay que ser ilusos, esto es para ver si a los vecinos se nos pasa un poco. Pero somos un barrio en el que no nos dejamos engañar. Cuando hemos visto el resultado final nos hemos dado cuenta de la invasión del espacio urbano que ha hecho el Madrid".

Tras leer y escuchar un testimonio así, es patente que el nuevo Bernabéu ha transformado un ecosistema. Nunca llueve a gusto de todos. Unos gozarán de alegría por el ambiente de sus calles y otros lamentarán que sea imposible tener tranquilidad. Lo que probablemente pocos acepten es el cambio a elementos básicos para su comodidad.

La presidencia de la asociación comienza entonces un discurso profundo exponiendo diferentes novedades que les ha traído el nuevo estadio:

"Concha Espina tenía aparcamiento en ambas aceras, cuatro carriles en un lado y tres y medio en otro. Ahora tiene dos carriles. Aún siguen las obras y tienen un espacio reservado para sus grúas… Para que no les incomodase una parada de autobuses que hemos tenido siempre los vecinos, la han suprimido. Se la han llevado mucho más arriba. Tenemos que subir bastante para coger el autobús.

En los días de partido no podemos ir al ambulatorio porque el Real Madrid tiene reservada esa zona para aparcamientos y porque el barrio está vallado. Esto es una situación anormal y todo es por su beneficio económico.

Hubo conciertos de Karol G un lunes y un martes. Ya no tienen ni eso. No les vale con el fin de semana, días laborables, entre semana.

Me han comentado que en días de concierto han visto calles pequeñas con cinco personas simultáneas vomitando y defecando. Esto es lo que el Real Madrid quiere. Y el Ayuntamiento y la Comunidad lo permiten".

El Real Madrid ha sobrepasado los límites sonoros autorizados y, por ello, se ha visto obligado a parar y esperar a las reformas para continuar con los eventos. Los vecinos afectados han tomado mediciones para demostrar que lo que ocurría ahí no era normal. Tampoco las multas: "Hemos medido hasta 92 decibelios a las 0:30. Ha habido cientos de denuncias. Les pusieron una multa de 20.000 euros a los promotores. Pero qué es eso. Si a Taylor Swift le cuesta el triple una noche de hotel. Qué hacemos con eso".

Es un clamor, un grito al cielo, un paso que les es insuficiente y que, sobre todo, no se creen: "El barrio se está deteriorando. Ya ha habido intentos de robos en casa. Se ha cumplido todo lo que predije a rajatabla. Yo no lo tomo ni como tregua ni como pequeña venganza. Lo tomo como un engaño porque cuando quieran van a volver en tromba. El Bernabéu no se puede insonorizar. Dicen idioteces. Parece mentira que sea gente que ha ganado tanto dinero".